– Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812
Durante la Guerra de Independencia, se trató de sentar las bases jurídicas necesarias para la modernización del país. El proceso de convocatoria de las cortes lo había iniciado la Junta Suprema inicial; la Junta Central traspasó sus poderes a un consejo de regencia que se estableció en Cádiz, el cual se encargó de convocar las cortes. Los liberales consiguieron que la convocatoria no se realizara por estamentos, sino como asamblea única, donde cada diputado tenía un voto.
Las cortes establecieron los siguientes principios:
- Soberanía Nacional
- División de Poderes
- Cortes como Poder Legislativo: objetivo elaborar la Constitución.
Las Cortes de Cádiz, dirigidas por el sector liberal, representaron el primer episodio de la revolución liberal burguesa, promoviendo la libertad económica, jurídica, un sistema político parlamentario, constitucional y la abolición del poder absoluto.
Constitución de 1812
Los mejores modelos del primer constitucionalismo fueron el resultado del compromiso entre liberales y absolutistas: soberanía nacional, monarquía limitada, constitucional, unitaria y centralista; división de poderes (legislativo: rey y cortes; ejecutivo: el rey y gobierno; judicial: jueces). Las cortes representaban la voluntad de la nación, otorgando amplios poderes y un fuero único para todos los ciudadanos, así como derechos fundamentales del individuo.
La constitución establecía el catolicismo como religión del estado, una monarquía hereditaria y moderada, y la división del estado en provincias y municipios, con el alcalde elegido por votación popular. Esta constitución estuvo vigente desde 1812 hasta 1814, cuando Fernando VII regresó a España e impuso la monarquía absoluta, la cual también estuvo vigente entre 1820 y 1823. El mandato de las cortes duraba dos años.
Además de la constitución, estas cortes promulgaban una serie de leyes conocidas como legislación ordinaria, cuyo fin era acabar con el Antiguo Régimen. Las principales medidas incluyeron:
- Abolición del régimen jurisdiccional
- Supresión de la Mesta y privilegios
- Eliminación de mayorazgos
- Supresión de gremios
- Libertad de imprenta, salvo para cuestiones religiosas
- Supresión del Tribunal de la Inquisición
- Desamortización de bienes propios y baldíos de órdenes religiosas desaparecidas y propiedades afrancesadas
Sin embargo, en 1814, con el regreso de Fernando VII, se produjo una involución y quedaron sin efecto tanto la constitución como estas leyes.
– La Regencia de María Cristina de Habsburgo y el Turno de Partidos
La Oposición al Sistema: Regionalismo y Nacionalismo
1º – Definición
La Regencia de María Cristina de Habsburgo (1885-1902) supone la continuación del Sistema Canovista: turno de partidos y Constitución de 1876. Se produce, además, una ampliación teórica de los derechos políticos (en 1890 se concede el sufragio universal). Pero, a pesar de esta aparente democratización, continúan todos los peores vicios del sistema caciquil. Al final de su regencia, las pérdidas coloniales de 1898 provocan la necesidad de revisar el sistema político y regenerar el país.
2º – Desarrollo: 2.1. El Pacto del Pardo y el Turno de Partidos
En 1885, durante la agonía de Alfonso XII en el Palacio del Pardo, Cánovas y Sagasta pactan continuar con el turno y proteger al posible heredero del rey, que en esos momentos no tiene ningún hijo varón, aunque su esposa María Cristina se encuentra embarazada. Tras la muerte del rey, María Cristina da a luz a un varón, convirtiéndose en regente, mientras que Cánovas y Sagasta se convierten en los líderes de los partidos Conservador y Liberal, respectivamente.
El Partido Conservador defiende un liberalismo moderado; entre sus bases sociales predominan los grandes propietarios agrarios y la alta burguesía industrial y financiera (banqueros). Junto a Cánovas, con el paso del tiempo, irán apareciendo otros jefes como F. Silvela o F. Romero Robledo. El Partido Liberal, que representa a los antiguos progresistas, pretendía una democratización teórica del sistema, pero utilizó los mismos medios que los conservadores. Era un partido de orden que se apoyaba entre el alto funcionariado y las clases medias. Además de Sagasta, aparecen otros líderes como S. Moret.
– Guerra Colonial y Crisis de 1898
El régimen de la Restauración se vio muy afectado por la llamada cuestión cubana, cuyos antecedentes fueron: la Primera Guerra de Cuba o guerra de los Diez Años, que comenzó con el Grito de Yara en 1868, a cargo de Céspedes y protagonizado por la burguesía criolla y por las guerrillas de mestizos y negros liberados por los sublevados. Ni la Constitución de 1876 ni la paz de El Zanjón en 1878 (que puso fin a esta primera guerra), firmada por Martínez Campos, resolvieron el problema: se amnistió a los sublevados, pero no se cumplieron las promesas de reformas políticas ni se terminó con la esclavitud hasta 1886.
En 1879 estalló la Segunda Guerra de Cuba o «guerra chiquita», dura y rápidamente reprimida por el ejército en 1880. Además, hubo insurrecciones en 1883 y 1885. Todos estos conflictos y sus represiones alimentaron el nacionalismo popular en Cuba, al que se sumaron tanto los esclavos como los criollos ricos.
Por otro lado, el último intento de reforma de Maura, ministro de Ultramar, proponía conceder una amplia autonomía política mediante la creación de una Diputación Provincial, pero los burócratas, comerciantes y azucareros españoles residentes en la isla se opusieron a cualquier tipo de autonomía. Además, el comercio con Cuba era prácticamente un mercado en régimen de monopolio, intentándose convertir la isla en una provincia de España enviando allí unos 700,000 emigrantes, sobre todo gallegos (1868-1894). Cuba obtenía gran parte de sus ingresos de Estados Unidos, al que exportaba más del 90% de la producción de azúcar y tabaco.
La presión diplomática estadounidense sobre la isla se incrementó, obteniendo Estados Unidos en 1892 un arancel favorable para sus productos; después financió a los independentistas con la intención de ejercer de árbitro cuando surgiera un conflicto entre Cuba y la metrópoli. En 1895, el 24 de febrero, los rebeldes cubanos se levantaron con el Grito de Baire, por el cual se dio la orden desde Nueva York, donde Martí había fundado el Partido Revolucionario Cubano, de empezar la insurrección.