8.1. El Imperio de Carlos V. Conflictos internos: Comunidades y Germanías
La
muerte de Fernando el Católico (1516) provoca un cambio dinástico en la Monarquía
Hispánica: de la familia Trastámara se pasa a la Habsburgo. Carlos hereda el
trono de Castilla y Aragón como Carlos I.
Su herencia es inmensa: de Isabel I,
Castilla y las Indias; de Fernando, Aragón y las posesiones italianas; de María
de Borgoña, los Países Bajos, Luxemburgo y el Franco Condado; de Maximiliano de
Habsburgo, territorios austriacos y la candidatura a emperador del Sacro
Imperio. Carlos llega a España en 1517 con una corte flamenca deseosa de
enriquecerse a costa de Castilla. En 1519 es elegido emperador y, como tal, se
convierte en árbitro de la política europea y defensor del catolicismo. Muchos
conflictos sostendrá fuera de la Península: contra Francia (cuatro guerras),
los turcos y los príncipes alemanes adictos a Lutero. En 1520, Carlos sale de
España rumbo a Alemania. Muchas ciudades de Castilla, organizadas en comunidades, se rebelan contra lo que
consideran abusos del nuevo monarca. Piden la exclusión de los flamencos en los
cargos, el mayor protagonismo de las Cortes, la reducción de impuestos y el
regreso del monarca. Bravo, Padilla y Maldonado son los principales cabecillas
comuneros. En 1521, tropas fieles al rey los derrotan en la batalla de
Villalar. En Valencia y alrededores, las milicias urbanas formadas por
artesanos (germanías) se levantan
contra la nobleza local en 1520; luchan por la reducción de los privilegios
nobiliarios. La revuelta se extiende a Mallorca. Un ejército imperial, apoyado
por los nobles, aplastó la resistencia en 1522. En ambos casos, Germanías y
Comunidades, la monarquía sale fortalecida.
8.2. La monarquía hispánica de Felipe II. La unidad ibérica
En 1556, Carlos I divide su herencia y abdica. Para su hermano Fernando, los territorios austriacos y el título de emperador; para su hijo, Felipe II, Castilla, las Indias, Aragón, las posesiones italianas, los Países Bajos, Luxemburgo y Franco Condado. Felipe también hereda las deudas y comienza su reinado con una bancarrota, en 1557 (hubo otras dos, en 1576 y 1596). La idea imperial no desaparece y se castellaniza casi por completo. En 1561 fija la capitalidad de su monarquía en Madrid. Felipe II aúna en su persona todo el territorio peninsular cuando se convierte en rey de Portugal en 1580. En 1578 muere el rey luso, Sebastián I, en la batalla de Alcazarquivir (Marruecos); le sucede su tío, el cardenal Enrique, que fallece sin nombrar sucesor en 1580. Felipe II, hijo de princesa portuguesa y tío de Sebastián, es el candidato con mejor derecho, pero los asegura invadiendo Portugal con tropas mandadas por el III duque de Alba. En 1581, las cortes portuguesas lo juran como rey en Tomar. Con la corona portuguesa hereda también su imperio ultramarino: en África, América (Brasil) y Asia. En la Monarquía Hispánica no se pone el sol. Felipe debe resolver problemas internos: rebelión morisca en las Alpujarras, traición de su secretario Antonio Pérez, alteraciones de Aragón; pero se centra en los conflictos exteriores: la guerra en Flandes (desde 1568); contra los turcos (Lepanto, 1571), Inglaterra (incluyendo un intento de invasión a la isla en 1588, la Gran Armada) y la Francia hugonota (desde 1590). Felipe II muere en septiembre de 1598, con Castilla agotada por el continuo pago de impuestos destinados a financiar las guerras europeas.
8.3. La España del siglo XVI: el modelo político de los Austrias. La unión de los reinos
La Monarquía Católica se organizó como una monarquía compuesta, es decir, un conjunto de reinos, estados y señoríos que mantienen sus leyes y costumbres. La dinastía Habsburgo perfecciona y profundiza las reformas institucionales de los Reyes Católicos. La base reside en el sistema polisinodial, los distintos consejos que proponen la política, consultan al rey y ejercen de tribunales superiores. Hubo consejos territoriales (Castilla, Aragón, Indias, Italia, Flandes y Portugal) y consejos temáticos o “ministeriales” (Estado —política exterior—, Guerra, Hacienda, Órdenes Militares, Cruzada e Inquisición). En ellos es fundamental el papel de los secretarios. En los territorios donde no reside el monarca, se nombra a un virrey (Cataluña, Valencia, Mallorca, Sicilia, Nápoles, Navarra, las Indias, Portugal), menos en Flandes, donde se nombra un gobernador general. En los municipios, los concejos o cabildos están formados por regidores —llamados a veces veinticuatros en Andalucía o Murcia—; por encima de ellos, como representante del rey, el corregidor. La administración de justicia sigue en manos de Chancillerías (Valladolid y Granada), Audiencias (Santiago, Sevilla, Barcelona…) y, a nivel municipal, los alcaldes, además del corregidor, que combina competencias políticas con judiciales. La mayor parte de los funcionarios reales son letrados procedentes de las universidades de Salamanca (Colegio de San Bartolomé) y de Alcalá. El único elemento de unión entre los reinos, es la figura del rey y su cuerpo burocrático, que puede ir pasando de un lugar a otro por mandato real.