Conquista, Romanización y Legado Cultural en la Península Ibérica

La Conquista Romana y la Romanización de Hispania

La conquista romana de la Península Ibérica comenzó durante la Segunda Guerra Púnica (219-201 a.C.). Tras la victoria contra Cartago, Roma ocupó el este y el sur peninsular. Las sublevaciones indígenas fueron sofocadas por las campañas de Catón (195 a.C.) y la conquista de Numancia (133 a.C.), permitiendo la ocupación del centro y oeste. El emperador Augusto finalizó la conquista del norte peninsular en el 19 a.C., tras las guerras cántabro-astures.

La Romanización: Asimilación y Legado

La romanización fue el proceso de asimilación cultural de los modos de vida romanos por parte de los indígenas. Las ciudades fueron los focos difusores, y los agentes principales fueron soldados y comerciantes. Los elementos clave de la romanización fueron:

  • La lengua latina: Inicialmente impuesta en las ciudades, se extendió al ámbito rural, mezclándose con lenguas indígenas (origen del latín vulgar). Hispania fue cuna de filósofos, literatos y emperadores.
  • Obras públicas: Construcciones monumentales con fines prácticos y propagandísticos. Se construyeron ciudades al estilo romano (templos, teatros, anfiteatros, circos y foros), así como puentes, acueductos, presas y calzadas que facilitaban el comercio.
  • El derecho romano: Defendía los derechos, especialmente el de propiedad, y ordenaba las obligaciones de los individuos.
  • La religión romana: Sincrética, respetaba y asimilaba los cultos locales, incorporando el panteón olímpico y el culto al emperador.

Las Invasiones Bárbaras y el Reino Visigodo

Los bárbaros germanos invadieron el Imperio Romano en el siglo V, aprovechando su debilitamiento político (Bajo Imperio). Se produjo un declive de las ciudades, una ruralización y una decadencia general del sistema. Los visigodos, federados de Roma, se asentaron en el sur de la Galia (reino de Tolosa). Llegaron a Hispania en el 415 para pacificar el territorio, invadido por suevos, vándalos y alanos. Tras su derrota ante los francos en la batalla de Vouillé (507), entraron masivamente en la Península y crearon el reino de Toledo.

La Monarquía Visigoda: Instituciones y Unificación

La monarquía visigótica era electiva. El rey era nombrado por una Asamblea de hombres libres, lo que la hacía débil y dependiente de la nobleza. Los reyes lucharon por hacerla hereditaria. El rey gobernaba con ayuda de un Officium Palatinum (compuesto por el Aula Regia y los Concilios de Toledo), asambleas legislativas que ratificaban las decisiones del rey.

Los visigodos buscaron la unificación con la población hispano-romana mediante:

Conservaron las antiguas provincias romanas, situando un Duque al frente de cada una. Se acentuaron las tendencias del Bajo Imperio Romano: ruralización, latifundismo y economía cerrada. La vida urbana decayó y la cultura se redujo al ámbito religioso.

Al-Ándalus: Conquista, Emirato y Califato de Córdoba

En el 711, los musulmanes, aprovechando las luchas internas del reino visigodo (apoyo a Witiza frente a Don Rodrigo), invadieron la Península Ibérica. Tras su victoria en la batalla de Guadalete (711), llegaron hasta los Pirineos en pocos años. La Península se convirtió en un emirato dependiente del Califato Omeya de Damasco, llamado Al-Ándalus, con capital en Córdoba. Los árabes gobernaron las provincias de Al-Ándalus (coras), frente a los colonos bereberes y la población hispanovisigoda.

El último Omeya, huyendo de la revolución abasí, se refugió en Al-Ándalus y se proclamó emir como Abd-al-Rahman I (756). Al-Ándalus se convirtió en un emirato independiente, aunque dependiente del califa de Bagdad. Este emirato independiente (756-929) fue una etapa inestable, debido a rebeliones internas y avances de los reinos cristianos del norte.

El Califato de Córdoba (929-1031)

En el 929, Abd-al-Rahman III se proclamó califa, independizándose religiosamente. El Califato de Córdoba fue la época de mayor esplendor de Al-Ándalus:

  • Florecimiento económico (auge del comercio y tributos de los reinos cristianos).
  • Estabilidad política interna y victorias de Almanzor frente a los cristianos.
  • Esplendor cultural, destacando el reinado de Al-Hakam II.

Tras la muerte de Almanzor (1002), las rebeliones y luchas internas llevaron a la extinción del Califato y a la formación de los reinos de Taifas (1031).

La Guerra de Sucesión Española y el Sistema de Utrecht

En 1700, Carlos II murió sin descendencia, nombrando heredero a Felipe de Anjou (nieto de Luis XIV de Francia). El archiduque Carlos de Austria reclamó sus derechos al trono. En 1701, Felipe de Anjou fue proclamado rey de España sin renunciar a sus derechos al trono francés. Gran Bretaña, Austria, Prusia, Saboya, Portugal y Países Bajos apoyaron al archiduque Carlos, temiendo un bloque Francia-España. Francia apoyó al rey Borbón español.

La Guerra de Sucesión fue una guerra europea y una guerra civil en España: Aragón apoyó al candidato austriaco y Castilla al Borbón.

En 1711, el archiduque Carlos fue elegido emperador sin renunciar al trono español. Esto amenazaba con crear un bloque hispano-alemán, por lo que Gran Bretaña presionó para firmar la paz.

La Paz de Utrecht (1713)

La Paz de Utrecht puso fin a la guerra. España hizo las siguientes concesiones:

Posteriormente, Austria y Saboya se intercambiaron Sicilia y Cerdeña.

La Paz de Utrecht significó para España la pérdida de sus posesiones europeas, quedando como potencia de segundo orden, y la reafirmación de Gran Bretaña como primera potencia europea.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *