3. Proceso de desamortización y cambios agrarios.
La desamortización debe ser considerada como un proceso, que abarca desde Carlos IV hasta la mitad del siglo XIX[1]. La propiedad de la tierra durante la primera mitad del siglo XIX estaba en las mismas manos que en el Antiguo Régimen, la Iglesia (sobre todo las órdenes religiosas), la nobleza rentista, el Estado o los municipios (bienes de propios y comunales). Lo que tratan los distintos gobiernos liberales es de conseguir la propiedad libre, absoluta e individual. Lo contrario sería una explotación poco racional, son las manos muertas, es decir, estaban amortizadas, sin que pudieran entrar en el mercado, sin poder disponer de ellas. De esta forma quienes consigan un aprovechamiento de la tierra irán acumulándola al comprar aquellas de quienes no han sabido sacar provecho. De paso un cultivo mejor también consigue aumentar la producción agrícola y acabar con la escasez.
La propiedad es sagrada, un derecho natural, sustento de la felicidad, es el sustento de la riqueza de las naciones. El Estado debe garantizar esa propiedad que proporciona la libertad, e intervenir lo menos posible. Se trata de proporcionar las condiciones necesarias para que aumenten el número de propietarios y, con la aplicación de su trabajo sobre dichos bienes, creciera la felicidad personal, y con ella, la riqueza nacional.
1. ANTECEDENTES. LA DESAMORTIZACIÓN DE GODOY, LAS CORTES DE CÁDIZ Y EL TRIENIO LIBERAL.
La situación desesperada de la Hacienda del Antiguo Régimen, especialmente en la corte de Carlos IV, llevó a atacar a la base del régimen. Por consejo de Soler, secretario de hacienda, el rey decidió en septiembre de 1789 llevar a cabo una desamortización para satisfacer las necesidades más perentorias de la Hacienda Real, especialmente la guerra contra Francia, y contribuir a eliminar la vinculación de bienes.
Los bienes a enajenar eran los de los establecimientos de beneficiencia pública (hospitales, colegios…) regidos por instituciones eclesiásticas. Los productos de las ventas se colocarían en una Real Caja de Amortización de un 3% anual. Los bienes se venderían en pública subasta, previa tasación, procurando dividir la propiedad para conseguir multiplicar los propietarios.
Además se sumaron los bienes de la Compañía de Jesús y los Colegios Mayores. Se concedió a los poseedores de bienes de mayorazgos la posibilidad de enajenarlos, con tal de que impusieran su producto en la Real Caja de Amortización.
Se solicitó al Papa que lo aceptara. Lo hizo en un breve del Vaticano en 1805.
Fracasaron estas medidas.
Durante la guerra de la Independencia también se desamortizaron bienes comunales de los municipios, así como bienes de la Inquisición, de los jesuitas y de las órdenes suprimidas. De igual forma se desamortizaron tierras durante el Trienio Liberal., por ejemplo de los bienes de la Inquisición, así como la devolución de los bienes adquiridos durante el trienio constitucional. abolen los señoríos jurisdiccionales. Se suprimen algunos mayorazgos que no se suprimieron en la 1ª desamortización, se venden tierras y municipios de baldíos, bienes comunales.. es decir, va a afectar a muebles e inmuebles de monasterios, conventos y colegios y también a bienes de la aristocracia. La novedad de esta desamortización es que los bienes se pueden pagar con vales reales. Paralelamente a este proceso, se obliga a reducir el diezmo de la Iglesia, que es sustituido por una nueva contribución (más caudales al estado). El problema de admitir vales reales al final fue que se venden bienes por valor de 1000 millones, pero se ingresan por caja solamente 100. Con la restauración del Antiguo Régimen, se va a ordenar devolver los bienes a sus antiguos propietarios, sin reintegrarles el dinero.
2. DESAMORTIZACIÓN ECLESIÁSTICA DE MENDIZÁBAL.
La desamortización de Mendizábal fue la más rápida, grande e irreversible. Cualquier desamortización se lleva a cabo en dos fases:
– 1º nacionalización de los bienes. Nacionalizar significa que el Estado compra los bienes, es decir, los propietarios están obligados a vender esos bienes al Estado por un precio determinado.
– 2º privatización de bienes. Significa que el Estado no se queda con los bienes, sino que los pone a la venta, en este caso mediante una pública subasta.
