La Compleja Situación de la Población Indígena y la Economía Colonial
La situación era complicada: se buscaba defender al indio, pero al mismo tiempo existía la necesidad de una producción económica que incrementara los ingresos de la Corona. Se consideraron diversas soluciones, como la encomienda. A través de este sistema, un encomendero protegía y cristianizaba a la población india a cambio de su trabajo. Sin embargo, esto no evitó los abusos hacia los indígenas.
Durante la regencia de Fernando, la publicación de las Leyes de Burgos (1512) intentó frenar los abusos sobre la población indígena. Tras la muerte de Fernando, el cardenal Cisneros envió a tres frailes como gobernadores para estudiar la situación de los indios. Fray Bartolomé de las Casas presentó fuertes críticas contra los encomenderos, las cuales tuvieron eco en la corte de Carlos I.
Se produjo una famosa disputa intelectual con el filósofo Ginés de Sepúlveda, quien defendía la inferioridad intelectual de los indios y la necesidad de evangelizarlos. Esto llevó a la publicación de las Leyes Nuevas (1542), que prohibieron la esclavización de los indígenas y establecieron que las encomiendas dejaran de ser hereditarias. Las explotaciones pasaron a ser plantaciones.
Otro sistema de explotación fue la mita, que consistía en la obligación de los indígenas de aportar fuerza de trabajo durante determinadas épocas del año. Como no estaban acostumbrados a trabajos sistemáticos, se comenzaron a traer esclavos negros, quienes no tenían ninguna voz que los defendiera. No se pudo evitar una grave disminución de la población indígena, sobre todo en los primeros años de la conquista, debido a enfermedades como la gripe o la viruela, las guerras o el propio choque cultural.
El Sistema de Asientos y el Comercio de Esclavos
El sistema de asientos era una licencia emitida por la Corona española mediante la cual un grupo de comerciantes recibía el monopolio sobre una ruta comercial o producto. Se estableció en el Caribe cuando comenzó a disminuir la población indígena y los españoles necesitaron otra fuente de mano de obra.
Primero fueron transportados algunos africanos cristianos nacidos en la Península, pero a medida que la población indígena disminuía y surgían opositores al trabajo indígena, como Bartolomé de las Casas, se permitió la importación directa de esclavos de África. El primer asiento de negros se constituyó en 1518, concediéndose a un comerciante flamenco el monopolio de importación de esclavos durante ocho años con un máximo de 4000.
Las licencias comenzaron a comprarse y venderse. España no tenía acceso a las fuentes africanas de esclavos ni la capacidad de transportarlos, por lo que el sistema de asientos era una forma de garantizar un suministro legal de esclavos al Nuevo Mundo.
La Ilustración en España y su Impacto en América
Apareció en España un nutrido grupo de intelectuales cuyo principal objetivo fue la reforma de la sociedad y la modernización de la cultura. Fueron firmes partidarios de la educación y del progreso, criticaron los principios de la sociedad estamental y afirmaron la igualdad y el derecho a la libertad de todos los hombres. También criticaron la organización económica del Antiguo Régimen y la falta de libertad para comprar y vender, defendiendo la propiedad y la libertad de comercio e industria.
Los ilustrados españoles no negaron la existencia de Dios, pero se opusieron al dominio ideológico de la Iglesia y defendieron la libertad de cultos. Surgió a mediados del siglo XVIII una generación de pensadores y políticos de indudable valía: Jerónimo Feijoo, Gregorio Mayans, Gaspar Melchor de Jovellanos, Campomanes, el conde de Aranda, Cabarrús, etc.
Sin embargo, a finales de siglo, coincidiendo con el pánico que se desató en España con la Revolución Francesa, el pensamiento ilustrado entró en decadencia y sus principales representantes fueron apartados del poder, encarcelados u obligados a retractarse de sus ideas. Los ilustrados, al igual que los reyes que promovieron este pensamiento, quisieron hacer una revolución desde arriba, destinada a beneficiar al pueblo, pero sin contar con él: «Todo para el pueblo, pero sin el pueblo».
