El único lugar donde triunfó fue Asturias, donde la rebelión tuvo el apoyo de los anarquistas. Los obreros tomaron la regíón, cuyas zonas mineras fueron controladas por comités revolucionarios. Ante ello, el Gobierno de la República inició una verdadera campaña de guerra para restablecer el orden y mandó tropas militares de Marruecos al mando del general Francisco Franco y del teniente coronel Juan Yagüe. El 18 de Octubre la rebelión estaba definitivamente sofocada. Las consecuencias de la revolución de 1934 fueron la muerte de casi 2.000 personas, unas 3.000 fueron heridas, 30.000 fueron detenidas, la Generalitat de Cataluña fue suspendida, Companys fue encarcelado y condenado a treinta años de prisión, y el Gobierno de la República se fue derechizando cada vez más. 2.4. El Gobierno radical–
Cedista (Octubre de 1934 – Diciembre de 1935). En los meses siguientes a la revolución de 1934, hubo varios gobiernos dirigidos de nuevo por Alejandro Lerroux, del Partido Radical, pero formados por la CEDA (Gil Robles era el ministro de la Guerra) y el Partido Agrario (partido conservador de terratenientes). Estos ejecutivos acabaron con cualquier rastro de reformismo y actuaron de forma muy resentida hacia la izquierda.
Así, se suspendíó la autonomía de Cataluña, se paralizó la reforma agraria (algunas tierras se devolvieron y se prohibieron nuevos asentamientos), se aprobaron decretos laborales favorables a la patronal, y se elaboró un plan de obras públicas que redujo el paro. Los últimos meses de la coalición radical-cedista se definieron por la enemistad entre Alcalá-Zamora y Lerroux, y por varios escándalos de corrupción. El primero fue el del estraperlo, que era un juego de ruleta trucado que se introdujo en España por mediación de personajes relevantes del Partido Radical. El segundo fue el caso de Antonio Nombela, un funcionario de colonias que denunció que altos cargos del Gobierno daban indemnizaciones fraudulentas a empresas mercantiles españolas. Estos escándalos perjudicaron las relaciones entre el Partido Radical y la CEDA, que reclamó la presidencia del Gobierno, pero Alcalá-Zamora se negó. Así, el Gobierno radical-cedista cayó en Diciembre de 1935 y se convocaron elecciones para Febrero de 1936. 2.5. La formación del Frente Popular y las elecciones de Febrero de 1936. En Europa, el fascismo había alcanzado el poder en Italia y Alemania, y podía amenazar a países como España, donde estaba la Falange Española de las JONS. Así, la Tercera Internacional (Komintern o Internacional Comunista) recomendó la formación de frentes populares en Europa integrados por los partidos de izquierdas para frenar la expansión del fascismo. Aunque en España el peligro del fascismo no era muy grande porque apenas 6 tenía apoyos, había un gran deseo por parte de la izquierda de volver al poder para recuperar las reformas del primer bienio. Así, Manuel Azaña negoció con las organizaciones izquierdistas para presentarse juntas a las elecciones de Febrero de 1936. En Enero de 1936 se firmó el pacto del Frente Popular, formado por el PSOE, el Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM), el Partido Comunista, Izquierda Republicana (antes Acción Republicana de Azaña) o el Partido Sindicalista, entre otros. Esta coalición también tuvo el apoyo de la UGT y de los anarquistas de la CNT. Como objetivos, pretendían volver a las políticas del primer bienio, conseguir la amnistía para los presos de la revolución de 1934 y relanzar la reforma agraria. El Frente Popular ganó las elecciones del 16 de Febrero de 1936 con 260 diputados de 470. 2.6. El Gobierno del Frente Popular (Febrero – Julio de 1936). Dos días después de las elecciones, se formó un gobierno encabezado por Manuel Azaña, que aplicó los puntos del programa del Frente Popular: un ejecutivo exclusivo de republicanos de izquierda (sin socialistas ni comunistas), la amnistía para los revolucionarios de 1934 y para Lluís Companys, la restitución total del estatuto catalán, el alejamiento de los militares más peligrosos (Franco a Canarias, por ejemplo) y la vuelta a las expropiaciones y repartos de tierras del primer bienio. Estas medidas provocaron el descontento de los más conservadores y de los fascistas de la Falange, que organizaron manifestaciones violentas. Estos ataques eran respondidos por izquierdistas y revolucionarios que veían que era la ocasión para implantar un régimen comunista. Niceto Alcalá-Zamora fue destituido como presidente de la República en Mayo de 1936, cargo que pasó a ocupar Manuel Azaña. Entonces se constituyó un Gobierno dirigido por el socialista Santiago Casares Quiroga y formado sólo por republicanos. En el campo, hubo asentamientos ilegales