La desamortización de Mendizábal afectó a los bienes eclesiásticos, principalmente de las órdenes religiosas. Esto hay que encuadrarlo dentro del anticlericalismo liberal y también porque tenía menor coste político, es decir, no había grupos políticos afectados (ni nobleza, ni burguesía…). De hecho supuso la ruptura de las relaciones diplomáticas con el Vaticano
Cuando Mendizábal llegó desde Londres para presidir Gobierno en 1835, le preocupaba asegurar en el trono a Isabel II por lo que necesitaba ganar la guerra carlista. Esto debía hacerse disminuyendo la deuda pública. Las disposiciones que afectan fueron: 1º Supresión de las órdenes religiosas (octubre 1835) y 2º sistema de venta de los bienes nacionalizados (febrero 1836).
Las finalidades están explícitas en el propio decreto de desamortización que se presenta a la reina: se pretende crear una “copiosa familia de propietarios”, “crear y fundar el crédito público cuya fuerza asombrosa y cuyo poder mágico debe estudiarse en la opulenta y libre Inglaterra”. Aquí se advierte el interés ilustrado por Inglaterra, cuna del liberalismo. También podemos observar que considera a los conventos “inútiles y perjudiciales” en el sentido más ilustrado y anticlerical del liberalismo español.
Los bienes afectados son del clero regular (órdenes religiosas) y secular (“curas”). No sólo tierras, sino casas, monasterios, conventos, y sus enseres, incluidas obras de arte y libros. En Julio de 1837 afectó a las órdenes femeninas y al clero regular. Esta segunda ley de desamortización de 1837 se suprimieron los diezmos y la aplicación fue casi nula, sino que se llevó a cabo años más tarde, en 1841 bajo la regencia de Espartero.
La venta se hace en pública subasta, previa tasación oficial. Hay dos modalidades de pago. Una parte se paga en efectivo y el resto se puede pagar en efectivo en 16 años, y la otra paga con deuda pública en 8 años. El volumen de ventas estuvo entre los 3.500-4.000 millones de reales entre 1830-50. En 1835 afectó a 50.000 religiosos, 23.000 religiosas y 3.000 conventos. Esto supone un 12-15% de la propiedad.
Las provincias más afectadas fueron Sevilla, Córdoba, el resto del valle del Guadalquivir, Salamanca, Zaragoza, Toledo, y en menor medida Valencia, Cáceres, Badajoz, Barcelona, Valladolid… Tuvo menos repercusión en Galicia y toda la franja norte
Las ventas las acaparó gran parte de la burguesía de negocios madrileña, sobre todo una burguesía rentista agraria, antiguos arrendatarios y muchos funcionarios civiles o militares
Con la desamortización de Mendizábal se pretendían lograr varios objetivos: conseguir fondos para ganar la guerra carlista, disminuir la deuda pública (al ofrecer la posibilidad de que se pagaran con títulos emitidos por el Estado); atraerse a las filas liberales a la incipiente burguesía; poder solicitar nuevos préstamos (al estar más saneada la Hacienda) y cambiar la estructura de la propiedad eclesiástica, que de ser amortizada y colectiva pasaría a ser libre e individual. Lo que sí sirvió fue para descargar al Estado en algo de sus obligaciones financieras, especialmente la I Guerra Carlista.
DESAMORTIZACIÓN DE MADOZ.
Se llevó a cabo durante el Bienio Progresista, la “Ley de Desamortización General”, en mayo de 1855. Recibe el nombre de “General” porque se ponían en venta todos los bienes de propiedad colectiva: los de los municipios y los de los eclesiásticos que no habían sido vendidos en la etapa anterior. Afectó a los bienes de propiedad municipal y de propios y comunes, es decir, a tierras de propiedad colectiva o comunal. También se venden los bienes nacionalizados previamente que eran de origen religioso (lo que supone la ruptura del Concordato con la Santa Sede).
El objetivo era nivelar los presupuestos, amortizar la deuda y financiar obras públicas (el ferrocarril). Duplicó en volumen a la de Mendizábal, pero según Tusell no fue tan importante.
El pago debía hacerse sólo en metálico (aprendieron de Mendizábal), con descuentos para las liquidaciones más cortas. Sólo en casos excepcionales pudo hacerse el pago en deuda pública, pero de acuerdo con su cotización, no con el valor nominal. Dieron también facilidades para la redención de censos.
Los Ayuntamientos ponían en venta los terrenos y daban el dinero a la Administración, pero no todo, se aprovechó para obras publicas y sanear las cuentas de los ayuntamientos. No está claro que beneficiera a los absentistas de Madrid, pero no a los pequeños agricultores –aunque hay autores que piensan que sí. Está clara el propósito típicamente liberal: “para gozar tranquilos de la propiedad, para gozar seguros de lo que nos pertenece, para eso está constituida la sociedad” (Claudio Moyano).
