El Contexto Previo a la Segunda Guerra Mundial
El Nazismo en Alemania
Alemania, uno de los países más afectados por la crisis económica de principios de los años 30, vio agravada su situación por el recuerdo de la debacle económica de la década anterior. Esto estimuló el surgimiento de organizaciones nacionalistas. Adolfo Hitler se convirtió en el líder del Partido Obrero Alemán, renombrándolo como Partido Nacional Socialista de Trabajadores Alemanes (Partido Nazi) y dotándolo de una milicia armada.
La tensión política y social creció, y el gobierno fue incapaz de resolver la crisis. En un ambiente de violencia, exacerbado por las milicias nazis, Hitler exigió el poder. El apoyo al Partido Comunista también aumentaba, lo que permitió a Hitler obtener el respaldo de empresarios, quienes, temiendo un triunfo comunista, pidieron que se le entregara el gobierno.
Hitler llegó al poder en enero de 1933 como Canciller (equivalente a primer ministro), ya que el Partido Nazi tenía la mayor representación en el Reichstag (parlamento alemán). Es decir, accedió al poder por vías democráticas. Concentró los cargos de Canciller, Presidente y Jefe de las Fuerzas Armadas, y el pueblo alemán lo llamó Führer (líder).
Hitler implantó una política de persecución contra judíos, minorías étnicas, homosexuales y adversarios políticos. Ilegalizó al Partido Comunista y luego a los demás partidos. Envió a sus líderes a campos de concentración, suprimió las libertades individuales y sembró el terror.
El régimen nazi impuso una nueva política económica con un estricto dirigismo estatal que organizaba la producción, los salarios y el mercado. Su objetivo principal era lograr la autonomía total respecto a los mercados extranjeros para preparar la guerra. Este plan económico convirtió a Alemania, en 1939, en una potencia industrial de primer orden.
La Situación en Japón
Japón fue una de las naciones más afectadas por la crisis económica, y las medidas proteccionistas de otros países agravaron su situación. Al igual que en Alemania e Italia, la salida de la crisis se buscó en la expansión militar, que estimuló la industria.
Aunque no se implantó un régimen fascista ni personalista, los militares obtuvieron una influencia determinante en el gobierno japonés. Sus dirigentes, miembros de organizaciones ultranacionalistas, tenían la autoridad para orientar las decisiones gubernamentales hacia el totalitarismo. Su influencia fue clave en la renovación del imperialismo japonés.
El Estallido de la Segunda Guerra Mundial
Las Ambiciones Alemanas
Hitler desarrolló un plan para que Alemania dominara Europa y luego el mundo. La primera etapa consistía en eliminar las restricciones impuestas por el Tratado de Versalles, lo que implicaba la remilitarización y la ocupación de territorios desmilitarizados. Luego, se anexarían los pueblos de raza aria y, finalmente, se conquistarían los países limítrofes que constituían el «espacio vital» de Alemania.
Para lograr el primer objetivo, Hitler reequipó al ejército, la marina y la aviación. Abandonó la Sociedad de las Naciones y, en 1936, violó el Tratado de Versalles al remilitarizar Renania. En 1938, llevó a cabo el Anschluss (anexión de Austria), considerándola parte integral de los pueblos alemanes. La unión fue ratificada por alemanes y austriacos en un plebiscito con un 97% de votos a favor. Ese mismo año, invadió la región de los Sudetes, en Checoslovaquia, argumentando que su población era de origen alemán y conservaba su cultura.
Las Ambiciones Italianas
Italia se había integrado tarde y en malas condiciones a la carrera imperialista, por lo que sus posesiones coloniales no contribuían significativamente a su poderío. Mussolini estaba decidido a cambiar esto, creyendo que una política imperialista aseguraría su posición económica e internacional. En África, solo quedaban Liberia y Etiopía sin conquistar. Mussolini invadió Etiopía en 1935, argumentando que seguía siendo una sociedad feudal, a pesar de que era un país independiente y miembro de la Sociedad de las Naciones.
