4.1. LOS REINOS CRISTIANOS EN LA Edad Media: LOS PRIMEROS NÚCLEOS DE RESISTENCIA CRISTIANA
En el siglo VIII se forman los primeros núcleos de resistencia cristiana en el norte de la península. El reino astur surge a partir de la batalla de Covadonga (722), entre musulmanes y cristianos, protagonizada por Pelayo. Las luchas internas entre los musulmanes facilitaron el avance del reino hacia la regíón de los vascos occidentales y Galicia. El reino trasladó la capital a Oviedo y organizó una iglesia independiente. En el siglo IX inició la expansión hacia el sur, llegando su frontera hasta el Duero y se convierte en el reinode León, comienzos del Siglo X, al traslado la capital a León. En este siglo el reino incorpora Salamanca y Sepúlveda tras la derrota musulmana de Simancas (939). A principios del Siglo X, el condado de Castilla se convirtió en un territorio casi independiente del reino, se extendía por la Rioja y valle del Duero. En el Pirineo occidental, el reino de Navarra surgíó al repeler a los carolingios en Roncesvalles (778) y derrotar a los musulmanes en la batalla de Albeldá (859). A comienzos del siglo IX se une al condado de Aragón por matrimonio dinástico, e incorpora la Rioja oriental hasta el Ebro. En el Pirineo oriental, la Marca Hispánica, zona fronteriza del Imperio carolingio formada por condados gobernados por familias francas, inició un proceso de independencia transformándose en los condados catalanes. A finales del siglo IX, bajo el gobierno de Vifredo el Velloso, se expandíó hacia el sur conquistando la plana de Vic.
4.2. PRINCIPALES ETAPAS DE LA RECONQUISTA (SS XI-XIII)
La Reconquistaes el proceso de formación, consolidación y expansión de los reinos cristianos hacia Al-Ándalus que duró aproximadamente ocho siglos. Durante los siglos XI al XIII se produce la gran expansión territorial, impulsada por el crecimiento demográfico y proceso de feudalización. La primera fase, siglos VIII al X, consistíó en el avance de los núcleos cristianos que consolidan su territorio y avanzaron hacia el sur. En el Siglo X, el reino leónés extendíó sus territorios más allá de Duero, tras la victoria de Simancas. En la zona oriental, fue más difícil el avance por el valle del Ebro. En la segunda fase, siglos XI a XIII, se conquistan los valles del Tajo y del Ebro. La conquista de Toledo, dirigida por Alfonso VI (1085) de Castilla, trasladó la frontera al sur del Tajo. Poco después, El Cid conquistó Valencia. Los soberanos de los reinos de Sevilla y Zaragoza pidieron ayuda a los almorávides que detuvieron a los cristianos en Sagrajas o Zallaqa, pero no pudieron evitar que Alfonso I de Aragón tomase Zaragoza en 1118. Durante segunda mitad del XII, la frontera se localiza en los valles del Guadiana, alto Júcar y Turia. La Corona de Aragón, uníón dinástica de Aragón y Cataluña, consolidó la frontera en Tortosa y Lérida. La corona castellano-leonesa experimentó, a mediados del Siglo XII, una crisis política que finalizó con la independencia del reino de Portugal y Alfonso VII dividíó el reino en León y Castilla (1157). Dos pactos establecieron el reparto y colaboración entre Castilla y Aragón: Tratado de Tudilén (1151) y Tratado de Cazola (1179) que propiciaron las conquistas de Teruel, por los aragoneses, y de Cuenca, por los castellanos. En el Siglo XIII se conquista el valle del Guadalquivir, Levante y Baleares. La coalición de los reinos cristianos y nobles europeos derrotó al ejército almohade en las Navas de Tolosa (1212) y supuso el avance hacia el sur. Alfonso IX de León conquista Extremadura y Fernando III de Castilla Andalucía y Murcia. En 1230 se reunificó Castilla y León. Posteriormente, Alfonso X conquistó las últimas ciudades de la Andalucía occidental. En la Corona de Aragón, Jaime I, conquistó Baleares, Valencia (1245) y Alicante. El dominio musulmán quedó reducido al reino nazarí de Granada, vasallo de Castilla hasta finales del Siglo XV, que fue conquistado por los Reyes Católicos.
