Al-Ándalus: La Conquista Musulmana y el Auge del Califato de Córdoba
La Conquista Musulmana (711-720)
Aprovechando las disputas internas entre los visigodos, en el año 711 un ejército musulmán compuesto por bereberes y una minoría árabe desembarcó en la Península Ibérica y derrotó al rey visigodo Rodrigo en la batalla de Guadalete. Dirigidos por Tarik y Muza, gobernador del norte de África, tomaron la capital, Toledo, y en menos de un lustro, la casi totalidad de la Península. En el 720 dominaban el territorio, excepto la cornisa cantábrica y la franja oeste de los Pirineos.
La rapidez de la conquista se debió a la fragilidad de la monarquía visigoda y a la firma de acuerdos o capitulaciones con las poblaciones locales y la nobleza.
El Emirato Dependiente (711-756)
Tras la conquista, la Península se incorporó a la comunidad política musulmana con el nombre de Al-Ándalus. Al-Ándalus se convirtió en un emirato dependiente, sometido a la autoridad política y religiosa del califa, que gobernaba desde Damasco. Los musulmanes fijaron su capital en Córdoba, y aunque intentaron ocupar los territorios situados al otro lado de los Pirineos, fueron frenados por los francos en la batalla de Poitiers (732).
El Emirato Omeya Independiente (756-929)
En el año 750, la familia de los abasíes se hizo con el control del califato de Damasco después de eliminar a los Omeyas. Sin embargo, Abd al-Rahmán I, un miembro de la dinastía Omeya, sobrevivió y llegó a Al-Ándalus, donde tomó la capital, Córdoba. En el 756, se proclamó emir independiente del califato de Bagdad. Este nuevo emirato poseía independencia política y militar, aunque reconocía la autoridad religiosa del califa de Bagdad.
Entre sus sucesores destacaron Al-Hakam I y Abd al-Rahmán II. Durante este periodo, surgieron problemas internos como los enfrentamientos entre la capital y las ciudades fronterizas y las tensiones por el aumento de la presión fiscal sobre mozárabes y muladíes. En el exterior, mantuvieron las fronteras con los cristianos del norte, pero se les castigó con expediciones militares.
El Califato de Córdoba (929-1031)
En el año 929, Abd al-Rahmán III se proclamó califa, asumiendo el liderazgo político, militar y religioso, y rompiendo con la autoridad del califa de Bagdad. También reunificó y pacificó Al-Ándalus, incrementó los ingresos obtenidos por los impuestos y organizó un gran ejército. En la segunda parte de su gobierno, detuvo los avances conseguidos por los cristianos y estableció un protectorado en el norte de África. Convirtió el califato en la principal potencia islámica.
Su nieto, Hissam II, no gobernó directamente y dejó el poder en manos de Almanzor. Los musulmanes alcanzaron continuas victorias, y las razzias (incursiones de saqueo) contra los cristianos fueron constantes y provechosas. Tras la muerte de Almanzor en 1002, sus hijos conservaron el poder hasta 1009. El califato finalmente desapareció en 1031.
Al-Ándalus: Reinos de Taifas, Almorávides, Almohades y el Reino Nazarí de Granada
Los Reinos de Taifas (1031-1086)
Al desaparecer el califato, Al-Ándalus quedó dividida en taifas (pequeños y efímeros Estados en ocasiones enfrentados entre sí). Poco a poco fueron absorbidos por los reinos cristianos, excepto tras la llegada de almorávides y almohades, que temporalmente lograron reunificar el territorio. La mayoría de los primeros reinos de taifas alcanzó un destacado desarrollo cultural. Para sobrevivir, tuvieron que pagar parias (tributos) a los reinos cristianos. Desaparecieron por enfrentamientos y conquista entre ellos o con las monarquías cristianas.
La Llegada de los Almorávides (1086-1147)
En 1085, la toma de Toledo por Alfonso VI alarmó a las taifas restantes, que pidieron ayuda a los almorávides, quienes habían formado un imperio en el Magreb con un estricto rigorismo religioso. Éstos, en 1086, acudieron a la Península y derrotaron a los castellanos en Sagrajas (Badajoz). Sin embargo, la pérdida de territorios ante nuevos avances de los cristianos, la aplicación de impuestos extraordinarios y el rigorismo religioso redujeron sus apoyos. Incapaces de hacer frente a la situación, no pudieron evitar su desintegración.
El Dominio Almohade (1147-1212)
Los almohades eran un pueblo bereber que, al desplazar a los almorávides, constituyeron un imperio en el norte de África. Caracterizados por la ortodoxia y la intransigencia religiosa, acudieron a la Península en respuesta al llamamiento de las taifas. En el siglo XII, unificaron Al-Ándalus y establecieron la capital en Sevilla. Su desintegración comenzó tras su derrota ante Alfonso VIII en las Navas de Tolosa (1212).
Las Terceras Taifas y el Reino Nazarí de Granada (1212-1492)
Tras la caída de los almohades, surgieron las terceras taifas, pero solo sobrevivió Granada. Un nuevo pueblo, los benimerines, intentó invadir Al-Ándalus, pero fue derrotado en la batalla del Salado (1340).
El reino de Granada fue el último Estado musulmán de Al-Ándalus y sobrevivió dos siglos por su habilidad diplomática y su cohesión interna. Fue gobernado por la dinastía nazarí. Sus territorios se extendían por Almería, Málaga y Granada, y alcanzó su época de esplendor cultural en el siglo XIV. El reino nazarí de Granada fue finalmente conquistado por los Reyes Católicos en 1492.