5. Andalucía durante la Restauración
En el periodo comprendido desde el inicio de la Restauración hasta la crisis de 1869 en Andalucía se reprodujo fielmente el sistema biparlamentario estatal con predominio de los conservadores. El caciquismo adquirió una gran relevancia en nuestra comunidad. Numerosos políticos andaluces desempeñaron importantes cargos en los gobiernos y en la administración estatal.
Oligarquía y caciquismo
El partido conservador estaba integrado por los grandes terratenientes y por la burguesía agraria que constituían lo que se denominó como oligarquía con un gran poder económico, político y social. La burguesía urbana industrial, dedicada a los negocios, se identificaba con el Partido Liberal. En todo el periodo predominaron las candidaturas conservadoras.
Las ideas republicanas arraigaron en la sociedad, aunque no lograron obtener un número significativo de representantes, debido al fuerte control en las elecciones. El Partido Federal tuvo un gran protagonismo, ya que estaba considerado como heredero de los junteros liberales. La aportación más importante del republicanismo andaluz fue el proyecto de constitución Federal aprobado en 1883, en el cual se planteó una organización política a partir de la autonomía de los municipios. El caciquismo alcanzó gran relevancia en esta etapa política, especialmente en el campo, donde había adquirido gran poder, controlando la política y la guardia civil. Este hecho se vio favorecido por el gran número de analfabetos en ese tiempo, por el dominio que los propietarios de las tierras ejercían sobre el mercado de trabajo y por la creciente influencia en el campo de las ideas anarquistas. Así surgió una nueva figura llamada «señoritos», los cuales tenían un gran poder económico y mandato sobre la población.
Orígenes del nacionalismo andaluz
Las primeras ideas andalucistas surgieron de una serie de personalidades de la pequeña burguesía y clases medias urbanas. Algunas revistas o instituciones creadas en esa época también ayudaron a impulsar estas ideas. Este movimiento andalucista se desarrolló al margen de las corrientes políticas y sociales del momento. El proletariado urbano y campesino estaba más preocupado por luchar por lo inmediato y cotidiano, como los jornales, trabajo, etc. Por su parte, la oligarquía agraria dedicaba su atención a controlar la política. Todas estas iniciativas constituirían la base del nacionalismo andaluz del siglo XX.
6. Desastre del 98
A finales de 1890, el enfrentamiento de los dirigentes políticos, una deficiencia económica y, en su mayor parte, la guerra de Cuba, empezaron a arruinar el sistema de la Restauración. Desde 1868, las sublevaciones en Cuba habían sido casi permanentes y fueron sofocadas por vía militar y mediante pactos políticos, pero en 1895, con el llamado «grito de Baire», un pronunciamiento público la independencia de la isla. A los rebeldes se les unió un intelectual llamado José Martí. En estas sublevaciones participaba la pequeña burguesía independentista.
El gobierno español envió más de cien mil soldados bajo las órdenes del general Martínez Campos, que en otras ocasiones había conseguido sofocar otras revueltas. La táctica del general no dio fruto esta vez, y en 1895, el general Martínez Campos había fracasado en su intento de controlar la isla. Tanto Cánovas como Sagasta estaban dispuestos a otorgar a los cubanos más privilegios de los acordados en la Paz de Zanjón 1878, pero ambos coincidían en no ceder en la soberanía «Cuba es España». La respuesta fue militar, el contingente español con más de 300 mil soldados. Como nuevo general fue designado Valeriano Weyler. A pesar de que Weyler parecía controlar la situación, a comienzos del 97, situaciones hicieron caer el dominio sobre la isla. 1. Los liberales en la oposición empezaron a distanciarse de Cánovas y a pedir una acción más política que militar. 2. Por otra parte, en EE.UU ganaron los republicanos las elecciones y el nuevo presidente McKinley era partidario de intervenir en la contienda y de sustituir a España en el dominio de la isla. Tras el asesinato de Cánovas, volvió al poder Sagasta, quien intentó solucionar el problema cubano por medio político, tal y como lo había propuesto desde la oposición. Para ello se promulgó una nueva constitución donde quedaba establecido que era un estado autónomo de derechos que los peninsulares podrían elegir una cámara de representantes y contarían con un gobierno propio más un gobernador general. En la batalla naval de Santiago de Cuba, la flota española sucumbió ante la potencia de los barcos de EE.UU y el gobierno español no tuvo más remedio que pedir la paz. En la paz de París 1898, España perdía definitivamente todas sus posesiones de ultramar: Cuba y Puerto Rico y Filipinas, donde la flota española fue derrotada por la estadounidense en la batalla naval de Cavite. Las pérdidas económicas españolas se recuperaron rápidamente.
Estas derrotas conmovieron a la opinión pública española y se perdió el ambiente de confianza que se había vivido en la Restauración. La crítica al sistema y la aparición de las ideas de regeneracionismo del país mediante el saneamiento de la Hacienda se propiciaron.
La pérdida de las colonias supuso un duro golpe para las exportaciones de industrias españolas, que tenían allí importantes mercados y materias primas.