LA GUERRA CIVIL
A partir de la crisis del 98, aparecen muchas dificultades para la modernización del país (en todos los sentidos) que continúan con las crisis de los años siguientes derrumbando el sistema canovista y trayendo la alternativa militar de Primo de Rivera, que también fracasó y fue sustituido por un sistema democrático, la Segunda República. Al fracasar esta última opción, se desencadenará esta guerra.
Además, la propia dinámica social y política del momento provocaron que las clases privilegiadas abandonaran la vía legal y parlamentaria decantándose por el golpe de Estado.
La Guerra Civil española constituye el momento más importante y trágico de la historia contemporánea de España. En esta guerra se concentraron muchos de los problemas que la sociedad española venía arrastrando. Ni el conglomerado de fuerzas que se sublevaron contra la República ni las autoridades y partidos republicanos habían previsto la posibilidad de que el alzamiento nacional fracasado se convirtiera en una guerra con tanto odio y afán de exterminio recíproco. Además, al intervenir rápidamente países extranjeros por motivos ideológicos y estratégicos, la convierten en una guerra total y distinta a las anteriores habiendo un enfrentamiento entre las clases sociales, las concepciones religiosas, los nacionalismos enfrentados y la democracia y dictadura. Esta guerra, y el régimen que lo sucederá serán regeneracionismo también.
La sublevación militar empezó el 17 de Julio en Marruecos y pasó a la Península el 18 de Julio. El alzamiento fracasó en las grandes ciudades pero triunfó en las zonas rurales y algunas capitales del interior. Esta guerra dejará a España divida en zonas, recursos y bases sociales nacionales y republicanos.
El triunfo del golpe en las distintas zonas de España estuvo condicionado sobre todo por las características políticas y sociales de la zona.
La adscripción a uno u otro bando de una gran parte de la población, dependió de si triunfó o no el golpe en donde vivía (sobre todo en las clases medias). La España republicana contaba con la minería, con las zonas industriales y las agrícolamente más desarrolladas, con la flota y la aviación (aunque casi sin mandos), con la ayuda rusa y con las reservas del banco de España. En cambio, la España nacional contaba con las zonas agrícolas, con gran parte de los mandos del ejército, la oligarquía, los terratenientes, la Iglesia, y con la ayuda italiana y alemana.
Dividida España, el gran problema de los nacionales era trasladar el ejército de África a la península, hecho que se pudo hacer con la ayuda de la aviación alemana, dándose el primer puente aéreo de la historia. A raíz de ello el avance fue rápido enlazando con las tropas del norte dirigidas por Mola, pero al llegar al sistema central les oponen resistencia y detienen este rápido avance durante un tiempo. La intención inicial de dirigirse a Madrid fue postergada y Franco, sorprendentemente se desvía y conquista Toledo y el Alcázar, donde un grupo de soldados allí refugiados han resistido a las fuerzas de la República.
El tiempo perdido en esta operación será perjudicial para el ejército nacional, pues cuando lleguen a las puertas de Madrid en noviembre, estará defendido por las milicias y las Brigadas Internacionales.
El ataque a Madrid, a partir de noviembre del 36, se hizo tanto por el norte como el sur. Los militares republicanos, las milicias políticas y sindicales y las brigadas internacionales, repelieron a los nacionales en la Ciudad Universitaria. Franco entonces intentó aislar la ciudad con dos batallas que resultaron un fracaso: La batalla del Jarama, que pretendía cortar las comunicaciones con Valencia, y la batalla de Guadalajara, sonora derrota de los voluntarios italianos fascistas. A partir de estas dos batallas es cuando el ejército republicano se profesionaliza y se militariza.
Por el Norte el general Mola tomará en septiembre Irán y San Sebastián, haciéndose con el control de la frontera con Francia y aislando la zona norte del resto de la Península.
Tras el fracaso de la conquista de Madrid, Franco cambia de estrategia, abandonando Madrid y llevándola a otros frentes y conquista la cornisa cantábrica de este a oeste. Los republicanos intentan contrarrestar la presión y los logros militares desencadenando batallas que logren la dispersión y distracción del ejército nacional al mismo tiempo que alivien a las zonas atacadas. En el 37, conquistada la cornisa cantábrica, también caería Málaga en poder de los nacionales, quienes posteriormente se dirigen al este dividiendo la zona republicana. Además, en este año se produce el bombardeo de Guernica,
en el que los alemanes bombardearon a la ciudad de civiles sin ninguna razón estratégica, sino que fue para probar sus bombas con vistas a la Guerra Mundial. Mola, en este año también, decide coger una avioneta para ir a Salamanca, pero no llega a despegar y se estrella, lo que produce su muerte instantánea.
