Por eso los campesinos eran llamados payeses de remença. En Aragón se produjeron protestas significativas. En Cataluña, en la segunda mitad del XIV las malas cosechas y la peste provocaron el abandono de muchas parcelas y los señores incrementaron sus exigencias e intentaron expulsar a los campesinos que ocuparon las tierras abandonadas, a finales del siglo los remenças se organizaron y enfrentaron a los señores. La corona en tiempos de Alfonso V se puso de su lado contra los señores. La crisis definitiva estallo en el reinado de Juan II que se enfrento con la nobleza y la oligarquía de Barcelona y fue apoyado por los payeses. La guerra civil terminó con la victoria del rey. En Cataluña en el siglo XV se enfrento la oligarquía de Barcelona, ciutadans honrats, agrupados en la Biga con los sectores populares organizados en la Busca. Los primero impedían la participación de los segundos en el gobierno de la ciudad y en la Generalitat. Los buscaires ocuparon el poder y aprobaron medidas económicas favorables para los artesanos. La Biga boicoteo al gobierno hasta desembocar en la guerra civil de 1462-1472. al final la oligarquía recupero el control de la ciudad, pero Barcelona ya estaba hundida económicamente. En Mallorca se produjo una rebelión de los campesinos (forans) contra los señores de Palma y mantuvieron cercada la ciudad. La actitud de la corona fue diferente: Alfonso V envío un ejercito que aplasto a los forans y acabo con la sublevación. 5.5. La iglesia. Fue acumulando un gran patrimonio territorial en los siglos de expansión. Los principales obispados y los grandes monasterios se convirtieron en poderosos terratenientes, en un régimen similar al del feudalismo nobiliario. Lo mismo ocurrió con las órdenes militares en zonas que los reyes les habían ido cediendo el mancha y Extremadura. En Aragón era similar. Dentro del clero las diferencias sociales eran muy acusadas. Los grandes prelados procedían de familias aristocráticas y disfrutaban de las rentas eclesiásticas y su vida era similar a la de la nobleza, viviendo alejados de las sedes que les correspondían. En la base de la institución, sacerdotes, monjes y monjas vivían en situaciones mas precarias. El clero regular tenía un nivel de vida digno, pero los curas rurales acusaban la pobreza y el hambre. La iglesia castellana fue creciendo. Entrar en ella daba seguridad y para muchos era una salida de la miseria. Ser miembro del clero, otorgaba prestigio social, exención de impuestos y privilegio de estar sometido a la justicia eclesiástica. 5.6. Las minorías religiosas. La inmensa mayoría era cristiana tanto en Aragón como en castilla.
Había dos minorías religiosas, la musulmana y la judía. Los mudéjares o moriscos eran numerosos al principio en Aragón y en valencia donde eran una parte esencial de la mano de obra.
La falta de pobladores y la rápida entrega de las poblaciones otorgaron capitulaciones benignas y respetaron los derechos y religión de los musulmanes. No hubo fugas masivas a granada ni disminución de la población mudéjar. En castilla, en Toledo, Andalucía y Murcia se conservo el derecho a practicar su religión de forma privada, y en las ciudades que capitularon se les permitió conservar sus propiedades y su organización interna. La población musulmana fue disminuyendo. La rebelión en Andalucía y Murcia inicio el éxodo hacia granada y la presión social iba aumentando, de modo que en el siglo XV eran unas minorías significativas en el valle del Guadalquivir y en Murcia, dedicadas a la agricultura. Los judíos eran numerosos en muchas ciudades. Inicialmente gozaron de cierta tolerancia, la actitud hacia ellos fue más hostil. La conquista les prohibía construir nuevas sinagogas o extender su fe, se les obligaba a vivir en sus barrios, las juderías, y llevar un distintivo en la ropa para diferenciarles. Se dedicaban a la medicina, artesanía o joyería. A mediados del siglo XIV creció el antisemitismo. Promovido por Enrique de trastámara. El odio antisemita tenia raíces en la mentalidad colectiva cristiana. Desde los púlpitos se les criticaba abiertamente. La creencia popular les atribuía mayor riqueza de la que tenían. Se acusaba a todos los judíos de ser responsables de los males del país. El resultado fue un estallido de violencia antisemita, el pogrom de 1391, comenzó en Sevilla y se extendió por varias ciudades de Castilla y de la Corona de Aragón, provocando asesinatos, asaltos y todo tipo de violencia contra las juderías. Varias desaparecieron. En algunas ciudades, como Zaragoza o Calatayud, los judíos permanecieron a salvo de la violencia. Las campañas propagandísticas de Enrique de Trastámara como las violencias de 1391 son ejemplos típicos de la utilización del antisemitismo, como válvulas de escape a las tensiones sociales y los conflictos de clase. Las clases populares se lanzaban a asaltar y quemar los barrios judíos. La pobreza y la búsqueda de un culpable para las catástrofes del s. XIV y los sermones de clérigos, que llevaron a la violencia. En 1412 un Ordenamiento real estableció en Castilla restricciones a la libertad de los judíos. Hubo sermones y campañas contra la religión judía. Los judíos decidieron convertirse. El rechazo se dirigió hacia los conversos, ante la sospecha de que muchos de ellos practicaban secretamente la religión judía (judaizaban), sobre todo porque muchos de los conversos alcanzaban posiciones influyentes. Se generalizo el recelo de los cristianos viejos hacia los cristianos nuevos, y reclamaban poner límites al acceso de los conversos a cargos civiles y eclesiásticos.