4.3 LAS FORMAS DE OCUPACIÓN DEL TERRITORIO Y SU INFLUENCIA EN LA ESTRUCTURA DE LA PROPIEDAD. MODELOS DE REPOBLACIÓN Y ORGANIZACIÓN SOCIAL.
La repoblación es el reparto y explotación de las tierras conquistadas por los cristianos .Durante los siglos VIII a X, en el valle Duero y Cataluña, se utilizó la presura (aprisio). El rey, en estas zonas peligrosas, otorgaba a los campesinos la propiedad de las tierras, estos formaron pequeñas comunidades de hombres libres. En Castilla, los campesinos-guerreros tenían régimen de benefactorías que les permitía el derecho a elegir a su señor. En Cataluña, se inició la repoblación en presura pero, pronto, los nobles sometieron a los campesinos al régimen de servidumbre. En los siglos XI-XII se repueblan la zona meridional del valle del Duero y el norte del Tajo. Los reyes concedían fueros o cartas a los concejos entregándoles un territorio bastante extenso (alfoz) y privilegios como la exención de impuestos, autonomía administrativa y libertad personal a los campesinos libres, a cambio debían fortificar la ciudad y prestar ayuda militar al rey. Los siglos XIII-XV significan la conquista del sur del valle del Tajo, valle del Guadiana y el Guadalquivir, donde las Órdenes Militares y nobles fueron recompensados con latifundios y privilegios. Este régimen de repartimiento significaba compensar a la alta nobleza con grandes lotes, a la nobleza segundona o villana con lotes de menor importancia y a las milicias concejiles con parcelas de pequeño tamaño. En Murcia y Andalucía oriental, las órdenes militares recibieron grandes latifundios. Por último, Jaime I realizó la repoblación de Mallorca y del reino de Valencia repartiendo las tierras entre sus servidores, las milicias urbanas y la Orden del Temple. En Valencia, la población musulmana permanecíó y Jaime I entregó las tierras del interior a la nobleza aragonesa y las de la costa a la catalana. Se puede afirmar que superada la primera etapa, cuando las tierras se otorgaba a los campesinos con derechos y libertades, después la nobleza y la Iglesia controlaron la situación, imponiendo la servidumbre, la propiedad (señorío territorial) y su autoridad política y jurídica (señorío jurisdiccional). Como en Europa occidental, se reforzó el sistema el feudalismo.
4.4. DIVERSIDAD CULTURAL: CRISTIANOS, MUSULMANES Y JUDÍOS
Durante toda la Edad Media, las civilizaciones cristiana, musulmana y judía coexistieron en la Península. Cada una de ellas muy marcada por las creencias religiosas. Entre las élites más cultas, la convivencia y el conocimiento mutuo fueron en aumento, como lo demuestra al esplendor y la diversidad cultural de Córdoba o Toledo en la segunda mitad del Siglo XIII. Pero, para el pueblo, las dificultades para practicar sus ritos, la presión para convertirse y las persecuciones fueron cada vez mayores conforme pasaron los siglos. La cultura de los reinos cristianos fue siempre minoritaria y estaba en manos de la Iglesia. La producción literaria se desarrolló en el marco de los scriptoria de los grandes monasterios como Santo Domingo de Silos. La influencia mozárabe fue decisiva, con obras como el Libro del Apocalipsis del Beato de Liébana, siglo VIII. En el Pirineo oriental, con el influjo carolingio, se copiaron los libros clásicos y se convirtió en la zona de transmisión de la cultura árabe hacia Europa. A partir del Siglo XI comenzaron a difundirse las lenguas romances. Los textos más antiguos en castellano son las Glosas Silenses y, en el Siglo XII, el poema de Mío Cid. El Camino de Santiago propició la difusión del arte ROMánico en las iglesias situadas junto a la ruta y de los cantares de gesta. La conquista de Toledo significó el