3.El franquismo instituyó un Estado legitimado tan sólo por la Guerra
Civil y caracterizado por un autoritarismo extremo. Sus rasgos más relevantes fueron: el totalitarismo, el caudillismo, la concepción unitarista y centralista del Estado, la represión de la oposición, y el control de los medios de comunicación (censura y propaganda franquista)
. Los tres grandes pilares institucionales de la dictadura de Franco fueron: el ejercito, ya que buena parte de los ministros y gobernadores civiles eran militares de carrera; el partido único, denominado Falange Española Tradicionalista y de las JONS, que se encargó de dotar al régimen de sus bases ideológicas, de controlar los medios de comunicación y de suministrar una buena parte de los cargos de la administración; y la Iglesia católica, que tuvo un papel destacado en la legitimación y construcción del régimen franquista. Desde sus inicios, la dictadura contó con el apoyo de las élites económicas y sociales, así como con la adhesión de los propietarios agrícolas pequeños y medianos del Norte de España. Las clases medias adoptaron frente al franquismo una posición pasiva y apolítica, mientras que la represión y el miedo condujeron a los sectores populares a la pasividad política. La estructura política del Estado franquista se sustentaba en los grupos que habían mostrado su adhesión incondicional al Caudillo y que de una manera u otra integraban el llamado Movimiento Nacional. El franquismo nunca mostró el menor interés por buscar una reconciliación con los vencidos. Su objetivo fue siempre destruir o someter a todos aquellos que mostraban su oposición al régimen, a los que calificaban de enemigos de España. Así, los insurrectos desataron una violencia indiscriminada contra los republicanos. El fin del conflicto no comportó el fin de la violencia, sino que procedíó a la institucionalización de la represión. La primera ley represiva fue la Ley de Responsabilidades Políticas, con la que se pretendía la depuración total de republicanos, a la que siguió la Ley de Represión del Comunismo y la Masonería. Sin duda en la represión franquista, destacan las incontables personas ejecutadas y la población reclusa, parte de la cual, condenados y detenidos no procesados, era enviada a los Batallones de Trabajadores. El conjunto de medidas represivas adoptadas por las autoridades se caracterizó por su voluntad de ejemplaridad y castigo. Fue un “tiempo de miedo” y “de silencio”, dada la generalizada tendencia a ocultar el pasado y a no hablar de política. Las medidas represivas contra los vencidos fueron acompañadas de un amplio proceso de confiscación y expolio de su patrimonio. El franquismo también expulsó del mundo laboral a todos aquellos que se habían destacado a favor de la causa republicana, llevándose a cabo una depuración generalizada de los funcionarios. En Cataluña, el País Vasco y Galicia, cuyos nacionalismos atentaban contra el principio de la inquebrantable unidad de España, se prohibieron y persiguieron todas las manifestaciones lingüísticas y culturales no castellanas, por lo que buena parte de los intelectuales más comprometidos con los nacionalismos se vieron obligados al exilio o la clandestinidad. La dictadura franquista pretendíó dar una imagen de legalidad con la promulgación de una serie de Leyes Fundamentales que ocupaban el lugar de una Constitución inexistente y con la creación de unas Cortes que daban la apariencia de un sistema parlamentario. Ese entramado político fue bautizado como “democracia orgánica”.