Avance de las tropas de Jose Bonaparte

(El comentario del contexto histórico principal del documento: intercalamos el desarrollo de la guerra y el proceso de cortes, para no extendernos demasiado)



El desorden provocado por la extensión de la sublevación y el no reconocimiento de las autoridades  proporcionará el ambiente para la creación de juntas locales y provinciales que intentarán regir el país ante la ausencia del rey y organizar la defensa ante la invasión francesa, contando con la ayuda del antiguo enemigo: Gran Bretaña.

Otra de las principales características de la Guerra de la Independencia será la formación de guerrillas:

 partidas de civiles armados que conocían bien el terreno y realizaban ataques y sabotajes contra las tropas francesas, dirigidos normalmente por élites cultas, como militares y clérigos. Fueron guerrilleros famosos el Empecinado, Espoz y Mina, o el cura Merino. Se formaron debido a la incapacidad y desorganización del ejército.

La población quedó dividida en distintas posiciones ante el conflicto :

-afrancesados:

 conformados por intelectuales, y parte de la nobleza, que apoyaban el carácter reformista  y modernizador de José I y su estatuto de Bayona, que imitaba una constitución liberal y que realizaba reformas como la abolición del régimen señorial, la inquisición o desamortización de tierras;

-frente patriótico:

 formado por los que se oponían al invasor, aunque desde distintas posiciones ideológicas, ya que podemos encontrar distintas posturas. Por un lado estaban los liberales:

 
burgueses en su mayoría, partidarios de implantar la soberanía nacional, la división de poderes, un régimen constitucional, la abolición de privilegios y la liberalización económica… Por otra parte estaban los absolutistas:

 
nobleza, clero y parte del pueblo adoctrinado en los valores tradicionales,    eran partidarios del Antiguo Régimen, fundamentado en la monarquía, y quería la vuelta a la tradiciónes y la religión católica. Así mismo existía una minoría partidaria del despotismo ilustrado, representada en su mayoría por sectores de la nobleza y antiguos funcionarios

En una primera fase de la guerra (1808) los franceses se van a encontrar con dificultades, teniendo que sitiar ciudades como Gerona o Zaragoza, sufriendo la derrota del Bruc, y siendo detenidos en su avance hacia el sur por las tropas españolas del general Castaños en la batalla de Bailén (1808). 

Las juntas se intentaron coordinar por medio de una Junta Central Suprema que dirigiese la lucha. Esta se reunió en Aranjuez tras la victoria de Bailén, pero que tuvo que retroceder hasta Cádiz ante el avance de las tropas francesas  en la segunda fase de la guerra (1809-1812). En esta etapa el propio Napoleón al frente de la Grande Armée (unos 200.000 soldados) entró a fines de 1808 en España y afianzó en el trono a José I. Puso en fuga el cuerpo expedicionario británico (al mando del general Moore)y ocupó casi todo el país excepto Cádiz, que resistía con ayuda inglesa. La Junta Central Siprema reunida en Cádiz  reconocía como soberano a Fernando VII, y contaba como miembros más ilustres con los antiguos ministros ilustrados Jovellanos y Floridablanca. Ante lo desastroso de la marcha de la guerra, se disolvió en 1810 tras la convocatoria de unasCortes, quedando el poder en una regencia de cinco miembros. Los diputados a esas Cortes no pudieron elegirse normalmente por la situación de guerra, por lo que se escogieron a representantes que se hallaban en la ciudad, con lo que el ambiente liberal estuvo muy representado en ellas. Esto hizo que constaran con una cámara única, en lugar de que el voto se realizara por estamentos. Destaca también la presencia de un gran número de diputados del estamento clerical, lo que tiene su reflejo en el artículo 12 que podemos ver en el texto, en el que se reconoce que la religión del Estado es la católica.




La Constitución fruto de esas Cortes se conoce como “la Pepa” al promulgarse el día de San José de 1812, y fue un texto representativo del espíritu de la burguesía liberal, estableciendo la “soberanía nacional” (concepto fruto de la influencia de las tesis de Rousseau) es decir, que el poder emana del conjunto de ciudadanos, frente a la monarquía de derecho divino anterior, aunque en algunos puntos llegue a un compromiso con los sectores absolutistas, como en el caso del reconocimiento de la religión católica

. Contiene una amplia declaración de derechos

: igualdad de los españoles ante la ley, incluidos americanos (a eso se refiere el art. 1) que habían iniciado su proceso de independencia; libertad de imprenta, reconocimiento de la propiedad privada… Reconocía el sufragio universal, aunque limitado e indirecto, y estructura el Estado según la separación de poderes (según la idea de Montesquieu):
-El legislativo (art. 15) reside en las cortes unicamerales, representantes de la nación. Ellas elaborarán las leyes y controlan los presupuestos, los tratados y el ejército. Los diputados se elegían por sufragio universal masculino directo cada dos años.
-El poder ejecutivo (art. 16) residía en el rey y su equipo de “ministros”. Gobierna y tiene también iniciativa legislativa. Posee también el derecho a vetar las leyes de las cortes durante dos años.
-La justicia recae en tribunales independientes (art. 17) y se prevén códigos únicos en materia civil, penal y comercial.

En otros artículos se establecen la reforma de la Hacienda, la libertad de comercio, la enseñanza pública y el servicio militar, así como la formación de provincias y Ayuntamientos electivos y la creación de una Milicia Nacional: 

un cuerpo civil para defender las libertades establecidas.

Las Cortes, por medio de otros decretos establecían el desmantelamiento del Antiguo Régimen: abolición de señoríos jurisdiccionales, de los mayorazgos, de la Inquisición, inicio de desamortizaciones, se liberaliza el trabajo eliminando los gremios, y se pretende unificar el mercado… todo ello pretendía la modernización de España.

(Conclusión o valoración final/ consecuencias)



Se trataba de una Constitución muy avanzada y progresista que significaba la liquidación del Antiguo Régimen, y que no hubiera podido ser posible de no ser por la situación de guerra en la que se hallaba el país. Sirvió de ejemplo a muchas constituciones durante el siglo XIX, pero esa situación de guerra mencionada antes hizo que no fuera aplicable. De hecho, en la última fase de la guerra (1812-1813), las tropas anglo-hispano-portuguesas dirigidas por Wellington toman la iniciativa, y tras las victorias en Arapiles y Vitoria, y la firma del tratado de Valençay (1813), Fernando VII regresó y se vio con apoyos suficientes para derogar la Constitución, volviendo al absolutismo y reprimiendo duramente a los liberales.

El país quedó sumido en una grave crisis, con una agricultura desecha, un comercio paralizado, unas finanzas en bancarrota y una pérdida de unas 300.000 vidas. Se produjo también la emancipación de los territorios americanos bajo soberanía española, ya que a los distintos factores que conducían a los criollos hacia la independencia se unió la pérdida del poder efectivo de la metrópoli durante la Guerra.

La vuelta al absolutismo también será difícil: el campesinado no se resignará a volver a pagar rentas señoriales, y el liberalismo había calado en amplios sectores, sobre todo de la burguesía y el ejército, que intentarán su implantación a través de pronunciamientos, que marcarán el desarrollo de la historia posterior de España (como ejemplo el pronunciamiento de Riego en 1820, que da lugar al «trienio liberal».

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