Los Apoyos Sociales de los Fascismos
Los fascismos lograron un respaldo social masivo en numerosos países europeos durante el período de entreguerras. La crisis de posguerra y, sobre todo, la depresión económica fueron factores clave en un momento en el que el miedo a la expansión comunista fue utilizado como una efectiva arma de propaganda.
Los primeros apoyos sociales del fascismo provinieron de los excombatientes, que tras la Primera Guerra Mundial experimentaron dificultades para integrarse en la sociedad civil, así como entre jóvenes idealistas o intelectuales críticos con el modelo liberal por su responsabilidad ante la Gran Guerra. En los años siguientes, algunos miembros de las clases medias se adhirieron al fascismo víctimas de la crisis económica.
El discurso ultranacionalista del fascismo también encontró acomodo en el Ejército y entre las fuerzas del orden, que terminaron convirtiéndose en colaboradores. Pese a que la propaganda fascista arremetía contra los abusos del capitalismo, en su expansión resultó trascendental el respaldo de los grandes empresarios y de los terratenientes, que encontraron en los partidos fascistas una herramienta de represión del movimiento obrero. Por ello, no dudaron en financiar a los grupos paramilitares fascistas para que se enfrentaran violentamente contra el comunismo y el socialismo.
El ascenso al poder de los partidos fascistas también contó con el respaldo de los grupos financieros, que los consideraron garantes de la estabilidad social. Con ello, el fascismo se propagó por toda Europa y logró hacerse con el poder o condicionar la vida política en muchos países.
El Fascismo Italiano
En 1922, Italia asistió al ascenso al poder del fascismo. Se trató de un acontecimiento de gran trascendencia para toda Europa, pues el régimen fascista italiano se convirtió en modelo para otros partidos ultranacionalistas.
La Crisis Interna
Finalizada la Gran Guerra, Italia se vio sumida en una profunda crisis, tanto en el plano social como en el político, que terminó desembocando en el ascenso del fascismo. La crisis se sustentó en una serie de claves:
- «Victoria mutilada»: Los acuerdos de paz firmados tras la Primera Guerra Mundial no atendieron las reivindicaciones territoriales italianas, lo que generó un profundo malestar y abonó el terreno a posturas nacionalistas radicales.
- Crisis económica: El esfuerzo de guerra había agotado a la economía italiana, cuya recuperación fue más débil y lenta que en otros países debido al clima revolucionario que se vivía en el ámbito laboral.
- Conflictividad social: Tras la Revolución Rusa, el movimiento obrero mostró un gran nivel organizativo y desencadenó una oleada de protestas. En el norte se produjo la ocupación de algunas fábricas, mientras en el sur la agitación campesina iba en aumento. El miedo a la revolución caló entre la clase media y entre la élite empresarial y los terratenientes.
- Inestabilidad política: La imposibilidad de crear Gobiernos estables llevó al sistema democrático a una profunda crisis de ingobernabilidad.
La Toma del Poder
En 1919, Benito Mussolini fundó las primeras milicias fascistas. El futuro dictador italiano provenía del socialismo, pero tras la guerra creó su propio partido y se presentó a las elecciones con un programa populista y nacionalista. Pese a los malos resultados, atrajo a algunos sectores sociales descontentos.
En 1921, Mussolini creó el Partido Nacional Fascista (PNF), cuyos miembros más jóvenes, los fasci di combattimento, fueron usados por terratenientes e industriales contra los líderes comunistas y socialistas. La violencia se apoderó de las calles y se extendió por el campo, y los camisas negras consiguieron presentarse como garantes de la paz y el orden públicos. El 28 de octubre de 1922, Mussolini organizó la Marcha sobre Roma.
El Régimen Fascista
Una vez en el poder, Mussolini implantó un régimen autoritario que controlaba los planos político, social y económico y que desplegó una agresiva política exterior.
El Control Político
En un primer momento, Mussolini organizó un gobierno de coalición pero inmediatamente derivó hacia un régimen totalitario. La reforma electoral de 1923 favorecía los intereses fascistas, lo que fue denunciado por las izquierdas. Fue asesinado el líder socialista Giacomo Matteotti. Con su desaparición, la oposición pasó a estar amenazada y sus representantes fueron encarcelados, como Antonio Gramsci. Se decretó el cierre del Parlamento. Italia se convirtió en una dictadura.
Se promulgaron las leyes fascistísimas, que incluían la creación de la OVRA, policía política encargada de perseguir cualquier muestra de oposición. El Partido Nacional Fascista se convirtió en partido único, si bien se respetó la estética democrática, incluso con la celebración de elecciones.
Ese mismo año, Mussolini firmó con la Santa Sede los Pactos de Letrán, unos acuerdos que ponían fin al litigio que venía enfrentando al Papado y el Gobierno desde la ocupación de los Estados Pontificios en 1870.