conocimiento de la cultura árabe y judía. Se inicia una amplia labor de traducción de textos sobre astronomía, álgebra y medicina. En la segunda mitad del Siglo XIII, cuando Alfonso X organizó la Escuela de Traductores con el fin de transcribir los libros al latín y a las lenguas romances y de extender su utilización también a la prosa literaria y al derecho. Las Cantigas de Santa María o las Partidas son buenos ejemplos de ello. Se fundan las primeras universidades en Valladolid, Salamanca y Sevilla4.5. LOS REINOS CRISTIANOS EN LA Edad Media: MANIFESTACIONES ARTÍSTICAS
En el Siglo X aparecen las iglesias mozárabes, construidas en el valle del Duero por maestros de origen andalusí como San Miguel de Escalada. Será en el Siglo XI cuando el estilo ROMánico se difunde ampliamente en toda la regíón norte y de la Meseta central, ejemplo San Martín de Frómista, y a lo largo del Camino de Santiago, siendo la propia catedral compostelana su expresión más conocida. (En el Pirineo, el conjunto de iglesias ROMánicas como Santa María de Tahüll). No se deben olvidar la gran proliferación de obras civiles como las murallas defensivas de las ciudades y gran número de castillos. En el Siglo XII irrumpe, con la orden cisterciense, un nuevo tipo de monasterios, más austeros y cubiertos de bóvedas de crucería que preludian la llegada del posterior estilo gótico. En cuanto a las artes plásticas, hubo importantes talleres de escultura en madera, cuyo testimonio puede encontrarse en multitud de tallas repartidas por las iglesias de todos los reinos, así como grandes conjuntos escultóricos en piedra, destacando el Pórtico de la Gloria de Santiago de Compostela o los bellos capiteles de los claustros, entre los que sobresale el conjunto del monasterio de Silos. También fue importante la pintura, tanto de libros miniados, los Beatos del Siglo X o los Códices de Alfonso X el Sabio, como de pinturas decorativas de iglesias y monasterios. Destacan los conjuntos de pintura al fresco de época ROMánica de las iglesias de Tahüll ( Pirineo catalán) y los del Panteón de San Isidoro de Sevilla (León). Muy poco nos ha quedado de la música, aunque hubo un importante canto gregoriano tanto en el rito mozárabe como en el romano. También la música laica puede rastrearse la poesía trovadoresca provenzal que se practicaba en Cataluña o en las cantigas gallegas. Las miniaturas de los códices de Alfonso X muestran la presencia de músicos en torno a la corte.
5.1. LOS REINOS CRISTIANOS EN LA BAJA Edad Media: ORGANIZACIÓN POLÍTICA E INSTITUCIONES EN EL REINO DE Castilla Y EN LA CORONA DE ARAGÓN
Mientras que la Corona de Castilla fortalecía el papel de la monarquía con leyes como las Partidas de Alfonso X o el Ordenamiento de Alcalá (1348), distinto era el caso de la Corona de Aragón. Esta Corona era la uníón de los reinos de Aragón, Cataluña, Valencia y Mallorca que tenían distintas instituciones y leyes a las que los reyes se sometían por separado, lo que explicaría cierta debilidad política. La expansión en el Mediterráneo obligó a esta Corona a pedir ayuda económica a las Cortes que, en 1283, impusieron a Pedro III el Grande el juramento del Privilegio General, los Fueros de sus reinos y, en Aragón, aceptar la jurisdicción del Justicia Mayor, noble encargado de defender los privilegios estamentales. Esto hecho es conocido como el pactismo frente al fortalecimiento del autoritarismo castellano. La mayoría de las instituciones de la administración central eran similares en ambos reinos. El Consejo Real servía de consulta y apoyo al rey, la Audiencia o tribunal que ejerce justicia y diferentes cargos en la Corte al servicio de los reyes. La Hacienda tenía una importancia