Análisis del Intervencionismo Militar y la Oposición al Liberalismo en la España del Siglo XIX

Intervencionismo Militar en la España del Siglo XIX

El Político-Militar

Naturaleza: Política-ideológica

Fuente: Historiográfica o secundaria

Cronología: 1979

Autor: Salvador de Madariaga, diplomático e historiador español de ideología liberal.

Destinatario: Comunidad científica. Público interesado en la temática.

Finalidad: Trazar una visión crítica del intervencionismo militar en la Historia de España.

Contexto Histórico

Este documento se enmarca en la aparición de personajes como Narváez y O’Donnell en la década de los años 40, cuando triunfó la Revolución Liberal en España durante el reinado de Isabel II. El nuevo Estado estaba mediatizado por una serie de factores que impedían el libre juego político y la estabilidad del sistema:

  1. La intervención de la corona de Isabel II en la vida política favoreciendo al partido Moderado.
  2. El sistema electoral corrupto que dejaba fuera del juego político a la mayoría de la población.
  3. La presencia de los militares en la vida política, marcada por el protagonismo que tuvieron en la Guerra de la Independencia y el reinado de Fernando VII.

Análisis

El texto expone los rasgos psicológicos del político-militar y, en concreto, del general Narváez, tomándolo como ejemplo de militar intervencionista en la política española de los siglos XIX y XX. Hace uso de la sátira y la ironía para denunciar lo que ha sido la maldición de España en los tiempos modernos.

Conclusión

La presencia activa de los militares en la vida política de España, aunque agudizada durante la implantación del Liberalismo, se daba cuando los Capitanes Generales gozaban de la misma influencia que la nobleza o el clero. Existen dos fracasos, aunque de planteamientos ideológicos diferentes: La sublevación de Jaca en diciembre de 1930 y la intentona golpista de Tejero el 23 de febrero de 1981, al final de la Transición Española (1975-1981), cuando se estaba consolidando la democracia.

Comentario

Los antecedentes de este fenómeno aparecen en la Guerra de la Independencia, en las reiteradas tentativas de poner fin al absolutismo de Fernando VII entre 1814 y 1820, en el restablecimiento de la Constitución de Cádiz que llevó a cabo Riego en 1820, inaugurando el Trienio Liberal (1820-1823), y en la invasión de tropas francesas para poner fin al mismo en 1823. Se pueden citar como causas la corrupción del poder civil, que incitaba al estamento militar a una intervención purificadora, y el hecho de que las guerras habían popularizado la figura de los jefes militares. Pero es sobre todo la estrecha base electoral la que, al fomentar los movimientos populares de las capas sociales no representadas, impelía a los militares a restaurar el orden.

La Primera Guerra Carlista fue la plataforma de la que saltarán a la vida política los generales intervencionistas durante el reinado de Isabel II: Espartero, Narváez y O’Donnell. Todos ellos ocuparán la presidencia del Gobierno. Serrano y Prim lo harán en el periodo 1868-1874.

El mecanismo de intervención militar en la política es conocido con el nombre de pronunciamiento. Los militares actuaban como representantes de un partido concreto. Narváez era el apoyo de los moderados, y Espartero y Prim, de los progresistas. Su funcionamiento se repite a grandes rasgos y sin grandes variaciones en las numerosas ocasiones en que tuvo lugar durante el siglo XIX (trece solo en el periodo isabelino): ante el descontento con un gobierno, comenzaba una conspiración en la que participaban militares y, a veces, personalidades de la vida civil. Llegado el día acordado, un alto cargo militar leía un manifiesto a las tropas del cuartel donde él tenía el mando. En el manifiesto denunciaba la situación, es decir, se pronunciaba políticamente al tiempo que daba su apoyo al partido en cuyo nombre lo hacía. En ocasiones, contaba con la ayuda de otros militares que, a su vez, colaboraban desde otros cuarteles. Si no encontraba resistencia, el pronunciamiento triunfaba y el gobierno cambiaba. En caso contrario, se procedía a una represión contra todos los militares implicados que acababa en el fusilamiento de los organizadores o, al menos, en el exilio.

Durante el reinado de Isabel II tuvieron lugar pronunciamientos de uno u otro signo. El denominado “Motín de la Granja” de 1836 supuso la entrada de los progresistas en el gobierno. El moderado de 1843, protagonizado por Narváez, dio acceso a diez años de gobierno moderado, y el denominado “la Vicalvarada” (1854) puso fin a la Década Moderada (1844-1854), devolviendo el poder a los progresistas.

