s un texto histórico con una naturaleza expositiva. Su tema concreto, que a su vez está combinando lo político, lo social y lo económico. Es un documento público que fue redactado a lo largo de 1836, en plena Guerra Carlista, y publicado el 21 de Febrero del mismo año en la Gaceta de Madrid. El autor de este texto fue Mendizábal, político progresista.
M5 Cristina para formar gobierno llamó a este liberal progresista, quien trazó dos importantes objetivos: terminar con la Guerra Carlista y acabar con el déficit de la Hacienda española. Con el interés de recaudar dinero para conseguir estos objetivos decretó la llamada «Desamortización de Mendizábal».
Este fragmento trata de las primeras grandes desamortizaciones de la revolución liberal. En él, Mendizábal lanza varios objetivos, como pedir que todos aquellos bienes pertenecientes al clero pasen a ser declarados nacionales y que puedan ser puestos en venta en pública subasta, los objetivos más importantes son: sanear la hacienda pública, crear un nuevo grupo social, que apoyará a los liberales, y que España se convierta en un país de economía liberal. Todo esto no se realiza por un motivo simplemente económico, sino que también pretenden que España se vuelva a convertir en una gran potencia y que haya un grupo de propietarios fieles a la causa liberal.
La desamortización fue un hecho fundamental en el proceso de la revolución liberal burguesa. Significó un cambio esencial en el sistema de propiedad y tenencia de la tierra.
Supone la incautación estatal de bienes de propiedad colectiva, eclesiástica o civil, que tras su nacionalización y posterior venta en subasta, pasan a formar parte de una propiedad privada con plena libertad de uso y de disposición. El producto de lo obtenido lo aplicará el Estado en sus necesidades, principalmente a amortizar la deuda pública. En España este proceso se produjo de forma discontinua dándose varias desamortizaciones desde finales del Siglo XVII!: En el reinado de Carlos IV, Godoy desamortizó la sexta parte de los bienes de la Iglesia con el fin de sanear la Hacienda. Durante la Guerra de la independencia tanto el Gobierno de José i, como las Cortes de Cádiz realizaron una legislación desamortizadora que apenas llegó a ponerse en práctica por las circunstancias del momento. Las Cortes de Cádiz en su Decreto de Desamortización incautaba los bienes de los traidores, de la Inquisición, de las Órdenes Militares y de las Órdenes religiosas suprimidas. En el Trienio Libera! Volvieron a entrar en vigor las decisiones de las Cortes de Cádiz, pero el retorno al absolutismo interrumpíó el proceso. La desamortización de Mendizábal. Durante la Regencia de M- Cristina el proceso desamortizador se precipitó por varias causas. En primer lugar la Guerra Carlista obligaba al Estado a obtener recursos en un momento en que éste se encontraba en déficit y sin crédito exterior. En segundo lugar se difundíó por el país un clima anticlerical, a causa del apoyo de gran parte del clero al bando carlista (mediante la desamortización se pretenderá desmantelar el poder económico de la Iglesia y según algunos historiadores castigarla por su apoyo al carlismo) y en tercer lugar la burguésía y parte de las clases medias estaban deseosas de comprar bienes y su apoyo era esencial para el bando cristino. En esta situación, Mendizábal (político progresista) publicó la primera de las grandes desamortizaciones de la revolución liberal. En 1836 por el Decreto de Desamortización los bienes del clero regular (no solamente tierras sino también casas, monasterio y conventos) eran declarados nacionales y se ponían a ía venta en pública subasta. En 1837, otra ley desamortizaba los bienes del clero secular. Los objetivos que se pretendían con ambos decretos eran: Financiar la guerra civil contra los carlistas, sanear la hacienda y crear un grupo social adepto al régimen liberal. Pues gran parte de estos bienes fueron comprados por la burguésía comercial y financiera. Algún diputado defendíó la posibilidad de haber realizado una reforma agraria y repartir la tierra entre los campesinos pero primó el factor fiscal sobre el social y se desaprovechó la oportunidad. El proceso desamortizador contribuyó al cambio hacia una sociedad burguesa y la burguésía compradora se convirtió en terrateniente, La situación de los campesinos empeoró aún más al quedar privados del derecho a usar las tierras comunales. Los arrendatarios se vieron perjudicados ya que los nuevos propietarios elevaron el precio del arriendo o cancelaron sus contratos. Se produjo una gran masa de campesinos sin tierra que se convirtieron en jornaleros o se vieron obligados a marchar a las ciudades como mano de obra industrial. El clero vio reducidos sus efectivos económicos y el secular pasó a depender de la dotación económica que le pagaba el estado. La estructura de la tierra no cambió, tan sólo cambió de propietarios pero trajo consigo una expansión de la superficie cultivada, por lo que aumentó la producción y una agricultura más productiva en determinadas zonas como Cataluña y Valencia. La desamortización no resolvíó el problema de la deuda, pero sí que contribuyó a atenuarlo. La desamortización produjo una gran pérdida y expolio de bienes culturales, sobre todo de tos antiguos monasterios que con frecuencia fueron saqueados, abandonados o utilizados como cuarteles o prisiones.