Esta ley estuvo vigente hasta 1924. Narváez la suspendió en 1856, pero O’Donnell la restableció pero no afectando a los bienes de la iglesia.
En este caso, las provincias más afectadas fueron, de nuevo Sevilla, Madrid, Toledo, Cádiz, Ciudad Real, Valencia, Ávila, Badajoz, y las que menos la zona norte de la península.
CONSECUENCIAS
a) Económicas
El impacto social fue importante, pero NO fue una reforma agraria. Hay quien opina que Mendizábal tampoco lo intentó, y además, los resortes del poder eran débiles. No cambió la estructura de la propiedad (J. Tusell), ni aumentó el minifundio ni el latifundio. Quizá aumentara el número de latifundistas y algunos aumentaron sus propiedades.
¿Aumentó la producción agrícola?. Esa era la idea de los liberales, pero no se produjo, era necesario mejorar las técnicas. Aumentó la producción de tierras marginales.
El poder económico de la Iglesia sufrió un traspaso a la burguesía. El papado rompió relaciones con España. Además perdieron gran parte de su patrimonio artístico y cultural.
En cuanto a la Hacienda, los resultados fueron menores de lo que se esperaba, no porque los precios en las subastas fueran bajos, sino porque se pagó en Deuda Pública (precio inferior). Aumentó la deuda pública en estas fechas, quizás fue a pesar de la Desamortización, que aumentaron los gastos por la guerra civil, que no fue suficiente… ¿Desvió la desamortización los fondos que se podían haber utilizado en la industrialización? A lo mejor, porque los ferrocarriles fueron franceses, (Troyano opina que sí, Tussell no).
La propiedad fue liberal capitalista, desaparecieron el mayorazgo y los señoríos jurisdiccionales. Se desamortizaron las rentas, y se actualizaron. Subieron pues los arrendamientos. Desaparecieron las limitaciones al uso de los montes, al pasto de ganados y a los privilegios medievales. Esto también supuso un desastre ecológico
b) Políticas
Las consecuencias políticas fueron importantes: consolidaron el régimen liberal. Los compradores van estar siempre a favor del liberalismo –aunque conservador, no progresista-. Sobre todo porque no hubo reforma agraria.
c) Sociales
Los propietarios rentistas, aunque de origen burgués, se asimilaron a la nobleza (al revés que en Inglaterra). En Barcelona, País Vasco o Madrid (como los Ibarra). La reforma social no era posible, se dieron cuenta en la época. Por ejemplo, se podía haber intentado, en vez de la subasta, el censo enfitéutico, es decir, cederla a los campesinos que tenían un plazo muy largo (25-50 años) para ir pagando el censo y de esa forma pasaba a su propiedad (propuesta de Flórez Estrada).
Una consecuencia fundamental fue la proletarización del campesinado, aumentó el número de campesinos asalariados, que antes estaban como colonos (los antiguos siervos de los señoríos monacales). Esto supuso una serie de protestas en Andalucía. Se liberalizan también los contratos de arrendamiento: nace el proletariado agrícola. En resumen fue un fracaso económico, financiero y social para las clases humildes del mundo rural, que tuvieron que pagar más impuestos, con lo que éstos se hicieron anti-liberales (the world we lost)
d) Culturales
En el terreno cultural y urbanístico los conventos se convirtieron en edificios públicos (ej. Museo de Bellas Artes de Sevilla), se destruyeron edificios y se dispersó el patrimonio (esculturas, cuadros, archivos…)
e) Religiosas
Se rompió con la Iglesia. Se debilitó su poder. Sobre todo hay que tener en cuenta que la Iglesia apoyaba a los carlistas. Perdieron el diezmo en 1837. Se notó en el número de componentes y en su sustento.
VALORACIÓN.
– Vicens Vives no fue una reforma agraria, sino que se limitó a ser una transferencia de bienes de la Iglesia a las clases fuertes: grandes propietarios, aristócratas, burgueses…
– R. Carr: la venta de bienes comunales fue un desastre social, porque arrebató a la población marginal su medio de vida. Por eso organizan alborotos. Además fue un desastre natural (deforestación y erosión). Esta visión es pareja al Regeneracionismo. Las ventas perjudicaron a los pequeños municipios, ya que de ese dinero se pagaba al médico o al maestro.
– J. Fontana habla de una reforma agraria frustrada. Para los liberales era una medida de hacienda y para entregar las tierras a propietarios más activos y emprendedores. Pero les quitaba las tierras a los campesinos.
