La Conquista de Hispania
Roma puso sus ojos en la Península Ibérica. El pretexto para una primera intervención lo constituyó el asedio del cartaginés Aníbal a la ciudad de Sagunto, aliada de Roma. En el año 206 a.C., Publio Cornelio Escipión tomó Carthago Nova y expulsó del territorio a los cartagineses. A partir de entonces, la Península fue escenario de múltiples episodios que acabaron con la conquista definitiva en época de Augusto. Los romanos encontraron dificultades para conquistar la Península, porque sus habitantes eran belicosos y determinados. De entre ellos destacaron el pueblo lusitano, a cuyo frente estaba Viriato, un hombre con una carisma especial, y el pueblo numantino, que resistió sin víveres hasta la extenuación el sitio de los romanos. Poco a poco fueron cayendo ciudades y regiones, y el suelo hispano se fue romanizando. Bajo el mandato del emperador Octavio Augusto, Roma se adueñó de toda la península ibérica, pasó a ser una provincia más del Imperio y recibió el nombre de Hispania.
La División Provincial
Los romanos dividieron el territorio peninsular en provincias, unas unidades administrativas que facilitaban el gobierno de las tierras conquistadas. Durante los primeros momentos de la conquista en el año 197 a.C. (siglo II a. C.), los romanos dividieron (1ª División) el territorio en 2 provincias: la Hispania Citerior o la Hispania Ulterior. Con el avance de la conquista y el proceso de romanización a partir del siglo I d.C., Hispania quedó dividida en 5 provincias. La división definitiva de Hispania se produjo en los últimos tiempos del Imperio, a mediados del siglo IV d.C., cuando Hispania quedó dividida en 7 provincias: Tarraconensis, Baetica, Carthaginensis, Tingitania, Gallaecia, Balearica y Lusitania. (2ª División) Augusto en el año 27 a.C. cambió el nombre de la Hispania Citerior por Tarraconensis, y dividió la Hispania Ulterior en otras dos provincias: la Baetica y la Lusitania. (3ª División) En el siglo III d.C., el emperador Caracalla creó una nueva provincia en el seno de la tarraconense, la Gallaecia. (4ª División) Diocleciano, años más tarde, añadió la provincia Mauretania Tingitana para constituir la Diocesis Hispaniarum. (5ª División) En el siglo IV d.C. Constantino II creó la Carthaginensis, recortando la extensión de la Tarraconense, y dio rango de provincia a las islas Baleares, creando la Balearica.
Organización Política y Administrativa
En el gobierno de cada provincia había un pretor o un procónsul (excepto en época de Augusto). Diocleciano, a finales del siglo III d.C., transformó las provincias en diócesis, y creó la figura del vicario, que fue una especie de delegado plenipotenciario del gobierno de Roma. Las ciudades de las provincias estaban al mando de los duunviros, parecidos a nuestros concejales. Las ciudades se dividían en 2 grupos:
- Municipios: enclaves antiguos que se ajustaban al esquema romano.
- Colonias: ciudades fundadas por los romanos.
Según el funcionamiento político, había 3 tipos de ciudades:
- Libres: gozaban de autonomía en su funcionamiento interno, pero estaban sujetas a las directrices de Roma en la política exterior.
- Federadas: estaban unidas a Roma mediante un tratado (foedus); prestaban ayuda militar, pero quedaban exentas de pagarle tributo.
- Estipendiarias: pagaban a Roma un tributo (stipendium), a cambio del cual podían mantener cierta autonomía en su organización.
La Organización Social
Los romanos favorecieron la integración y la convivencia entre conquistadores; se mezclaron con los indígenas y formaron familias mestizas. Introdujeron sus propias leyes y su organización política, respetaron las creencias autóctonas y la sociedad se fue estabilizando. Vespasiano, a finales del siglo I d.C., concedió a las provincias el derecho latino, por el que los habitantes de las ciudades quedaban asimilados a los habitantes del Lacio. Caracalla dio el paso definitivo, al otorgar el derecho a la ciudadanía a todos los súbditos del Imperio, que quedaron igualados a los de Roma. Se mantuvo siempre la gran división entre esclavos y libres, entre las distintas clases sociales.
La Organización Económica
Los romanos supieron sacar el mayor rendimiento económico a la riqueza de las península ibérica. Sacaron partido del excelente aceite de la Bética, que comercializaron por todo el Imperio. También desarrollaron la industria pesquera, tanto en el Cantábrico como en el Mediterráneo, donde sobresalieron las salazones. La industria minera fue también importantes: había minas de plomo y plata, en Cartagena y en Andalucía; de cobre, en Huelva y de estaño, en Galicia. Estas riquezas se comercializaron por vía marítima. El puerto peninsular más importante fue el de Cádiz. En el interior de Hispania, los productos se transportaban a través de los puertos fluviales y de la red de calzadas. La Vía de la Plata, unía por el oeste el norte con el sur de Hispania, al tiempo que la Vía Augusta lo hacía por el oeste.