Ante esta situación desfavorable y con la esperanza de que las democracias internacionales acudieran en apoyo de la República si se declaraba la Segunda Guerra Mundial, para resistir y ganar tiempo los republicanos deciden realizar una gran ofensiva en el este, ofensiva ideada por Negrín y conocida como la batalla del Ebro. En una incursión rápida y por sorpresa, los republicanos lograron un gran avance de sus filas, llegando hasta la otra orilla del Ebro desde Cataluña, pero Franco contraatacó y los republicanos tuvieron que volver a sus posesiones. Perdida la batalla del Ebro, el fin de la guerra estaba próximo.
Franco decidió entonces emprender definitivamente la ofensiva sobre Cataluña. Primero entraba en Barcelona, conquistando toda Cataluña inmediatamente. En febrero a la República le quedaba la zona Centro-Este; el triángulo que va desde Madrid-Valencia-Almería. En Marzo, el presidente del gobierno republicano, Negrín, apoyado por los comunistas, sigue siendo partidario de resistir con la intención de unir la Guerra Civil con la próxima mundial.
El general Casado, con el apoyo de Besteiro y la UGT, dan un golpe de estado y crean una Junta de Defensa con la intención de negociar el fin de la guerra con Franco, pero éste sólo acepta la rendición y, el 28 de marzo, las tropas de los nacionales entran en Madrid y después en Almería. El 1 de Abril Franco firmó el último parte de guerra.
Por otro lado, en cuanto al aspecto político se refiere, la Guerra Civil destruyó el Estado. De 1936 a 1939 en ambas zonas tiene lugar la creación de un nuevo estado político, simultaneando dicha tarea con la de la guerra. En la zona nacional el estado de la República desapareció fulminantemente. Progresivamente se va a crear otro distinto caracterizado por la concentración del poder, la militarización, la disciplina y el nacionalcatolicismo como ideología imperante. Sanjurjo iba a ser el líder de los nacionales, pero su muerte dejó a estos sin un jefe claro. Confirmado el fracaso pero no la derrota del golpe, se creó una Junta de Defensa Nacional integrada por los militares más importantes participantes en el golpe y dirigida por Cabanellas. La primera tarea de esta Junta fue el nombramiento del jefe del mando militar, nombramiento que recayó en Franco por el avance de su ejército de África, las simpatías alemanas e italianas y por ser el más cauto y menos ideologizado en cuestión de régimen de los candidatos.
La toma del Alcázar de Toledo y la legitimación dada por el pueblo y por la Iglesia hace que la Junta de Defensa Nacional nombre a Franco Generalísimo de los ejércitos y Jefe del Gobierno y del Estado. El paso siguiente a esta rápida concentración del poder también lo hará Franco disponiéndose a crear la institucionalización del régimen tomando dos iniciativas fundamentales:
• Unificó a falangistas, tradicionalistas (carlistas) y restos de la CEDA en un nuevo partido. Falange Española Tradicionalista de las Juntas Ofensivas Nacional Sindicalistas, juzgando y ejecutando a los que se opusieron a ello. La unidad del mando militar será en el futuro la unidad del mando político, pues Franco era jefe indiscutible del nuevo partido.
• Tras el nombramiento de un Consejo de Ministros, Franco se atribuyó por ley la potestad legislativa y repartió las carteras entre las distintas familias políticas, cuya función principal sería la del revestimiento ideológico del régimen y la de aportación de personal político y administrativo para las diferentes instituciones, lo mismo que en su gobierno dictatorial posterior. Este gobierno con sus leyes y decretos inició un lento proceso de institucionalización del nuevo Estado: fuero del Trabajo en el que se imponían los sindicatos verticales y la intervención del Estado en la economía, ley de prensa imponiéndose la censura, ley de Enseñanza Media en la que se garantizaba a la Iglesia católica el control de ella.
Por otro lado, la España republicana se caracteriza por todo lo contrario que la nacional: frente a concentración del poder, atomización de éste y disputas políticas; frente al orden y la disciplina militar, el desorden y el movimiento asambleario; frente a la unión, la división; y frente a la contrarrevolución, la revolución.
El golpe de Estado tuvo tres repercusiones inmediatas en el bando Republicano, el nombramiento de Giral como jefe de gobierno (el presidente Casares Quiroga dimitió al inicio y su sucesor Martínez Barrios, también, al negarse a entregar armas al pueblo.), la petición y consecución de partidos obreros y sindicatos de armas para combatir la rebelión (con lo que desapareció el ejército tradicional ya que la inmensa mayoría de los mandos se habían pasado al bando nacional, lo que dio lugar a la creación de las milicias armadas.), y la colectivización y encautamiento de los principales medios de producción (no era cierto que en el gobierno del Frente Popular se produjera una verdadera revolución social, pero sí se produjo como reacción a la rebelión armada.)
