Argentina a Fines del Siglo XIX: Economía, Sociedad y Política

El Modelo Agroexportador y la Inserción en el Mercado Mundial

A fines del siglo XIX, el modelo económico argentino se basaba en la exportación de materias primas. Alberti consideraba que la inserción del país en el mercado mundial como exportador de materias primas era positiva. Sin embargo, Fragueiro, si bien coincidía en que era beneficioso, sostenía que Argentina podría obtener mayores oportunidades y capital si se convertía en una potencia mundial en el comercio de manufacturas.

En esa época, existía una división internacional del trabajo. Los países centrales se caracterizaban por su desarrollo industrial y su capacidad para producir manufacturas, mientras que los países periféricos, como Argentina, se enfocaban en la exportación de materias primas.

La inserción de Argentina en el mercado mundial se vio impulsada por la gran demanda de materias primas por parte de países industrializados como Inglaterra. La necesidad de mano de obra en Argentina llevó a una importante ola de inmigración europea. Los ingleses, además de demandar materias primas, invirtieron en la construcción del ferrocarril argentino, lo que si bien facilitó el transporte de mercancías, también generó una gran deuda externa para el país.

Problemáticas del Modelo Agroexportador

El modelo agroexportador argentino enfrentó diversas problemáticas:

  • Falta de tierras disponibles para la producción, debido a la ocupación por parte de los pueblos indígenas.
  • Escasez de transportes nacionales e internacionales para trasladar la producción.
  • Falta de mano de obra para trabajar en los campos y las industrias.
  • Distribución desigual de la tierra, concentrada en pocas manos.
  • Creciente deuda externa.

Para solucionar la falta de tierras, se llevaron a cabo dos estrategias. Por un lado, Alsina impulsó una estrategia defensiva con la construcción de las Zanja de Alsina, con el objetivo de frenar el avance indígena. Por otro lado, Roca llevó a cabo la Conquista del Desierto, una campaña militar que culminó con la derrota de los pueblos indígenas y la incorporación de sus territorios al Estado Nacional. Esta conquista, sin embargo, tuvo un alto costo humano y social para los pueblos originarios.

La falta de transportes se intentó solucionar con la construcción del ferrocarril por parte de capitales ingleses. Si bien esto mejoró la conectividad, también generó una gran dependencia económica con Inglaterra.

Para atraer mano de obra, se sancionó la Ley de Inmigración, que prometía a los inmigrantes europeos pasajes gratuitos, alojamiento y tierras. Sin embargo, en la práctica, estas promesas rara vez se cumplían, y muchos inmigrantes se encontraron con condiciones de vida muy precarias.

Sociedad: Burguesía y Proletariado

La sociedad argentina de fines del siglo XIX estaba dividida principalmente en dos clases sociales: la burguesía y el proletariado.

La Burguesía

La burguesía era la clase dominante, dueña de las tierras, las industrias y el capital. Gozaba de un alto nivel de vida, con acceso a educación, cultura y comodidades. No realizaban trabajos manuales y tenían gran influencia en la política.

El Proletariado

El proletariado estaba compuesto por los trabajadores, tanto rurales como urbanos. En el campo, trabajaban en condiciones precarias, sometidos a largas jornadas y bajos salarios. En la ciudad, se desempeñaban como obreros en las fábricas, también en condiciones insalubres y de explotación. Vivían en conventillos, con hacinamiento y falta de higiene. A pesar de su situación, el proletariado comenzó a organizarse en sindicatos y a luchar por sus derechos.

El Sistema Político: Una Democracia Restringida

Si bien Argentina se presentaba como un país democrático, en la práctica el sistema electoral estaba controlado por la élite. El voto era público y solo un pequeño porcentaje de la población participaba en las elecciones. El fraude electoral era común, y el partido gobernante, el PAN, se aseguraba su permanencia en el poder a través de la manipulación y la violencia.

En este contexto, las clases populares tenían una participación política limitada y sus derechos eran vulnerados. A pesar de ello, comenzaron a surgir movimientos obreros y sociales que buscaban cambiar las condiciones de vida y lograr una mayor justicia social.

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