Causas de la caída de la monarquía de Alfonso XIII y la dictadura de Primo de Rivera

Causas de la caída de la monarquía de Alfonso XIII

La caída de la monarquía de Alfonso XIII está muy ligada a la de la dictadura de Primo de Rivera. Desde 1927 quedaba patente el fracaso de la dictadura para renovarse. La irritación de la oposición ante su inmovilismo era cada vez mayor, y a ello se le unía el desgaste de la monarquía, resurgiendo las movilizaciones.

Factores que contribuyeron a la caída de la monarquía

La oposición era muy amplia. Los políticos criticaban la excesiva duración del régimen y se niegan a colaborar con Primo de Rivera. Exigen al rey el establecimiento de la Constitución y la convocatoria de elecciones. El ejército se muestra descontento y el 24 de junio de 1926 se produce la Sanjuanada, en la que se desencadenó una conspiración por parte del arma de artillería. Los republicanos se organizan y crean la Alianza Republicana, donde se unían las diferentes facciones del movimiento republicano. También se oponen numerosos intelectuales como Menéndez Pidal, Unamuno, Gregorio Marañón, Ortega y Gasset. El movimiento obrero vuelve a movilizarse, sobre todo a partir de 1929, momento de la crisis financiera internacional. El problema catalán fue uno de los grandes fracasos de la política del dictador. En principio, la Lliga Regionalista aceptó el régimen de Primo de Rivera, pero las medidas tomadas por este le llevaron a la oposición, incluso a mostrarse a favor de la República.

En otoño se produjo el crack del 29, una importante crisis financiera, que se tradujo en nuestro país en manifestaciones estudiantiles y en una oleada de huelgas ante la crisis financiera, el hundimiento de la peseta y la inflación. Alfonso XIII optó por retirarle su confianza y Primo de Rivera dimitió el 27 de enero de 1930 y marchó al exilio.

La «Dictablanda» y el Pacto de San Sebastián

Desde la caída de la dictadura hasta la proclamación de la República pasan 15 meses. A este periodo de transición se le conoce popularmente con el sobrenombre de la “Dictablanda”. El nuevo jefe del Gobierno será el general Berenguer. El propósito del rey y del general Berenguer era volver a la etapa anterior de la dictadura como si nada hubiese ocurrido, pero este propósito era imposible.

En 1930 la oposición era cada vez más fuerte y mejor organizada. El movimiento republicano experimenta un auge espectacular. Se constituyen republicanos de izquierda y de derecha. Los nacionalistas catalanes y gallegos también se unen a los republicanos para lograr sus estatutos de autonomía. El movimiento obrero representado por el PSOE, UGT y la CNT hace más fuerte su apoyo a la República. Una parte del ejército también muestra su apoyo a la República, sobre todo oficiales jóvenes del cuerpo de aviación y artillería. En agosto de 1930 se firma el Pacto de San Sebastián por parte de los representantes de los principales partidos republicanos, nacionalistas de izquierdas e incluso el PSOE. Se comprometieron a buscar una alternativa a la monarquía. Se constituyó un comité revolucionario nacional que se convertiría en el gobierno provisional de la República naciente. El 12 de diciembre de 1930 se produjo la insurrección militar republicana en Jaca por los capitanes Fermín Galán y García Hernández. Esta insurrección republicana fracasó por la falta de preparación y coordinación y sus instigadores fueron fusilados.

Elecciones municipales de 1931 y proclamación de la Segunda República

El 14 de febrero de 1931 el general Berenguer dimite y le sucede el almirante Aznar, quien se limitó a convocar elecciones municipales para el 12 de abril de 1931, convencido del triunfo de las candidaturas monárquicas. Sin embargo, estas elecciones municipales se convirtieron en un auténtico plebiscito contra la monarquía de Alfonso XIII. Aunque la mayoría de concejales elegidos eran monárquicos, los republicanos habían ganado en las capitales de provincia y en las ciudades más importantes del país. Alfonso XIII marcha al exilio y se proclama la Segunda República.

Política económica durante la dictadura de Primo de Rivera

La política económica y social de Primo de Rivera fue de carácter regeneracionista y obtuvo mayor éxito que sus reformas políticas.

Obras públicas e infraestructuras

En el sector de las obras públicas lo más destacado fue la política hidráulica con la reanudación de proyectos que habían tenido su origen en la etapa anterior, pero que no se habían podido llevar a cabo. Se crearon por todo el territorio nacional confederaciones hidráulicas, destinadas al aprovechamiento integral de las cuencas fluviales, tanto para el regadío como para la obtención de energía.

Se preocupó de las comunicaciones, en especial de las carreteras y del ferrocarril. Se creó en 1926, el Circuito Nacional de Firmes Especiales, que gestionó la construcción de 7000 km de carreteras, colaborando en ocasiones el propio Estado en su construcción. En cuanto a los ferrocarriles, la dictadura inició un camino de intervencionismo, que

había de concluir con su nacionalización –RENFE-, aunque no se llegaron a cumplir todos sus programas de construcción por la inmoralidad de sus concesiones. Toda esta política de obras públicas tuvo un resultado positivo con el aumento de la producción industrial y en especial de cemento, de acero y de hierro.

Política fiscal y financiera

Se llevó a cabo la emisión de deuda pública que fue el gran motor de la expansión industrial, aunque no se recurrió a una política fiscal avanzada. José Calvo Sotelo (ministro de Hacienda) reelaboró proyectos de reforma del impuesto de la renta que fueron frenados por los sectores más conservadores. Para aumentar la recaudación se creó el monopolio estatal de productos petrolíferos –CAMPSA– en un momento en que el automóvil empezaba a tener importancia. El balance de la política económica puede ser considerado como positivo, aunque hay que tener en cuenta las circunstancias, ya que se vio favorecida por el auge económico mundial de los años 20 y muchas de sus disposiciones procedían de una etapa anterior.

Consecuencias sociales y económicas

La dictadura benefició a las clases pudientes, sobre todo a la banca privada que adquirió gran peso sobre la industria española (todavía en la actualidad). También se potenció la banca oficial. En los últimos años se sufrió una crisis económica y el gobierno no fue capaz de dar una solución satisfactoria a los problemas.

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