El Despotismo Ilustrado
Las ideas ilustradas fueron asumidas en parte por el poder en lo que se ha denominado Despotismo Ilustrado, una forma de gobierno que concilió el absolutismo monárquico con el espíritu reformista de la Ilustración. Algunas de sus ideas fueron aceptadas por los reyes: la mejora de la economía, la racionalización del Estado o el impulso de la educación, pero nunca se plantearon ningún intento democratizador.
Ejemplos de reyes ilustrados fueron: José I de Austria, Federico II de Prusia, Catalina II de Rusia o Carlos III de España. El reinado de Carlos III marcó la plenitud del despotismo ilustrado. El nuevo monarca había reinado durante un cuarto de siglo en Nápoles, donde adquirió una gran experiencia de gobierno.
En los primeros años, la política de reformas fue impulsada por un gobierno dirigido por ministros italianos que vinieron con él desde Nápoles. Estos ministros representaron una política reformista radical que ocasionó la oposición de los privilegiados e incluso del pueblo (Motín de Esquilache), que percibió las reformas como medidas de inspiración extranjera que alteraban las tradicionales costumbres de la sociedad española.
Administración y Economía en la América Colonial
Las minas eran importantes para la obtención de metales preciosos. Se cedía a particulares su explotación a cambio de una quinta parte del total (quinto real). La Casa de Contratación de las Indias Occidentales, con sede en Sevilla, controlaba toda la actividad comercial entre España y los territorios americanos.
En lo que respecta a la administración del territorio, la legislación fue una copia de la de Castilla. El Consejo de Indias, creado por Carlos I, asesoraba al monarca en los asuntos americanos y actuaba en causas civiles y criminales. Por debajo del monarca se situaban los virreyes, al frente de dos virreinatos: el de Nueva España, con capital en México, y el de Perú, con capital en Lima.
Existían gobernaciones, similares a los corregimientos de Castilla; audiencias y capitanías generales como demarcaciones militares. Al frente de las ciudades, los cabildos eran equivalentes a los concejos castellanos. La labor de España en América se tradujo en una hispanización del territorio, tanto en religión como en lengua y cultura. A mediados de siglo se crearon las primeras universidades: México y Lima. Se produjo un proceso de aculturación, pero también de mestizaje.
Evolución Económica y Social en los Siglos XVII y XVIII
En el siglo XVII, descendió la población indígena al tiempo que crecía la población criolla, y el protagonismo de los conquistadores cedió en favor del de los misioneros. La agricultura se diversificó, pues de América llegaron nuevos productos como el maíz y la patata, así como nuevas hortalizas. Se desarrollaron productos de plantación como el tabaco, el cacao, el azúcar, la cochinilla o los cueros, y aparecieron nuevas explotaciones que, según el lugar, se denominaban ranchos, estancias, haciendas o ingenios.
A pesar de todo, a finales del siglo XVII, España solo exportaba a América un 6 % de los bienes que procedían de Europa a través del puerto de Cádiz.
El continente americano experimentó un gran impulso en el siglo XVIII. La población creció en torno al 50 %, alcanzando los 18 millones en el censo de 1797, con un descenso de la población indígena frente a mestizos y blancos. Destacó el gran crecimiento de ciudades como La Habana y Buenos Aires, y la fundación de nuevas universidades, hasta llegar a las dieciocho.
También en este siglo, el virreinato del Perú se dividió, dando lugar a dos nuevos virreinatos: el de Nueva Granada y el de la Plata. En este siglo, Francia cedió a España la Luisiana, si bien la mantuvo poco tiempo en su poder, desde 1762 a 1801. En el campo predominaron los grandes latifundios, semejantes a los señoríos de la Europa medieval. Creció notablemente el comercio, lo que benefició a la burguesía criolla.
Retrocedió la exportación de oro y plata, pero América proporcionaba otros productos como tabaco, cacao y azúcar. Se crearon compañías comerciales, como la Compañía de Caracas, la Compañía de La Habana, la Compañía de San Fernando de Sevilla y la Compañía de Barcelona. Otro hecho a destacar fue el fin del monopolio que tenía la Casa de Contratación de Sevilla, cuya sede pasó en 1717 a Cádiz. Hasta este siglo, la América hispana había sido una empresa exclusivamente castellana. A partir de ahora se implicaron todos los territorios peninsulares.