15.2 Afianzamiento del régimen. Transformaciones económicas: de la autarquía al desarrollismo. Cambios sociales
En el contexto de Guerra Fría, las potencias occidentales empezaron a ver el régimen de Franco como un aliado frente al comunismo. La firma del Acuerdo con Estados Unidos, en 1953, permitíó el establecimiento en España de bases militares norteamericanas y numerosas instalaciones de radar. El acuerdo económico se concretó en ayuda técnica, créditos y excedentes agrícolas que permitieron sacar a España de su grave situación económica. El fin del aislamiento y la recuperación económica coincidieron con una crisis política. Los incidentes en la Universidad entre estudiantes antifranquistas y falangistas del SEU movilizaron a Falange, que exigíó al gobierno de Franco mayor peso político. Franco reestructuró el gobierno, del que salieron los falangistas más radicales. El nuevo gobierno de 1957 incluía a varios ministros del Opus Dei, los llamados tecnócratas, quienes elaboraron las leyes que acabaron por afianzar definitivamente el Estado franquista y pusieron en marcha una profunda reforma económica. En 1958 se aprobó la sexta de las Leyes Orgánicas del Estado: La Ley de Principios del
Movimiento Nacional, que, manteniendo el “espíritu del 18 de Julio”, era lo suficientemente ambigua como para dar satisfacción a todas las familias de régimen. La década termina con la entrada de España en el FMI, el Banco Mundial y la ONU.
La visita del presidente norteamericano, Eisenhower, a finales de 1956, refuerza la imagen de Franco en el exterior. Los cambios políticos de los años cincuenta también vienen acompañados de cambios económicos. En 1939, España era un país arruinado económicamente y la mayor parte de la población se encontraba sumida en la miseria. Las autoridades optaron por un modelo de autarquía y de intervención del Estado, a imitación de la Italia fascista. En 1941 se crea el INI (Instituto Nacional de Industria), para fomentar el desarrollo industrial, pero en los sectores considerados prioritarios para el régimen: la siderurgia y la energía hidroeléctrica. Para paliar el problema de la escasez, se fijan precios de productos básicos; se reconvierten empresas para producir bienes de primera necesidad; y los agricultores están obligados a vender sus excedentes al Estado. El Estado, favorece a determinadas personas con la concesión de licencias de exportación e importación. Las consecuencias de estas medidas fueron nefastas. Se abandonan tierras de cultivo por los bajos precios y los índices de producción se hunden. La corrupción para la obtención de licencias se extiende y el mercado negro es generaliza. A partir de 1951 se liberalizan los precios, el comercio y la circulación de mercancías y sus efectos sobre la producción permiten acabar, en 1952, con las cartillas de racionamiento.
Con las ayudas de Estados Unidos, a partir de 1953, el sector industrial empieza a crecer y se superan los niveles de renta anteriores a la guerra. Pero la prosperidad era aparente, la inflación frena el crecimiento, el Estado y la Balanza Comercial se encontraban en un déficit permanente .El gobierno de tecnócratas del Opus Dei, a pesar de las reticencias de Franco, aprueba, en 1959, el Decreto-Ley de Nueva Ordenación Económica que impone un plan de estabilización diseñado por el FMI y el Banco Mundial como condición para recibir créditos. El plan incluía una subida de impuestos, reducción de salarios, devaluación de la peseta, eliminación de trabas a la llegada de capital extranjero y eliminación de subvenciones a las empresas. Los efectos del plan de estabilización supusieron la reducción del consumo y al aumento del paro, que provocó la emigración de miles de campesinos a las ciudades y el inicio de la emigración a Europa de casi un millón de españoles a lo largo de los años sesenta. Sin embargo, se fue reduciendo el Déficit Público y crecíó la acumulación de capitales. Las inversiones extranjeras, a partir de 1961, promovieron el crecimiento industrial y de servicios. El éxodo rural mejoró los salarios agrícolas y favorecíó la modernización del sector agrario. La Balanza de Pagos dejó de ser deficitaria por la llegada de turistas y las divisas de los emigrantes. A partir de 1963, el gobierno aprueba los Planes de Desarrollo, con el objetivo de favorecer el crecimiento de determinados sectores y corregir las desigualdades regionales. En conjunto, el crecimiento económico entre 1961 y 1973 fue elevado y constante y significó una profunda transformación del tejido productivo y la apertura al exterior. Los españoles se incorporaron a la sociedad de consumo.
Al terminar la década se ha extendido el uso de la electricidad, el consumo de electrodomésticos, la televisión y el automóvil. Unidos a los cambios económicos se va a producir una importante transformación social. La emigración rural va a cambiar la fisonomía de las ciudades españolas. En las afueras de las grandes ciudades se forman suburbios que crecen de manera incontrolada y en los que se hacina la población. Las diferencias sociales y regionales se acentúan. La mejora de la economía y las políticas pronatalistas del régimen provocaron un aumento de la natalidad, el “Baby Boom” de los años sesenta, y el gobierno se vio obligado a incrementar el gasto público en educación, sanidad y prestaciones sociales. El crecimiento de las clases medias se tradujo en el aumento de españoles que accedía a los estudios secundarios y a la Universidad. La llegada de turistas y de emigrantes españoles que volvían de vacaciones introdujo cambios en los gustos y costumbres. Con ellos llegaba a España música, libros y modelos políticos y sociales que se convertirían en la aspiración de las nuevas generaciones.