La distinción semántica entre pronunciamiento militar, alzamiento militar y golpe de Estado se basa en la diferencia de amplitud de la trama militar o social implicada y también en la intencionalidad de los sublevados de tan solo denunciar una situación, apelando a la opinión pública, o bien tomar el poder. En el primero de los casos, no suele haber trama civil implicada y solo participa un importante jefe militar o una pequeña parte del ejército. En el alzamiento militar, como “la Gloriosa” en septiembre de 1868, participaron un gran número de tropas y varios jefes militares, tanto de tierra como de mar. El golpe de Estado supone la implicación, además del estamento militar, de una trama civil más o menos diversificada.

La Desamortización de Mendizábal

Análisis del Decreto

1. Naturaleza del texto: Es un Decreto que el presidente del gobierno de España, Mendizábal, presenta a la regente para que lo firme y pueda entrar en vigor. Es una fuente primaria, documento oficial, y de naturaleza política y económica.

2. Autor: El autor es Mendizábal, nacido en Cádiz en 1790. De ideas liberales y con un papel activo en el levantamiento de Riego en 1820, por lo que vivió exiliado en Londres. Alcanzó la presidencia del gobierno y, más tarde, fue depuesto. De ideas liberales progresistas durante su etapa de político, llevó a cabo importantes medidas. La más importante, la Desamortización de los bienes del clero regular y del clero secular.

3. Cronología y contexto histórico: El texto es del 21 de febrero de 1836. Existían dos decretos de Desamortización: 1. En octubre de 1835, por el que se suprimían las órdenes religiosas y se debilitaba la influencia de la Iglesia en el carlismo. 2. Se articulaba el sistema de venta de los bienes nacionalizados. El país tenía una situación muy difícil, ya que estaba dividido política, social e ideológicamente, y los problemas se solucionaban por medio de las armas. Otros bandos tenían síntomas de debilidad: los carlistas eran incapaces de conseguir sus objetivos, los liberales estaban divididos en Moderados y Progresistas, y Hacienda estaba en bancarrota por la financiación de la guerra. En este contexto, la regente llama a Mendizábal, ya que podía reportarle créditos por su relación con el mundo financiero.

4. Análisis del texto: Este documento justifica la necesidad de vender los bienes eclesiásticos en tres razones: 1. Acabar con los obstáculos que, según la mentalidad burguesa, estaban retrasando el desarrollo económico del país. 2. Disminuir la deuda pública producida por la guerra carlista. 3. Aumento de la burguesía.

Comentario del Texto

5. Comentario del texto: Gira en torno a estas tres ideas. Al hablar de desamortizaciones, se habla de una serie de disposiciones tomadas por el poder público con el objeto de liberar la propiedad de la tierra que estaba en manos de la Iglesia. La desamortización de Mendizábal (1836) y la de Madoz (1855) fueron un intento de la burguesía por terminar con los obstáculos jurídicos. Estas medidas desamortizadoras fueron llevadas a cabo por los progresistas, que significaron poner en el mercado una cantidad considerable de bienes raíces, por lo que estas propiedades pasaron a manos de la burguesía. La llegada al poder de los moderados no paralizó las desamortizaciones. La gran primera desamortización fue la de Mendizábal. El sistema diseñado era que, en primer lugar, los bienes eran nacionalizados y, después, subastados. En esta primera desamortización, los bienes pertenecían al clero regular y secular. Se llevó a cabo en 1836, un año delicado para la causa liberal. El sistema que siguió Mendizábal fue sacar los bienes nacionalizados a subasta, lo que quiere decir que los bienes se los quedaban los ricos, por lo que la desamortización se convirtió en una pura especulación mercantil. Todos los propietarios debían pagar en efectivo en un plazo de 16 años o bien una parte en efectivo y otra comprando Deuda Pública, para la cual tenían 8 años. Esta desamortización no cumplió su objetivo social, ya que en las subastas los lotes fueron a parar a la burguesía, y los campesinos se vieron decepcionados, ya que solo cambió que, en vez de pagar a la Iglesia, pagaban a la burguesía. Además, las tierras se concentraron en pocas manos. Por lo que la realidad socioeconómica era la misma que la del Antiguo Régimen; los dueños, distintos.

6. Conclusión: La preocupación por la situación de la agricultura está presente en el pensamiento de los ilustrados. Las primeras medidas fueron tomadas por Godoy durante el reinado de Carlos IV. Pero será con los progresistas cuando se realice la Desamortización de Mendizábal, que, junto con la de Madoz, serán las dos grandes oportunidades desaprovechadas para cambiar las estructuras socioeconómicas de España. Las desamortizaciones impidieron que muchos capitales que se intervinieron en la compra de tierras no se invirtieran en la industria. Existían grandes desigualdades sociales. Reforma Agraria de 1932.

