Relaciones Internacionales y Régimen Franquista (1939-1959)

RELACIONES INTERNACIONALES Y EVOLUCIÓN DEL RÉGIMEN


1. La 2ª GM y la hegemonía del nacionalsindicalismo (1939-1945). Al inicio de la 2ª GM, el franquismo mostró su apoyo a las potencias del Eje, que le habían ayudado durante la Guerra Civil. Sin embargo, España no se hallaba en condiciones materiales de involucrarse en una guerra, por lo que Franco declaró la neutralidad de España.
La Falange Española Tradicionalista y de las JONS tuvo un papel hegemónico en el nuevo Estado nacionalsindicalista que se quería construir en España a imitación de los regímenes fascistas.
La no beligerancia. La victoria alemana sobre Francia motivó el paso de la neutralidad a la no beligerancia, apoyo diplomático y económico a las potencias del Eje. Alemania e Italia sondearon las posibilidades de integración española en el conflicto. Franco, que no era contrario a la idea, consideraba la posibilidad de ampliar las colonias africanas y obtener también otras ventajas como la recuperación de Gibraltar.
Finalmente, España no entró en guerra, aunque colaboró en el esfuerzo bélico enviando material estratégico y aprovisionamientos. Además, en 1941, una unidad de voluntarios (División Azul) fue enviada a la URSS para combatir junto a las tropas alemanas.
El retorno a la neutralidad. En 1943, la guerra empezó a ser claramente desfavorable a las potencias fascistas. Entonces, los gobiernos británicos y americanos presionaron al régimen de Franco para que se distanciara formalmente del Eje. Fruto de esta nueva relación internacional de fuerza fue la retirada y disolución de la División Azul y el regreso al estatus de estricta neutralidad.
Con la derrota de Alemania en 1945, el franquismo tuvo que asumir que su pervivencia exigía tomar distancias del fascismo. El discurso oficial empezó a presentarlo como un régimen católico, conservador y anticomunista, que podría evolucionar hacia una monarquía en el momento adecuado. Esta nueva fase comportó la marginación del falangismo.

2. Los años de boicot internacional (1945-1947). El fin de la 2ª GM supuso aislamiento y rechazo internacionales. Las recién creadas Naciones Unidas condenaron explícitamente el régimen de Franco.
Además, el gobierno de Francia cerró la frontera con España y un acuerdo de la Asamblea General de las Naciones Unidas recomendó la retirada de los embajadores de Madrid (1946).
La España de Franco no pudo beneficiarse del programa de ayuda norteamericana a Europa, el llamado Plan Marshall, y fue excluida de la nueva alianza occidental, la OTAN.

3. Reconocimiento internacional y predominio del nacionalcatolicismo (1947-1953). El inicio de la Guerra Fría. En este nuevo contexto, era más importante para EE.UU. contar con un buen aliado en la lucha contra el comunismo.
Poco se dio paso a la aceptación internacional del régimen. EE.UU. se negó a imponer nuevas sanciones a España y presionó para que la ONU no ratificara su condena del año anterior.
En 1951, Franco decidió proceder a una remodelación del gobierno que facilitase su acercamiento a las potencias occidentales. En el nuevo gabinete hubo un predominio del nacionalcatolicismo, que daba un mayor peso a los católicos. Además, un militar que sería clave para la continuidad del régimen, el almirante Luis Carrero Blanco, fue nombrado subsecretario de presidencia.
En 1953, Franco obtuvo el definitivo reconocimiento internacional del régimen con la firma de los acuerdos con EE.UU. y del concordato con la Santa Sede. El Vaticano exigía a cambio el restablecimiento explícito de la confesionalidad del Estado y un considerable estatus de privilegio. Los acuerdos con EE.UU. abarcaron aspectos de carácter defensivo y económico, y los dos países se comprometieron a la ayuda mutua en caso de conflicto. Los estadounidenses obtuvieron el derecho a establecer y utilizar una serie de instalaciones militares en territorio español.
A cambio, España recibió material bélico y ayuda económica y técnica.

