1) El disentimiento del que habla Pere Ysás en este texto se refiere a todo el movimiento de oposición al
franquismo: el movimiento obrero con sus conquistas laborales y políticas, el movimiento juvenil, el
movimiento vecinal que luchaba por unas condiciones de vida dignas dejando al descubierto los efectos de un
desarrollismo que había creado barrios sin servicios mínimos, del movimiento de la Iglesia Católica que se
había ido alejando del régimen tras el Concilio Vaticano II, del movimiento feminista que luchaba por quitarse
de encima los viejos estereotipos sexistas de la Sección Femenina, del movimiento gay-lésbico por liberarse de
los prejuicios que tantas vidas había arruinado injustamente, de sectores del régimen franquista que se fueron
alejando de él, de personalidades independientes del mundo cultural y académico, y un largo etc de
movimientos sociales que forzaron el fin de la dictadura y la conquista de la Democracia.
A pesar de sus debilidades, todos estos movimientos, como dice el texto, lograron que en 1975 el régimen
estuviera tan enfermo de muerte como su fundador.
2) En el tardofranquismo se plantearon distintos proyectos de futuro tanto entre las distintas familias del
régimen como de la oposición política acerca de qué rumbo seguir tras la muerte inminente del dictador.
En el seno del régimen franquista, había dos tendencias: los aperturistas y los inmovilistas. Los inmovilistas (el
búnker) no tenían más proyecto que el franquismo sin Franco, es decir, continuar con una dictadura como la
emprendida en 1939. En 1975 el líder de este sector era el propio presidente del Gobierno Carlos Arias
Navarro. En este grupo estaban personajes como José Antonio Girón de Velasco, Juan García Carrés, Blas Piñar,
y muchísimos miembros de la milicia (Ángel Campano, Jaime Miláns del Bosch, Antonio Tejero …) que en varias
ocasiones intentarían dar golpes de Estado para abortar cualquier salida democrática.
Los aperturistas eran partidarios de conducir el régimen desde la dictadura hasta una democracia homologable a las europeas occidentales. A este grupo de los aperturistas pertenecían el propio príncipe, luego rey Juan Carlos I, y sus hombres de confianza: Manuel Gutiérrez Mellado, Manuel Fraga Iribarne, Torcuato Fernández Miranda y Adolfo Suárez. Eran partidarios de cambiar el régimen, pero desde la legalidad, derogar el régimen franquista, pero sin rupturas: de la Ley a la Ley a través de la Ley.
Por su parte, también en la oposición política, formada fundamentalmente por unos partidos de izquierdas muy atomizados (PSOE, PCE, PTE, ORT, …) y los de los nacionalismos periféricos (CDC, PNV, ETA, …), había distintos proyectos:
Por un lado, la Junta Democrática (promovida por el PCE) planteaba una ruptura democrática consistente en la disolución inmediata de las instituciones franquistas y la formación de un gobierno provisional que garantizase el establecimiento de estructuras democráticas.
Por otro lado, la Plataforma de Convergencia Democrática (auspiciada por el PSOE) planteaba una ruptura pactada o reforma de las instituciones franquistas, para que desde la legalidad se desembocara paulatinamente en el sistema democrático. Este proyecto coincidía con el de los aperturistas del régimen franquistas.
Ambas alternativas opositoras terminaron convergiendo en Coordinación Democrática, organización que fue capaz de llegar a un gran consenso con los aperturistas del régimen (Adolfo Suárez, …) para llegar a unas elecciones libres y un sistema plenamente democrático.
La Constitución fue elaborada de forma consensuada por una Comisión de Asuntos Constitucionales del Congreso formada por expertos constitucionalistas de los principales partidos con representación parlamentaria tras las elecciones generales de Junio de 1977 que fueron, de facto, constituyentes: UCD, PSOE, AP (hoy, PP), PCE y Minoría Catalana (CiU). El Partido Nacionalista Vasco (PNV) no desea participar por considerarla una “imposición centralista española”.
El proceso de elaboración de la constitución del 78 fue lento y tortuoso, debido a las profundas diferencias ideológicas de los grupos políticos, pero el convencimiento de que no se podían cometer los mismos errores del pasado, llevó al llamado “consenso constitucional”. Tras año y medio de discusiones, el proyecto de constitución fue aprobado por ambas cámaras el 31 de Octubre de 1978, con 551 votos de 598 posibles. Un mes después, el 6 de Diciembre de 1978, los españoles respaldaban masivamente la nueva Constitución, con un 87’8 % de votos a favor y un 7’8 % en contra, con un elevado porcentaje de abstención en Euskadi. La abstención fue de un 32,9%.
La vigente Constitución española es un texto caracterizado por la voluntad de diseñar un marco válido para todas las corrientes políticas y sociales, que permitía superar los dos bandos enfrentados en la Guerra Civil, buscando que gobernase quien gobernase, se sintiese cómodo dentro del marco constitucional, permitiendo con ello, una vida larga al régimen democrático.
La Carta Magna recogía en sus 169 artículos las carácterísticas esenciales de las democracias occidentales:
1-En el Preámbulo se define a España como un “Estado social y democrático de Derecho”: define el marco
económico como «economía social de mercado». Esto implica el reconocimiento de los principios que deben
regir la política social y económica del Estado: salud, medio ambiente, educación, tercera edad, …
2-En el Título Preliminar se establece que la soberanía recae en el pueblo español bajo la forma de una
monarquía parlamentaria.
3-En cuanto a organización territorial, se recoge la “indisoluble unidad de la Nacíón española” a la vez que se
reconoce el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran. Las competencias se
reparten entre el Estado y las autonomías.
4-Establece la separación e independencia de los tres poderes fundamentales del Estado: Ejecutivo (gobierno), Legislativo (Congreso y Senado) y Judicial (jueces y magistrados).
5- En el Título 1 se garantizan los derechos humanos y las libertades de forma detallada y una de las más completas de las constituciones actuales, e incluye la mayoría de edad a los 18 años, propiedad privada, la libertad religiosa y la abolición de la pena de muerte en tiempos de paz. Reconoce derechos individuales del liberalismo clásico, junto con derechos colectivos y sociales.
El Congreso y el Senado aprobaron el texto constitucional en Octubre de 1978 en una sesíón conjunta. El 6 de Diciembre de 1978 la constitución se sometíó a referéndum. Votó el 67% del electorado y fue aprobada por el 87% de los votantes.
Tras las elecciones de 15 de Junio de 1977 se inició en Canarias un proceso preautonómico, aunque no se pondría efectivamente en marcha hasta que se aprobase la Constitución, que en ese momento aún estaba en fase de estudio.