La Oposición al Liberalismo: El Carlismo

Introducción

La muerte de Fernando VII dejó el gobierno en manos de su esposa María Cristina como regente, hasta que su hija Isabel, que tenía 3 años, cumpliera la mayoría de edad. Durante la regencia de María Cristina se producen dos hechos relevantes: por un lado, el triunfo de la revolución liberal en España y, por otro, la Primera Guerra Carlista. El triunfo del liberalismo no fue por convencimiento político de la regente, sino más bien por una necesidad política: la necesidad de preservar el trono para su hija ante el peligro que suponía el levantamiento de su cuñado Carlos María Isidro, que hizo que buscara apoyo en los liberales. El Bienio Progresista (1835-1837) viene a señalar una etapa de transición hacia la implantación del liberalismo con la restauración de la Constitución de Cádiz y la promulgación de la Constitución de 1837.

El Carlismo

Es un movimiento político e ideológico que representa la reacción frente al liberalismo. Representa a una sociedad arcaica y conservadora que se veía amenazada ante el avance del liberalismo.

Origen y Precedentes

En 1833, los grupos favorables al absolutismo se negaron a reconocer a Isabel como legítima sucesora a la Corona española y se sublevaron contra María Cristina. Los sublevados proclamaron rey a Carlos María Isidro, dando comienzo a la guerra civil (1833-1839). La guerra carlista suponía el enfrentamiento de dos maneras de concebir la sociedad: los partidarios de la defensa del Antiguo Régimen y los que aspiraban a construir el Estado liberal burgués.

Antecedentes:

El reinado de Fernando VII es un constante enfrentamiento entre liberales y absolutistas:

  1. Durante el Trienio Liberal, la aparición de partidas absolutistas y la formación de la Regencia de Urgel (1822), que se proclaman realistas.
  2. Década Ominosa: Movimiento guerrillero, Guerra de los Agraviados o Malcontents, que supone el primer ensayo carlista y la creación de un voluntariado realista que sustituye a la Milicia Nacional.

Características Sociales e Ideológicas de Ambos Bandos

1. Bando Carlista:

Defendido por la nobleza rural, el clero regular y una base social campesina.

  1. La nobleza terrateniente, porque tenía temor de que el triunfo del liberalismo significara la pérdida del control de la propiedad de la tierra.
  2. Los pequeños propietarios campesinos y artesanos.
  3. El bajo clero y el clero regular, que veían en Don Carlos una garantía para evitar la pérdida de influencia de la Iglesia.
2. Bando de la Regente:

Formado por absolutistas que habían sido fieles a Fernando VII. Firmó un pacto con el liberalismo moderado que suponía el paso al régimen liberal sin revoluciones populares.

Apoyos Internacionales

1. Bando Carlista:

Don Carlos recibió apoyo de las potencias absolutistas como Prusia, Rusia o Austria.

2. Bando Liberal:

Contó con el apoyo de Inglaterra, Portugal y Francia, que fueron favorables a la implantación del liberalismo.

Marco Geográfico del Carlismo

Triunfó en zonas rurales, sobre todo en el norte de la península. Las principales causas del arraigo en estas zonas se encuentran en la situación económica de los grupos que apoyaban al carlismo, así como la defensa de los fueros.

Desarrollo de la Guerra

La guerra surge el 1 de octubre de 1833, cuando Don Carlos reivindicó desde Portugal sus derechos dinásticos (Manifiesto de Abrantes) y fue proclamado rey.

1ª etapa (1833-1835):

Corresponde a los éxitos carlistas. El general Zumalacárregui formó un ejército de 25.000 hombres, y los carlistas consiguen el control de gran parte del País Vasco, pero fracasan en el control de grandes capitales. La muerte del general carlista permite a las tropas de María Cristina tomar la iniciativa, y el general liberal Espartero derrota a las tropas carlistas en Luchana.

2ª etapa (1835-1837):

Corresponde con el auge del ejército liberal. La entrada de Don Carlos en España y el fracaso en su intento de entrar en Madrid; es incapaz de tomar la capital.

3ª etapa (1837-1840):

Estaba marcada por la división ideológica del carlismo: los transaccionistas, que se mostraban partidarios de alcanzar un acuerdo con los liberales, y, por otro lado, los intransigentes, más cercanos a Don Carlos, partidarios de continuar con la guerra. El representante de los transaccionistas, el general Maroto, firmó el Convenio de Vergara (31 de agosto de 1839) con el general Espartero.

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