decisiva en el control de impuestos. A nivel de organización territorial, ambos reinos tendieron a extender el control sobre los Concejos. En Castilla mediante el sistema de regimientos y la figura del corregidor y en la Corona de Aragón, en cada uno de sus reinos, el rey nombraba un Lugarteniente o Gobernador (virrey en Mallorca) que dirigía la administración dividida en distritos. Las Cortes reunían a nobles, miembros de la Iglesia y representantes de las ciudades para aprobar subsidios a la Corona, a cambio se escucha y atiende ciertas peticiones. Las Cortes de Castilla tienen su origen en 1188, en León. En los siglos XIII y XIV su papel político fue bastante intenso, pero en el siglo siguiente disminuyó al extenderse el proceso de señorialización. Las Cortes de la Corona de Aragón actuaron como instrumento de defensa de los intereses feudales frente a la autoridad real. En 1359, Pedro IV tuvo que aceptar la formación de una comisión permanente de las Cortes catalanas que supervisaría el cumplimiento de los acuerdos, la Generalitat se convirtió en el auténtico gobierno catalán. Esta institución se extendíó a los demás reinos como Diputación General.5.2. LOS REINOS CRISTIANOS EN LA BAJA Edad Media: CRISIS DEMOGRÁFICA, ECONÓMICA Y POLÍTICA. Los siglos XIV y XV coinciden con un periodo de crisis general en Europa. En España la situación es crítica pues se solapan tres crisis. La crisis demográfica, ocasionada por la repetición de malas cosechas durante el Siglo XIV, hizo aparecer con crudeza el hambre. En esa situación sobrevino la Peste Negra que se difundíó por toda Europa a través del mar Mediterráneo. A la Península Ibérica llegó en 1348, por las costas levantinas, y se convirtió en una enfermedad endémica que asoló el territorio. El descenso demográfica de entre un 20% y un 40% fue mayor en Cataluña y en regiones del norte de Castilla que en Levante y el sur. La crisis económica, fruto de la muerte y despoblación generadas por la enfermedad y la guerra, tuvo efectos negativos sobre la productividad agrícola. El aumento de la presión fiscal señorial y real sobre el campesinado ocasiónó que muchas aldeas fueron abandonadas y la población se dirigiera a las ciudades. El retroceso de la agricultura propició el desarrollo de la ganadería y de la Mesta. La crisis fue especialmente dura en Cataluña , se hundíó el comercio mediterráneo y las actividades artesanales. Este declive continuó durante el Siglo XV mientras que Valencia se convertía en el principal puerto y centro económico de la corona de Aragón. La actividad comercial castellana crecíó impulsada por la producción lanera y se desarrolló el comercio atlántico e interior con la celebración periódica de ferias. Por último, la crisis política afectó al reino de Castilla con una cruenta Guerra Civil (1366-1369) entre el rey Pedro I el Cruel y la nobleza castellana, encabezada por su hermanastro Enrique de Trastámara. El triunfo de Enrique instaura la nueva dinastía de los Trastámara que, durante el Siglo XV, intentará reforzar el poder de la monarquía aunque se generará nuevos conflictos, sobre todo, durante el reinado de Enrique IV. En la Corona de Aragón, Martín el Humano muere sin descendencia y se planteará un conflicto sucesorio que se solventó en el Compromiso de Caspe (1412) donde se eligió a Fernando I de Trastámara, que continuó la tradición pactista. Más tarde, Juan II tendrá que enfrentarse a una Guerra Civil que finalmente le lleva al trono.5.3. LOS REINOS CRISTIANOS EN LA BAJA Edad Media: LA EXPANSIÓN DE LA CORONA DE ARAGÓN EN EL MEDITERRÁNEO. Finalizada la Reconquista la Corona de Aragón se abríó al exterior, para conseguir un Imperio comercial y