La destrucción del poder del Estado y la proliferación de poderes sindicales locales determinó el futuro de la revolución, la guerra y la república.
El poder se descentralizó, la atomización se impuso y no existió un poder central superior que coordinara y mandara. Giral ante la imposibilidad de crear un ejército dimitió, siendo sustituido por Largo Caballero, quien creó un gobierno de concentración en el que estaban representados todas las organizaciones y partidos leales a la República y que hacían frente a la rebelión, y se
hizo un programa de gobierno en el que se le daba prioridad a ganar la guerra y se aparcaba la revolución. Aunque sus logros fueron importantes, las circunstancias seguían siendo adversas, de modo que el Gobierno se traslada a Valencia dando por perdido Madrid, pero Madrid resiste aumentando el peso político de los comunistas. A partir de aquí, empezó la crisis, los sindicatos querían un gobierno sindical, sin presencia de los partidos; los partidos, al revés y todo con el trasfondo de la guerra. La crisis estallaría definitivamente con los sucesos de Mayo en Barcelona. La CNT y el POUM tomaron la Telefónica en contra de las órdenes del gobierno catalán; el enfrentamiento entre la CNT, POUM y comunistas es armado de modo que se crea una Guerra Civil dentro de la Guerra Civil. Al final se impone la Generalitat, pero los sucesos de Mayo en Barcelona suponen la caída de Largo Caballero y el aumento del poder y la influencia de los comunistas.
Tras esto se forma otro gobierno de concentración, presidido por Negrín, con Prieto como Ministro de Defensa y sin la presencia de los sindicatos. Su objetivo era resistir en la guerra del interior y ganar la guerra del exterior. La labor del Gobierno consistió en darle un fuerte impulso a las medidas ya iniciadas con Largo Caballero de: consolidación de un ejército regular, centralización de poderes y mantenimiento del orden público y de la mediana y pequeña propiedad. La caída del gobierno de Negrín y con él el de la República se debió al fracaso de sus objetivos políticos.
Además se encontraba la defensa en el interior para no perder la guerra y el deseo de forzar una mediación internacional que fracasó por la postura de Francia e Inglaterra favorables a la no intervención.
Prieto y Azaña, llegado este momento, consideraban que la guerra estaba pérdida, pero los comunistas y los militares, no. En esta situación se produce la salida de Prieto del Gobierno y la ofensiva del Ebro. Los comunistas seguían queriendo resistir con la esperanza de unir nuestra guerra con la Guerra Mundial, pero los militares eran contrarios a esto. Se produjo entonces el golpe de Estado del general Casado para negociar la rendición. No hubo negociación, pero si rendición.
La guerra supuso una fractura demográfica importante. Por un lado, el impacto en pérdidas humanas fue muy considerable. Se estima que las víctimas de la contienda superaron el medio millón de personas, incluyendo muertos en combates y represaliados en las retaguardias, los ejecutados por los vencedores tras la guerra y las personas exiliadas. En cuanto al poblamiento, hay que señalar que en los años de la posguerra se produjo un estancamiento e incluso un retroceso de la población urbana.
Por otro lado, las consecuencias económicas y sociales fueron quizás las más importantes. Se estableció una dictadura militar que se prolongaría durante casi cuarenta años, con la consiguiente pérdida de libertades políticas y persecución de la oposición; se enviaron a cárceles y campos de concentración a todos los combatientes del bando republicano que no se exiliaron siendo otros muchos condenados a muerte y fusilados.
Además, los años cuarenta fueron “los años del hambre”, se habían destruido una gran cantidad de recursos económicos e infraestructuras, la cabaña ganadera y la producción agrícola se redujeron notablemente. La Hacienda Pública estaba arruinada, la inflación multiplicó por diez el índice de precios en la década siguiente a la guerra. Por otra parte, España no pudo beneficiarse de las ayudas americanas para la reconstrucción del Plan Marshall de 1947 por el tipo de régimen dictatorial y el consiguiente aislamiento internacional que provocó la dictadura.
El aislamiento cultural y científico de España se hizo evidente desde muy pronto, la mayor parte de las fuerzas de la cultura que habían apoyado a la República fueron aniquiladas o marcharon al exilio.
En cuanto a la política exterior, el carácter dictatorial del régimen llevó a España a una situación de compromiso con los regímenes fascistas que duró hasta 1942. Después, a una fase de aislamiento que se recrudeció en 1946 por la condena de la ONU al régimen y la retirada de los embajadores. Este aislamiento duró hasta los acuerdos con Estados Unidos en 1953 y la entrada en la ONU en 1955.