Las Guerras Civiles (1820-1852): La Argentina estuvo sometida a una serie de guerras civiles durante gran parte del Siglo XIX, como resultado de las cuales se definíó la forma de gobierno que rige a ese país hasta la actualidad. A partir de 1819 en el país se fueron definiendo claramente dos tendencias políticas: los federales, partidarios de las autonomías provinciales (es decir, defendían la libertad jurídica de las provincias), y los unitarios, partidarios del poder central de Buenos Aires (es decir, defendían un gobierno centralizado en Buenos Aires). Estas disputas políticas desembocaron en una larga Guerra Civil cuyo primer episodio fue la batalla de Cepeda en Febrero de 1820, cuando los caudillos federales de Santa Fe, Estanislao López, y de Entre Ríos, Francisco Ramírez, derrocaron al directorio. Por lo cual, los federales resultaron victoriosos, causando la disolución de las autoridades nacionales: el Directorio y el Congreso Nacional. Se inició así el período denominado la Anarquía del Año XX en donde surgen las autonomías provinciales. El país quedó desde entonces integrado por trece provincias autónomas. A partir de entonces, cada provincia se gobernó por su cuenta. La principal beneficiada por la situación era Buenos Aires, la provincia más rica, que retuvo para sí las rentas de la Aduana y los negocios del puerto.La Etapa Rosista:
De 1829 a 1832 y de 1835 a 1852 gobernó Buenos Aires Juan Manuel Rosas. En 1829 uno de los estancieros más poderosos de la provincia, Juan Manuel de Rosas, asumíó la gobernación de Buenos Aires y ejercíó una enorme influencia sobre todo el país. A partir de entonces y hasta su caída en 1852, retuvo el poder en forma autoritaria, persiguiendo duramente a sus opositores y censurando a la prensa, aunque contando con el apoyo de amplios sectores del pueblo y de las clases altas porteñas. Durante el Rosismo crecíó enormemente la actividad ganadera bonaerense, las exportaciones y algunas industrias del interior que fueron protegidas gracias a la Ley de Aduanas. Rosas se opuso a la organización nacional y a la sanción de una constitución, porque ello hubiera significado el reparto de las rentas aduaneras al resto del país y la pérdida de la hegemonía porteña. La Confederación
Argentina Rosista:
Fue una confederación de provincias que existíó entre 1835 y 1852, durante la organización de la actual República Argentina. Las provincias formaron una confederación de estados soberanos que delegaban la representación exterior y algunos otros poderes en el gobierno de una de ellas. Es uno de los nombres oficiales de la República Argentina conforme al artículo 35 de la Constitución de la Nacíón Argentina, junto con el de «República Argentina y Provincias Unidas del Río de la Plata«. La firma del Pacto Federal entre las provincias de Buenos Aires, Entre Ríos, Santa Fe y Corrientes el 4 de Enero de 1831, al que adhirieron en los dos años siguientes las otras 9 provincias entonces existentes, es considerado como el punto de arranque del período de transición, finalizado con el regreso de Juan Manuel de Rosas al gobierno de Buenos Aires en 1835. La Secesión Rosista:
Justo José de Urquiza era gobernador de Entre Ríos, una provincia productora de ganado como Buenos Aires se veía seriamente perjudicada por la política de Rosas, que no permitía la libre navegación de los ríos y frenaba el comercio y el desarrollo provinciales. En 1851, Urquiza se pronunció contra Rosas y formó, con ayuda brasileña, el Ejercito Grande con el que derrotó definitivamente a Rosas en la Batalla de Caseros el 3 de Febrero de 1852 lo que llevó a la secesión de la principal provincia de la Confederación, dando origen al Estado de Buenos Aires en 1852. Urquiza convocó a un Congreso Constituyente en Santa Fe que en Mayo de 1853 sanciónó la Constitución Nacional.
Pero aunque ya no estaba Rosas, los intereses de la clase alta porteña seguían siendo los mismos y Bartolomé Mitre y Adolfo Alsina, dieron un Golpe de Estado, conocido como la Revolución del 11 de Septiembre de 1852.