– Tomás y Valiente: era un mecanismo económico y social, pero habría que haberlo hecho con otros medios. Por ejemplo. Santillán, entendido en Hacienda, estaba con Mendizábal, no veía viable la propuesta de Flórez Estrada.
En general, podemos decir que la de Mendizábal pagó la guerra Carlista y salvó la bancarrota y la de Madoz pagó el ferrocarril. Ambas fomentaron el latifundismo.
Transformaciones agrarias.
La reforma agraria liberal forma parte del proceso de sustitución del Antiguo Régimen por la sociedad capitalista. A lo largo de la primera mitad del siglo XIX se producen en España una serie de cambios legislativos que tendrán repercusión en la estructura de la propiedad de la tierra. En general podemos decir que consisten en remover los obstáculos jurídicos a la propiedad liberal: libre, individual y absoluta. Desparecen, pues, las formas de propiedad compartida.
Durante las Cortes de Cádiz, se abole el régimen señorial, los señoríos solariegos pasan a ser considerados como propiedad, y los jurisdiccionales debían ser integrados en la nación. También hay una ley de repartos de propios y comunes.
En el Trienio Liberal, durante el reinado de Fernando VII (1820-1823), se desvincularon los mayorazgos y se permitieron el cierre de fincas. La abolición de privilegios de la Mesta allanó también este camino. También se permitió la libertad de arrendamientos agrarios, libertad de precios y almacenamiento, así como la de comercio interior. De este modo se permite el uso exclusivo de las propiedades agrarias desde la individualidad. Esta ley se retirará durante la década ominosa para ser repuesta durante las regencias. Se liberan definitivamente las tierras de los patrimonios vinculados y sus propietarios pueden venderlas sin trabas. Enormes extensiones de tierra salieron a libre mercado para ser compradas por el mejor postor, teóricamente aquellos más capaces y eficientes.
Además, a medida que son disueltas las órdenes religiosas pasan sus propiedades al patrimonio real. Por último, la abolición de los diezmos eclesiásticos completaron el marco jurídico necesario para la propiedad liberal.
Un punto fundamental fueron las desamortizaciones de Mendizábal y Madoz. A partiar de entonces, podemos decir que el antiguo señor se convirtió en el nuevo propietario agrario.
Sin embargo, lo que queda constatado no es más que un cambio jurídico, más que una auténtica reforma agraria. El paso de más de 10 millones de hectáreas, la mitad del territorio cultivable de manos muertas (Iglesia, municipios), a los propietarios rurales particulares debería haber potenciado el crecimiento de la producción, pero todo parece indicar que no fue así.
La situación del campo a comienzos del siglo XIX era muy mala. Un mundo rural anclado en el pasado. Era la base de la economía, puesto que no se había producido la “revolución industrial”. Las palabras más corrientes para describir la situación del campo son “atraso” o “fracaso” . En primer lugar por factores naturales (relieve, malos suelos…), pero también por factores sociopolíticos: desigualdad en la propiedad de la tierra (latifundio y minifundio). En cuanto a los cambios técnicos, fueron muy lentos, podemos decir que el Antiguo Régimen duró hasta 1866. Una mala cosecha implicaba una crisis de mortalidad típica del AR. Como los transportes no estaban desarrollados no se podían enviar alimentos. Los perjudicados eran los más pobres. Los propietarios se beneficiaban de la subida de precios. Los braceros o jornaleros tenían menos jornales. Los pequeños propietarios debían acudir a los préstamos. Además hay que sumar el impacto de la guerra de la independencia, la ruptura con las Indias y las guerras carlistas. Los niveles de producción hasta 1820 no se empiezan a recuperar.
Es cierto que se produjeron cambios en la primera mitad del siglo XIX:
– articulación del mercado interior
– apertura al exterior: Galicia exporta ganado a Inglaterra y a las antiguas colonias
– Especialización y adaptación de cultivos (a las peculiaridades de la tierra): maíz y patatas al norte, cereales en Andalucía y Castilla, viñedo en el litoral mediterráneo.
– Aumento de la producción, por el aumento de la superficie de cultivos (desamortización) y por la adaptación, no por mejoras técnicas: 50% más en trigo, 3 veces más de vid… Esto repercutió en la mejor alimentación de los españoles.
Incluso podríamos hablar de cierta reforma agraria en cuanto se había abolido el régimen señorial, se habían suprimido los mayorazgos y se había desamortizado. Esto llevaba consigo una liberalización de la tierra puesto que se eliminaban obstáculos el desarrollo del capitalismo