político en el Mediterráneo. Durante el reinado de Pedro el Grande (1276-1285) se inicia el periodo de la expansión militar de la Corona de Aragón en el Mediterráneo, continuación de las campañas de conquista del Siglo XIII. Esta expansión servía para canalizar las ambiciones de una parte de la nobleza. Y los intereses comerciales de algunas ciudades, especialmente Barcelona, donde una rica clase de mercaderes y armadores comenzaba a dominar el comercio del Mediterráneo. Con Mallorca e Ibiza en su poder, los reyes aragoneses incorporaron sucesivamente Sicilia, (1282) y Cerdeña (1326) en lucha contra los franceses y el papado. Entre ambas conquistas, los almogávares, mercenarios catalanes y aragoneses, al mando primero de Roger de Flor, conquistaron y pusieron bajo la autoridad del rey los ducados de Atenasy Neopatria (1311-1318). Durante la primera mitad del Siglo XIV los reyes consiguieron mantener las conquistas, enfrentándose a rebeliones y disputas en Cerdeña y Mallorca, y en lucha con genoveses y venecianos, rivales en el Mediterráneo. Al finalizar del siglo, se perdieron los ducados griegos. Durante el Siglo XV, los Trastámara mantuvieron e incrementaron el Imperio, anexionando Nápoles en 1443, tras veinte años de guerra frente a una coalición de genoveses, venecianos y franceses. A partir de entonces la lucha por Italia marcaría la rivalidad entre aragoneses y franceses. Las campañas militares obligaron a mantener el esfuerzo económico y militar durante décadas. Aún así las conquistas ayudaron en el S. XV a impulsar la prosperidad y el crecimiento económico gracias al control de las rutas marítimas y la de las especias, con Siria y Egipto, a través del Mediterráneo.5
.4. LOS REINOS CRISTIANOS EN LA BAJA Edad Media: LAS RUTAS ATLÁNTICAS (CASTELLANOS Y PORTUGUESES). LAS ISLAS Canarias.
El fin de la Reconquista significó un cambio de rumbo en los reinos cristianos. Por su posición geográfica, la expansión de Castilla se dirigíó hacia el Atlántico. A lo largo del Siglo XIV, la acción exterior se dirigíó a asegurar su dominio en el sur de la Península. La toma de Algeciras en 1344, dejaba en manos castellanas el control del Estrecho. Como consecuencia, Sevilla y los puertos andaluces (Cádiz, Palos, Sanlucar) se convirtieron en punto de escala esencial en el viaje entre el Mediterráneo y el Atlántico. En Sevilla se instalaron agentes comerciales, banqueros de origen italiano, y marineros vascos que comenzaron a dominar el comercio marítimo, especialmente hacia la costa africana, de donde se traía el oro y los esclavos. El otro foco de la expansión fueron los puertos cantábricos y, sobre todo, Bilbao donde se centralizaba la exportación de la lana y del hierro vasco hacia los puertos de la costa francesa, Inglaterra y Flandes de donde se traían, como mercancía de retorno, paños, tapices y objetos de lujo. La importancia de las rutas marítimas llevó a la Corona de Castilla a alinearse, a partir de 1369, con Francia, con una alianza militar para asegurar el comercio de Castilla en el Canal de La Mancha. Paralelamente se desarrolló una abierta rivalidad con Portugal. Los portugueses iniciaron, desde el Siglo XIV, la exploración por la costa occidental africana. La rivalidad llevó incluso al rey de Castilla, Juan I, a invadir Portugal en 1383 que fue derrotado en Aljubarrota (1395). Las islas Canarias cobraron enorme interés estratégico durante el Siglo XV, al erigirse en un enclave privilegiado desde el que abordar la expansión atlántica. Su ocupación comenzó a mediados del Siglo XIV, pero su conquista efectiva no se llevó a cabo hasta finales del Siglo XV, bajo impulso del reino de Castilla, ya en época de los Reyes Católicos.