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Felipe II (1556-1598) recibió de su padre la mayor parte de sus dominios, con la ventaja añadida de que, al heredar su tío Fernando el cargo de emperador, los reinos hispánicos se desvincularon de los problemas inherentes al trono imperial germánico, problemas que tantos quebraderos de cabeza dieron a Carlos V. Fue un hombre muy religioso, trabajador incansable y de carácter desconfiado e introvertido. Siendo, como era, prácticamente un monarca absoluto, su personalidad condicionó la tarea de gobierno. Durante su reinado fue el hombre más poderoso del mundo, especialmente al convertirse también en rey de Portugal y de su imperio, lo cual no impidió la aparición de ciertos problemas y contratiempos que tuvo que afrontar. La gran obsesión de Felipe II fue la unificación interior, tanto desde el punto de vista político como religioso. Felipe II, una de las grandes figuras de la Historia
Universal, es un monarca controvertido. En España se le ha llamado el Rey Prudente y fuera de España la Leyenda Negra lo calificó como el Diablo del Mediodía. Las investigaciones actuales están dándonos una justa medida de su personalidad. Hay otros hechos como el severo ceremonial borgoñón, las vestiduras negras, distanciamiento de los súbditos, sacralización de sus persona, que le hacen antipático; otro tanto puede decirse de su afán por controlar todos los asuntos del Estado, lo que a pesar del desarrollo de la burocracia le llevó en numerosas ocasiones a la casi paralización del gobierno. Antes de ser rey, Felipe II había sido regente de los dominios de su padre en la península; después fue monarca consorte en Inglaterra y más tarde, soberano en los Países Bajos. Tras la batalla de San Quintín regresó a la Península Ibérica, de donde no se ausentó jamás. El reinado hubo de adaptarse a unas condiciones muy diferentes a las de Carlos V: una corte establecida por el rey en un lugar fijo, Madrid; la “hispanización” de la política, todas las decisiones eran adoptadas por un rey castellano y asistido por consejeros también españoles, de ahí el nombre de “monarquía hispánica”; la sustitución de la política universal por la confesional. Felipe podía aspirar a ser el líder de los católicos, por eso impulsó en España, bajo su dirección, la Contrarreforma; la reactivación, en el interior de la península, de las rebeliones. Este fenómeno estuvo muy relacionado con el aumento del autoritarismo político y religioso de Felipe II. Se mostró muy activo en los asuntos de gobierno, desconfiaba por lo general de sus subordinados y supervisaba en persona la actividad administrativa.
INTRODUCCIÓN.-
Universal, es un monarca controvertido. En España se le ha llamado el Rey Prudente y fuera de España la Leyenda Negra lo calificó como el Diablo del Mediodía. Las investigaciones actuales están dándonos una justa medida de su personalidad. Hay otros hechos como el severo ceremonial borgoñón, las vestiduras negras, distanciamiento de los súbditos, sacralización de sus persona, que le hacen antipático; otro tanto puede decirse de su afán por controlar todos los asuntos del Estado, lo que a pesar del desarrollo de la burocracia le llevó en numerosas ocasiones a la casi paralización del gobierno. Antes de ser rey, Felipe II había sido regente de los dominios de su padre en la península; después fue monarca consorte en Inglaterra y más tarde, soberano en los Países Bajos. Tras la batalla de San Quintín regresó a la Península Ibérica, de donde no se ausentó jamás. El reinado hubo de adaptarse a unas condiciones muy diferentes a las de Carlos V: una corte establecida por el rey en un lugar fijo, Madrid; la “hispanización” de la política, todas las decisiones eran adoptadas por un rey castellano y asistido por consejeros también españoles, de ahí el nombre de “monarquía hispánica”; la sustitución de la política universal por la confesional. Felipe podía aspirar a ser el líder de los católicos, por eso impulsó en España, bajo su dirección, la Contrarreforma; la reactivación, en el interior de la península, de las rebeliones. Este fenómeno estuvo muy relacionado con el aumento del autoritarismo político y religioso de Felipe II. Se mostró muy activo en los asuntos de gobierno, desconfiaba por lo general de sus subordinados y supervisaba en persona la actividad administrativa.