A partir de entonces, el país quedó por casi diez años dividido en dos: el Estado de Buenos Aires y la Confederación (el resto de las provincias con capital en Paraná). La separación duró casi diez años, hasta que en Septiembre de 1861, el líder porteño Bartolomé Mitre derrotó a Urquiza en la Batalla de Pavón y unificó al país bajo la tutela porteña. El triunfo de Buenos Aires significó el fin de la Confederación, la reunificación nacional, a costa de las autonomías federales provinciales, hegemonizada por la élite liberal instalada en la ciudad de Buenos Aires y la aplicación de la Constitución de 1853 en todo el territorio.
De 1829 a 1832 y de 1835 a 1852 gobernó Buenos Aires Juan Manuel Rosas. En 1829 uno de los estancieros más poderosos de la provincia, Juan Manuel de Rosas, asumíó la gobernación de Buenos Aires y ejercíó una enorme influencia sobre todo el país. A partir de entonces y hasta su caída en 1852, retuvo el poder en forma autoritaria, persiguiendo duramente a sus opositores y censurando a la prensa, aunque contando con el apoyo de amplios sectores del pueblo y de las clases altas porteñas. Durante el Rosismo crecíó enormemente la actividad ganadera bonaerense, las exportaciones y algunas industrias del interior que fueron protegidas gracias a la Ley de Aduanas. Rosas se opuso a la organización nacional y a la sanción de una constitución, porque ello hubiera significado el reparto de las rentas aduaneras al resto del país y la pérdida de la hegemonía porteña. La Confederación
Argentina Rosista:
Fue una confederación de provincias que existíó entre 1835 y 1852, durante la organización de la actual República Argentina. Las provincias formaron una confederación de estados soberanos que delegaban la representación exterior y algunos otros poderes en el gobierno de una de ellas. Es uno de los nombres oficiales de la República Argentina conforme al artículo 35 de la Constitución de la Nacíón Argentina, junto con el de «República Argentina y Provincias Unidas del Río de la Plata«. La firma del Pacto Federal entre las provincias de Buenos Aires, Entre Ríos, Santa Fe y Corrientes el 4 de Enero de 1831, al que adhirieron en los dos años siguientes las otras 9 provincias entonces existentes, es considerado como el punto de arranque del período de transición, finalizado con el regreso de Juan Manuel de Rosas al gobierno de Buenos Aires en 1835. La Secesión Rosista:
Justo José de Urquiza era gobernador de Entre Ríos, una provincia productora de ganado como Buenos Aires se veía seriamente perjudicada por la política de Rosas, que no permitía la libre navegación de los ríos y frenaba el comercio y el desarrollo provinciales. En 1851, Urquiza se pronunció contra Rosas y formó, con ayuda brasileña, el Ejercito Grande con el que derrotó definitivamente a Rosas en la Batalla de Caseros el 3 de Febrero de 1852 lo que llevó a la secesión de la principal provincia de la Confederación, dando origen al Estado de Buenos Aires en 1852. Urquiza convocó a un Congreso Constituyente en Santa Fe que en Mayo de 1853 sanciónó la Constitución Nacional.
Pero aunque ya no estaba Rosas, los intereses de la clase alta porteña seguían siendo los mismos y Bartolomé Mitre y Adolfo Alsina, dieron un Golpe de Estado, conocido como la Revolución del 11 de Septiembre de 1852.
A partir de entonces, el país quedó por casi diez años dividido en dos: el Estado de Buenos Aires y la Confederación (el resto de las provincias con capital en Paraná). La separación duró casi diez años, hasta que en Septiembre de 1861, el líder porteño Bartolomé Mitre derrotó a Urquiza en la Batalla de Pavón y unificó al país bajo la tutela porteña. El triunfo de Buenos Aires significó el fin de la Confederación, la reunificación nacional, a costa de las autonomías federales provinciales, hegemonizada por la élite liberal instalada en la ciudad de Buenos Aires y la aplicación de la Constitución de 1853 en todo el territorio.