La tierra y la economía agraria
Tras la invasión musulmana se produjo la redistribución de la tierra. Los árabes expropiaron las tierras de las ciudades que opusieron resistencia, las de la Iglesia y las de quienes huyeron. El estado islámico se quedó con la quinta parte y el resto fue para las tribus árabes. Se firmaron capitulaciones, en las que los propietarios visigodos mantuvieron sus propiedades. Los campesinos siguieron adscritos a la tierra y a ellos se añadieron los cautivos.
La élite árabe y la de origen visigodo se fueron fusionando. Los primeros en las ciudades cobraban las rentas e impuestos campesinos. Los segundos se islamizaron, convirtiéndose en muladíes y formando parte de las tribus árabes al transformarse en clientes de los invasores. Pasaban a utilizar nombres árabes, hacia el siglo X era imposible saber el origen de los aristócratas musulmanes. Lo mismo ocurrió con las primeras tribus bereberes en el siglo VIII.
Existían comunidades de campesinos libres, propietarios sometidos al impuesto y colonos que tenían contratos de aparcería con los terratenientes. Se hablaba de feudalismo tributario, porque los campesinos eran libres. Su forma de vida fue mejor, lo que explica su nula resistencia. En épocas de crisis, las subidas de impuestos provocaron sublevaciones.
Innovaciones en agricultura y sistemas de cultivo
La producción agraria se basó en los cultivos mediterráneos tradicionales: trigo, olivo y vid. En época nazarí hubo que importar trigo del reino de Castilla o norte de África. Los árabes trajeron el arroz y cultivos industriales como las plantas aromáticas y medicinales.
Al-Ándalus presentaba un aspecto próspero, con riqueza agrícola y abundancia de productos en los mercados de las ciudades. El desarrollo agrícola se basó en la extensión del regadío, con el empleo de técnicas hidráulicas, como la noria, las acequias, etc., para regular los riegos.
Esa misma prosperidad se dio en otras actividades como el desarrollo de la ganadería bovina, la cría caballar y la de ovejas. La pesca también tuvo gran auge en las ciudades costeras. Otros sectores de calidad fueron la producción de miel y gusanos de seda. También se dio la explotación de los recursos mineros (hierro, cobre) en el sur y de las salinas y canteras, para cubrir la demanda de construcción.
La producción artesanal y el comercio
La prosperidad económica se debió a la producción artesanal. Los talleres se agrupaban en barrios céntricos, y al frente de cada oficio había una autoridad (amin) que vigilaba la producción, la calidad y las condiciones de trabajo.
Entre los sectores artesanales destaca el textil, en cuyos talleres se producían excelentes paños de lana y lino. Hubo un enorme desarrollo en la vega granadina. Las sedas andaluzas se vendían por todo el Mediterráneo y en los reinos cristianos.
Algunos productos de lujo realizados por los artesanos eran la orfebrería, la pedrería, el trabajo en cuero, la alfarería y el vidrio, y la decoración constructiva. Alcanzaron fama los azulejos y la yesería, y la calidad de la albañilería y carpintería.
El comercio
Los productos artesanales se vendían en los talleres, mientras que los agrícolas en los zocos de las ciudades y en los mercados estacionales. Un funcionario se encargaba de vigilar los pesos y medidas y la calidad de los productos, y de perseguir los fraudes, y ejercer funciones de policía y de control de la vía pública.
El comercio internacional estuvo en manos de mozárabes y judíos, pero en el siglo XI pasó a los mercaderes musulmanes. En época nazarí, los comerciantes granadinos compitieron con los cristianos. Y en el siglo XV los comerciantes genoveses se hicieron con la mayor parte del negocio de importación y exportación.
El sistema monetario se basaba en el dirhem, de plata. En el siglo X los califas omeyas optaron por añadir el dinar, de oro. La abundancia de moneda de calidad se debía al flujo de oro y plata de los reinos cristianos, por los tributos y por los botines. En el siglo XI, a partir de los reinos de Taifas, los estados musulmanes se vieron obligados a pagar las parias, para mantener la tregua. Subieron los impuestos y la moneda se debilitó. Los soberanos andalusíes continuaron importando oro y plata de África. En el siglo XV la moneda de calidad escaseaba.
Hasta el siglo XII, el comercio se realizaba en barcos fabricados en las atarazanas andaluzas, barcos cristianos. Almería y Málaga fueron los puertos más importantes de al-Ándalus. En época omeya, se importaban esclavos y pieles de los reinos cristianos, y especias y maderas preciosas de Oriente. Se exportaban azúcar, frutos secos y azafrán. Los nazaríes tuvieron que importar más trigo, arroz y aceite. Aumentó la exportación de productos de lujo como alfarería u objetos de orfebrería.
La moneda y los impuestos
El sistema de impuestos establecía que solo los creyentes estaban obligados a pagarlos, pero luego el sistema fiscal afectó a toda la población. La presión fiscal no fue excesiva, salvo en momentos de crisis.
La sociedad
Las diferencias entre etnias apenas tuvieron importancia. Los árabes mantuvieron una posición dominante durante el periodo omeya. En los primeros siglos los muladíes se mezclaron con la élite árabe. Hubo cierta segregación con los bereberes que vinieron en el siglo X, que no llegaron a integrarse del todo.
La verdadera división tenía una base religiosa. Existía una gran diferencia entre musulmanes y no creyentes. Los primeros tenían funciones públicas, administrativas, militares o judiciales; estaban exentos del tributo personal, y ejercían plenamente su derecho en la sociedad islámica.
Los esclavos y cautivos cristianos veían en convertirse al islam el primer paso para conseguir la libertad. Los no creyentes, tenían más restringidos sus derechos. Cristianos y judíos tenían sus propias autoridades, que respondían ante las musulmanas, aplicaban el derecho visigótico o judaico y eran responsables de la recaudación de impuestos y del servicio militar.
Los mozárabes (cristianos andalusíes) fueron numerosos en los primeros siglos, y desaparecieron en la etapa almohade. Convivieron pacíficamente, pero en las crisis políticas de mediados del siglo IX y del X muchos mozárabes apoyaron a los jefes rebeldes muladíes. La iglesia tuvo organización en los primeros siglos y Sevilla, Mérida y Toledo eran sedes obispales. A partir del siglo X, casi desaparecen.
Los judíos fueron una pequeña minoría, vivían en sus propios barrios y tenían un peso significativo en Córdoba, Toledo o Lucena. En la etapa nazarí comenzaron a ser rechazados.