Tema 11
Al-Andalus entre los siglos XI y XV
Después de la caída del Califato de Córdoba en débiles reinos de taifas, el predominio musulmán en la península fue reemplazado por el dominio cristiano.
La evolución histórica de Al-Andalus
Después de la conquista de Toledo por Alfonso VI y hasta el final del siglo XV, el territorio de Al-Andalus estuvo en manos de los almorávides. Estos bereberes nómadas habían formado un gran imperio en el norte de África a principios del siglo XI.
Los almohades
Sustituyeron a los almorávides en el norte de África. El reino nazarí de Granada sobrevivió más de dos siglos gracias al apoyo de los musulmanes del norte de África y a la diplomacia de sus reyes, quienes compraron la paz en Castilla a cambio del pago de tributos. Sin embargo, a finales del siglo XV, los enfrentamientos internos y la debilidad de sus aliados norteafricanos permitieron la conquista del reino por los Reyes Católicos en 1492.
La cultura y el arte
En las letras destacaron historiadores como Ibn Khaldun y filósofos como Averroes. En las ciencias, los musulmanes hicieron avances notables en cartografía marina. En cuanto al arte, los musulmanes construyeron magníficos edificios con una rica decoración. Destacan la Giralda, que formaba parte del recinto defensivo de la ciudad, y la fortaleza-palacio de La Alhambra de Granada.
Los estados cristianos entre los siglos XI y XV
La evolución hasta el siglo XIII: aprovechando los problemas musulmanes, los estados cristianos peninsulares consolidaron y extendieron considerablemente su territorio. Los reinos de España y León se unieron en 1230 con Fernando III, después de pasar por varios momentos de unión y separación. De este se independizó Portugal en el siglo XII.
Los estados y los reinos orientales
Aragón y Navarra estuvieron unidos entre 1076 y 1135. Durante este periodo, Alfonso I el Batallador conquistó el valle del Ebro, Zaragoza, Toledo y Daroca. A la muerte de este rey, ambos reinos se separaron, Aragón se unió a la Corona de Aragón y Navarra se mantuvo como reino independiente.
La Corona de Aragón
Se formó en 1137 a través del matrimonio de Petronila, heredera de Aragón, con Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona.
Navarra
Después de separarse de Aragón, sufrió las presiones anexionistas de España y Aragón, y perdió su frontera con los musulmanes, lo que le impidió ampliar su territorio. Estuvo vinculada a Francia por enlaces matrimoniales.
La expansión castellana y aragonesa
En los siglos XIV y XV, los reinos cristianos peninsulares se enfrentaron a numerosos problemas: conflictos políticos entre los reyes y la nobleza, malas cosechas y la epidemia de peste de 1348, que provocó pérdidas demográficas y conflictos sociales en el campo y en las ciudades. La expansión castellana se dirigió hacia el Atlántico, donde conquistó el archipiélago de Canarias a lo largo del siglo XV. La expansión de la Corona de Aragón continuó por el Mediterráneo con la conquista de Cerdeña y los ducados griegos de Atenas.
La organización de los reinos cristianos
La monarquía fue la institución principal de los reinos peninsulares y sus reyes tenían más poder que los de otros territorios europeos. Los monarcas consideraban que este poder procedía de Dios y ejercían numerosas funciones: dictaban las leyes, administraban la justicia, dirigían el ejército, controlaban la acuñación de moneda y nombraban a los funcionarios. En Castilla, la monarquía era unitaria, es decir, estaba formada por un solo estado y la autoridad del rey era mayor. En la Corona de Aragón, la monarquía era federativa, compuesta por varios reinos como Aragón, Cataluña, Mallorca y Valencia, cada uno con sus propias instituciones. Los reyes tenían menos poder, ya que se aplicaba la teoría pactista.
Las instituciones del gobierno
Los reyes se ayudaron de instituciones de gobierno para ejercer su poder. La curia regia era una asamblea formada por nobles del reino, obispos y abades que aconsejaba al rey. Las cortes eran asambleas que surgieron cuando el rey convocó a los representantes de algunas ciudades. En cuanto a la administración territorial y el gobierno de las ciudades, eran complejos. Los nobles, laicos y eclesiásticos tenían una gran autonomía en el gobierno y la administración de sus señoríos. Las ciudades poseían su propio gobierno, que al principio estaba en manos de la asamblea de vecinos, pero después pasó a ser controlado por un reducido grupo de personas procedentes de la nobleza ganadera en Castilla y de grandes comerciantes.