4. Los primeros intentos de apertura (1953-1959). Los problemas interiores seguían sin resolverse.
La situación económica era muy difícil: la producción aumentaba lentamente y el nivel de vida era muy inferior al del resto de países europeos. En la calle surgieron los primeros síntomas de descontento por la carestía y el hambre. Oleadas de protestas obreras en algunas ciudades y los primeros movimientos de disidencia en la universidad.
Necesidad de un profundo cambio en la orientación económica. Necesidad de acabar con los vestigios de la autarquía y liberalizar la economía, para reorientar un Estado que se hallaba al borde de la quiebra. De este modo, la crítica situación económica, el aumento de la protesta social y las nuevas relaciones internacionales obligaron a Franco a un nuevo cambio de gobierno.
En el año 1957, Franco realizó una nueva remodelación del gobierno, apartando a los falangistas y promocionando a los sectores católicos. Entraron como ministros hombres procedentes del Opus Dei, los llamados tecnócratas. Esta nueva generación de políticos protagonizaría la etapa siguiente del franquismo, caracterizada por un intenso crecimiento económico en la década de los 60.


Autarquía y racionamiento.

1. La autarquía y sus efectos (1939-1959). Uno de los principales objetivos de la primera etapa del franquismo fue conseguir la autosuficiencia económica (Autarquía). Se fomentó el aislamiento del exterior y la sustitución del libre mercado por la intervención del Estado en la economía.
La política autárquica tuvo tres grandes ámbitos de actuación. El primero fue la reglamentación del comercio exterior. Las importaciones y las exportaciones pasaron a estar completamente controladas por el Estado. Con esta medida se redujeron las importaciones a los productos considerados imprescindibles. El resultado fue el encarecimiento de los productos que el Estado debía importar y una gran escasez de bienes de consumo. El desabastecimiento afectó también a las materias primas y al suministro eléctrico, lo cual provocó un notable descenso de la producción industrial.
El segundo ámbito de actuación fue el fenómeno de la industria, con el fin de asegurar la independencia militar y política del nuevo Estado. Se fomentó el desarrollo de las industrias de bienes de equipo, que recibieron una considerable y continuada ayuda pública, lo cual generó un elevado gasto público que tuvo importantes efectos inflacionistas. Se nacionalizaron todas las compañías de ferrocarriles y se creó la RENFE. También se nacionalizó la Compañía Telefónica Nacional de España.
Se fundó el Instituto Nacional de Industria (INI), destinado a promover la nueva política industrial. Impulsó la creación de numerosas empresas públicas. El Estado priorizó las inversiones en sectores vinculados a los intereses de la defensa militar, y en esta primera década del franquismo se crearon las principales empresas del grupo: Iberia, Banco Exterior de España, Endesa, Seat…
El tercer ámbito afectó al sector agrario. Los bajos precios oficiales provocaron un descenso de la producción. También disminuyó considerablemente la productividad por hectárea, que llegó a situarse en la década de 1940 a niveles de principios del S.XX.
El resultado fue un profundo estancamiento económico caracterizado por un notable descenso de los niveles de producción y consumo, disminución del nivel de vida de la población. Supuso un freno a las tendencias modernizadoras de la economía española. Así, mientras la mayoría de los países afectados por la 2ª GM tardaron entre 5 y 8 años en recuperar los niveles económicos de 1939, España, tras la Guerra Civil, tardó 15 años para alcanzar los niveles de 1935.

2. Racionamiento y mercado negro. La rígida reglamentación de la economía autárquica conllevaba el control del mercado por parte del Estado. El resultado fue el desabastecimiento generalizado de alimentos y el racionamiento de los productos considerados de primera necesidad, que se distribuían mediante una cartilla de racionamiento.
La tasación de los precios de los alimentos por debajo de su valor comportó que muchos productores prefiriesen esconder la producción para venderla en el mercado negro, del cual obtenían unas ganancias más elevadas.

3. Unas duras condiciones de vida. Salarios bajos. Precios altos. Incremento del coste de la vida durante esta década superó el 500% respecto a los precios anteriores a la guerra.
El nivel de vida de la población disminuyó considerablemente como consecuencia de la inflación y los bajos salarios. Se calcula que en 1945, la renta per cápita real de los españoles era un tercio de la de 1935, y que el poder adquisitivo de un trabajador de la industria textil era, en 1942, tan solo un 28% del que tenía en 1936.
La carencia de viviendas dignas, sobre todo en las grandes ciudades, provocó un aumento del chabolismo.
Debido al hambre, el frío y la insalubridad de las viviendas, se extendieron un conjunto de enfermedades ya erradicadas. En consecuencia, la tasa de mortalidad llegó a alcanzar en España el 18,7 x 1000, el crecimiento vegetativo descendió al 0,9 x 1000 y la esperanza de vida se situó en 1945 en 47 años para los hombres y 53 años para las mujeres.

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