M5 Cristina para formar gobierno llamó a este liberal progresista, quien trazó dos importantes objetivos: terminar con la Guerra Carlista y acabar con el déficit de la Hacienda española. Con el interés de recaudar dinero para conseguir estos objetivos decretó la llamada «Desamortización de Mendizábal».
Este fragmento trata de las primeras grandes desamortizaciones de la revolución liberal. En él, Mendizábal lanza varios objetivos, como pedir que todos aquellos bienes pertenecientes al clero pasen a ser declarados nacionales y que puedan ser puestos en venta en pública subasta, los objetivos más importantes son: sanear la hacienda pública, crear un nuevo grupo social, que apoyará a los liberales, y que España se convierta en un país de economía liberal. Todo esto no se realiza por un motivo simplemente económico, sino que también pretenden que España se vuelva a convertir en una gran potencia y que haya un grupo de propietarios fieles a la causa liberal.
La desamortización fue un hecho fundamental en el proceso de la revolución liberal burguesa. Significó un cambio esencial en el sistema de propiedad y tenencia de la tierra.
Supone la incautación estatal de bienes de propiedad colectiva, eclesiástica o civil, que tras su nacionalización y posterior venta en subasta, pasan a formar parte de una propiedad privada con plena libertad de uso y de disposición. El producto de lo obtenido lo aplicará el Estado en sus necesidades, principalmente a amortizar la deuda pública. En España este proceso se produjo de forma discontinua dándose varias desamortizaciones desde finales del Siglo XVII!: En el reinado de Carlos IV, Godoy desamortizó la sexta parte de los bienes de la Iglesia con el fin de sanear la Hacienda. Durante la Guerra de la independencia tanto el Gobierno de José i, como las Cortes de Cádiz realizaron una legislación desamortizadora que apenas llegó a ponerse en práctica por las circunstancias del momento. Las Cortes de Cádiz en su Decreto de Desamortización incautaba los bienes de los traidores, de la Inquisición, de las Órdenes Militares y de las Órdenes religiosas suprimidas. En el Trienio Libera! Volvieron a entrar en vigor las decisiones de las Cortes de Cádiz, pero el retorno al absolutismo interrumpíó el proceso. La desamortización de Mendizábal. Durante la Regencia de M- Cristina el proceso desamortizador se precipitó por varias causas. En primer lugar la Guerra Carlista obligaba al Estado a obtener recursos en un momento en que éste se encontraba en déficit y sin crédito exterior. En segundo lugar se difundíó por el país un clima anticlerical, a causa del apoyo de gran parte del clero al bando carlista (mediante la desamortización se pretenderá desmantelar el poder económico de la Iglesia y según algunos historiadores castigarla por su apoyo al carlismo) y en tercer lugar la burguésía y parte de las clases medias estaban deseosas de comprar bienes y su apoyo era esencial para el bando cristino. En esta situación, Mendizábal (político progresista) publicó la primera de las grandes desamortizaciones de la revolución liberal. En 1836 por el Decreto de Desamortización los bienes del clero regular (no solamente tierras sino también casas, monasterio y conventos) eran declarados nacionales y se ponían a ía venta en pública subasta. En 1837, otra ley desamortizaba los bienes del clero secular. Los objetivos que se pretendían con ambos decretos eran: Financiar la guerra civil contra los carlistas, sanear la hacienda y crear un grupo social adepto al régimen liberal. Pues gran parte de estos bienes fueron comprados por la burguésía comercial y financiera. Algún diputado defendíó la posibilidad de haber realizado una reforma agraria y repartir la tierra entre los campesinos pero primó el factor fiscal sobre el social y se desaprovechó la oportunidad. El proceso desamortizador contribuyó al cambio hacia una sociedad burguesa y la burguésía compradora se convirtió en terrateniente, La situación de los campesinos empeoró aún más al quedar privados del derecho a usar las tierras comunales. Los arrendatarios se vieron perjudicados ya que los nuevos propietarios elevaron el precio del arriendo o cancelaron sus contratos. Se produjo una gran masa de campesinos sin tierra que se convirtieron en jornaleros o se vieron obligados a marchar a las ciudades como mano de obra industrial. El clero vio reducidos sus efectivos económicos y el secular pasó a depender de la dotación económica que le pagaba el estado. La estructura de la tierra no cambió, tan sólo cambió de propietarios pero trajo consigo una expansión de la superficie cultivada, por lo que aumentó la producción y una agricultura más productiva en determinadas zonas como Cataluña y Valencia. La desamortización no resolvíó el problema de la deuda, pero sí que contribuyó a atenuarlo. La desamortización produjo una gran pérdida y expolio de bienes culturales, sobre todo de tos antiguos monasterios que con frecuencia fueron saqueados, abandonados o utilizados como cuarteles o prisiones.