La Política de No Intervención de Gran Bretaña y Francia
A pesar de que las acciones alemanas e italianas tensaron el ambiente diplomático europeo, Francia y Gran Bretaña adoptaron una política de moderación y neutralidad. En ambos países, tanto el gobierno como la opinión pública estaban a favor de una política antibelicista, debido al recuerdo de los horrores de la Primera Guerra Mundial.
Ambos países confiaban en aislar diplomáticamente a Alemania, acercándose a la URSS e Italia. La URSS firmó un pacto de no agresión con Francia en 1932 y fue admitida en la Sociedad de las Naciones en 1934. Italia acordó no dirigir sus ambiciones imperiales hacia la región del Danubio a cambio de concesiones territoriales en África oriental y la aceptación francesa de la conquista de Etiopía.
Sin embargo, Italia y Alemania se acercaron diplomáticamente y formaron un frente fascista, creando el Eje Berlín-Roma. A pesar de esto, Francia e Inglaterra continuaron con su política de «apaciguamiento», entregándole Checoslovaquia a Hitler en 1938.
Los Primeros Triunfos de Hitler (1939-1941)
En octubre de 1938, Hitler declaró su intención de incorporar Danzig (territorio polaco) a Alemania, uniendo el territorio alemán a Prusia oriental mediante un «corredor» de caminos y líneas férreas. Ante la posible invasión a Polonia y la firma del Pacto de Acero entre Alemania e Italia, Francia y Gran Bretaña decidieron acercarse a la URSS para formar una alianza.
Sin embargo, Stalin desconfiaba de sus aliados occidentales, sospechando que animaban a Alemania en sus pretensiones orientales. En consecuencia, firmó un pacto de no agresión con Alemania en 1939. A continuación, Hitler emprendió las siguientes acciones:
- 1939: Invasión de Polonia, provocando la declaración de guerra de la Entente. Los territorios polacos fueron divididos con la URSS. Alemania obligó a Hungría, Rumania y Bulgaria a unirse al Eje.
- Invasión de Dinamarca y Escandinavia, estableciendo el dominio en el mar Báltico, asegurando el suministro de materias primas y una base para la invasión de Inglaterra.
- Conquista de Occidente: Ocupación de Holanda, Bélgica y Francia, que firmó el armisticio en junio de 1941.
- Intento de invasión de Gran Bretaña mediante ataques aéreos. Sin embargo, la defensa inglesa, con aviones más rápidos y modernos, y el único sistema de radar del mundo, resistió el ataque. Gran Bretaña se convirtió en el bastión de la lucha contra el nazismo.
- En el Mediterráneo, Alemania apoyó a Italia en su campaña contra Grecia (1941). El ataque comenzó con la toma de Yugoslavia y concluyó con la derrota griega el 20 de mayo de 1941.
- El 22 de junio de 1941, comenzó la conquista de la URSS. La URSS, mal preparada, no pudo impedir el avance nazi hasta Kiev. La ruptura del pacto de no agresión fomentó el acercamiento de EE. UU. y Gran Bretaña a Stalin, asegurándole su apoyo.
Pearl Harbor: La Entrada de EE. UU. en el Conflicto (1941)
El 27 de septiembre de 1940, Japón firmó el Pacto Tripartito con Alemania e Italia, formando una alianza de tendencias nacionalistas y fascistas. La política imperialista de Japón, que había llevado a la conquista de Manchuria, continuó con la declaración de guerra a China en 1937 y un avance sobre Asia y sus costas e islas del Pacífico.
El presidente de EE. UU., Franklin D. Roosevelt, era consciente de la amenaza japonesa, pero priorizó la ayuda económica a Gran Bretaña. El 7 de diciembre de 1941, Japón lanzó un ataque sorpresa sobre la base naval estadounidense de Pearl Harbor, en el Pacífico, destruyendo gran parte de las fuerzas estadounidenses en el área. El factor sorpresa permitió a los japoneses controlar la zona en pocas horas. El ataque de Pearl Harbor decidió a EE. UU. a entrar plenamente en la guerra.