4. Economía y sociedad en la España del siglo XVI
Durante este siglo la población creció en Castilla, pero no en la Corona de Aragón.
Como consecuencia del crecimiento de la población y de la demanda de productos desde América, la agricultura tuvo un alza constante, pero esta expansión agraria no mejoró ni transformó la estructura de la propiedad heredada de la Edad Media con un predominio del latifundismo de nobleza y clero mientras que la situación de los pequeños campesinos seguía los vaivenes del mercado y de la climatología y eran castigados por los privilegios de la Mesta y los impuestos.
A principios del siglo XVI también creció la industria artesanal (metalurgia vasca, textil castellano), estimulada por la demanda del mercado americano. Sin embargo, la monarquía favoreció a los exportadores de lana frente a los productores de tejidos. La mala calidad de la materia prima, la atrasada técnica artesanal y los impuestos ahogaron a la industria textil castellana.
El comercio fue el sector que conoció un mayor desarrollo gracias a la explotación del Nuevo Mundo.
En Castilla, al no transformarse la estructura agrícola ni artesanal, la producción fue incapaz de abastecer la demanda. Esta escasez, unida a la gran cantidad de oro y plata en circulación, dio lugar a una espectacular subida de precios. Ante esta situación, la monarquía permitió la importación de todo tipo de productos del extranjero que, especialmente los textiles, eran de mejor calidad y menor precio que los castellanos, por lo que tanto el mercado interior como el americano quedaron en manos de los competidores extranjeros. Por tanto, el enorme flujo del comercio americano no sirvió para transformar la estructura económica de Castilla, muy castigada además por los fuertes impuestos. La sociedad del siglo XVI siguió siendo una sociedad estamental basada en los privilegios fiscales y penales. Los dos estamentos privilegiados, nobleza y clero, tenían poder económico (tierra), influencia política y preeminencia social, aunque dentro de cada grupo Europa.había notables diferencias de riqueza.
La nobleza (5% de la población) abarcaba desde la alta nobleza que acumulaba inmensos patrimonios, hasta los simples caballeros o hidalgos con haciendas mucho más precarias. Durante este siglo y el siguiente fueron habituales la compra de títulos y el acceso a la nobleza por servicios a la monarquía (nobleza de toga y espada). Dentro del clero (5-10 % de la población) también eran marcadas las diferencias entre el alto clero (obispos, abades), reclutado entre la alta nobleza, y el bajo clero (párrocos rurales, monjes) proveniente del campesinado y con similar nivel de vida.
El estamento no privilegiado era muy heterogéneo, se componía, en primer lugar, de grupos rurales y grupos urbanos, y dentro de cada grupo había grandes diferencias de riqueza y de status jurídico. La vida de los propietarios agrarios acomodados o de la burguesía urbana tenía poco que ver con la de los pequeños campesinos (libres o siervos), los jornaleros o el proletariado urbano. Pero todos ellos tenían en común la falta de privilegios, eran los pecheros, los que pagaban impuestos.
Finalmente, existían grupos marginados socialmente e incluso perseguidos por su origen étnico o religioso, eran los moriscos y los judíos conversos. Frente a ellos, los cristianos viejos ostentaban su certificado de limpieza de sangre, indispensable para tener prestigio social, acceder a la nobleza y ocupar cargos públicos.
5. Cultura y mentalidades en la España del siglo XVI. La Inquisición
La cultura del siglo XVI en toda Europa es la cultura del Renacimiento, movimiento que surgió en Italia a finales del siglo XIV y que reflejaba la mueva mentalidad del mundo moderno. El Renacimiento hundía sus raíces en el humanismo, corriente cultural (literaria y religiosa) que se extendió también a la España moderna pese a tener una sociedad todavía muy anclada en el espíritu medieval. Destacan como humanistas el cardenal Cisneros, Antonio de Nebrija (primera gramática castellana) y Luis Vives (humanista cristiano seguidor de Erasmo).
La mentalidad social del siglo XVI tenía dos rasgos fuertemente marcados. Uno era el afán nobiliario, especialmente por parte de la burguesía, cuyo ideal consistía en acceder a la hidalguía. El otro rasgo, característico de la mentalidad social de las capas más pobres, era la obsesión por la limpieza de sangre, motivo de orgullo que compensaba su pobreza, además de garantía frente al Tribunal de la Santa Inquisición. A diferencia de estos «cristianos viejos», los cristianos nuevos, los descendientes de los judíos conversos y los moriscos, siempre estuvieron bajo sospecha de los inquisidores.
La Inquisición española, sujeta a la jurisdicción de la Corona, se diferenciaba de la Inquisición pontificia que actuaba en el resto de Europa. Había sido creada a finales del siglo XIV por el pontificado para perseguir la herejía, pero el Papado concedió a los Reyes Católicos la jurisdicción sobre esta institución en la monarquía hispana, jurisdicción que ejercieron a través del correspondiente consejo de gobierno. El control de esta institución se perpetuó en la Corona española permitiendo así a ésta controlar la unidad religiosa e incluso la disidencia política. La Inquisición fue creada para perseguir, ante todo, a los falsos conversos judíos, pero también actuó en el siglo XVI contra los seguidores de la reforma luterana, muchos de los cuales terminaron en la hoguera, y contra todos aquellos que se desviaran de la ortodoxia del catolicismo. Los tribunales de la Inquisición o Santo oficio estaban formados por frailes dominicos, sus métodos eran la delación y la tortura, y las penas abarcaban desde la pérdida de los bienes para las faltas más leves, hasta la quema en la hoguera en la plaza pública por su efecto disuasorio. La Inquisición, aunque fue perdiendo fuerza, perduró en España hasta bien entrado el siglo XIX (1820) ,más que en ningún otro lugar de europa