de campesinos en las provincias latifundistas, lo que causó duros enfrentamientos con la Guardia Civil. Por otro lado, la derecha se radicalizó y apostaba por la insurrección armada. De hecho, miles de jóvenes se afiliaron a las Juventudes de Acción Popular (JAP, de carácter violento) de la CEDA, y a la Falange, que repartíó armas entre sus miembros y a entrenarlos. Por eso fue encarcelado su líder, José Antonio Primo de Rivera. Pero las juventudes izquierdistas hacían lo mismo y eran frecuentes los incidentes callejeros entre jóvenes de un bando y de otro, incluso con asesinatos. El ambiente también se complicó en el PSOE, que sufríó un duro enfrentamiento entre los moderados de Indalecio Prieto y los revolucionarios de Francisco Largo Caballero, apodado ahora el “Lenin español”. 2.7. La sublevación militar y el Golpe de Estado. Desde el triunfo del Frente Popular, un sector del ejército planeó un Golpe de Estado contra la República. El general Emilio Mola, jefe del ejército en Navarra, fue el director de la conspiración, elaboró los planes militares y contactó con otros altos mandos, como los generales Franco, Cabanellas, Fanjul o Queipo de Llano. El general José Sanjurjo, exiliado en Portugal, tendría el mando supremo de la sublevación. Mola también consiguió que los monárquicos, la CEDA y el Partido Radical aceptaran la rebelión. El Golpe de Estado tendría el apoyo financiero del empresario balear Juan March. El 12 de Julio de 1936 unos pistoleros falangistas asesinaron al teniente José Castillo de la Guardia de Asalto, quien además era instructor de las milicias socialistas. Como venganza, al día siguiente los compañeros de Castillo mataron a José Calvo Sotelo, líder de Renovación Española. Así, los preparativos para la insurrección se aceleraron, lo que culminó en el Golpe de Estado del 18 de Julio.
Cedista (Octubre de 1934 – Diciembre de 1935). En los meses siguientes a la revolución de 1934, hubo varios gobiernos dirigidos de nuevo por Alejandro Lerroux, del Partido Radical, pero formados por la CEDA (Gil Robles era el ministro de la Guerra) y el Partido Agrario (partido conservador de terratenientes). Estos ejecutivos acabaron con cualquier rastro de reformismo y actuaron de forma muy resentida hacia la izquierda.
Así, se suspendíó la autonomía de Cataluña, se paralizó la reforma agraria (algunas tierras se devolvieron y se prohibieron nuevos asentamientos), se aprobaron decretos laborales favorables a la patronal, y se elaboró un plan de obras públicas que redujo el paro. Los últimos meses de la coalición radical-cedista se definieron por la enemistad entre Alcalá-Zamora y Lerroux, y por varios escándalos de corrupción. El primero fue el del estraperlo, que era un juego de ruleta trucado que se introdujo en España por mediación de personajes relevantes del Partido Radical. El segundo fue el caso de Antonio Nombela, un funcionario de colonias que denunció que altos cargos del Gobierno daban indemnizaciones fraudulentas a empresas mercantiles españolas. Estos escándalos perjudicaron las relaciones entre el Partido Radical y la CEDA, que reclamó la presidencia del Gobierno, pero Alcalá-Zamora se negó. Así, el Gobierno radical-cedista cayó en Diciembre de 1935 y se convocaron elecciones para Febrero de 1936. 2.5. La formación del Frente Popular y las elecciones de Febrero de 1936. En Europa, el fascismo había alcanzado el poder en Italia y Alemania, y podía amenazar a países como España, donde estaba la Falange Española de las JONS. Así, la Tercera Internacional (Komintern o Internacional Comunista) recomendó la formación de frentes populares en Europa integrados por los partidos de izquierdas para frenar la expansión del fascismo. Aunque en España el peligro del fascismo no era muy grande porque apenas 6 tenía apoyos, había un gran deseo por parte de la izquierda de volver al poder para recuperar las reformas del primer bienio. Así, Manuel Azaña negoció con las organizaciones izquierdistas para presentarse juntas a las elecciones de Febrero de 1936. En Enero de 1936 se firmó el pacto del Frente Popular, formado por el PSOE, el Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM), el Partido Comunista, Izquierda Republicana (antes Acción Republicana de Azaña) o el Partido Sindicalista, entre otros. Esta coalición también tuvo el apoyo de la UGT y de los anarquistas de la CNT. Como objetivos, pretendían volver a las políticas del primer bienio, conseguir la amnistía para los presos de la revolución de 1934 y relanzar la reforma agraria. El Frente Popular ganó las elecciones del 16 de Febrero de 1936 con 260 diputados de 470. 2.6. El Gobierno del Frente Popular (Febrero – Julio de 1936). Dos días después de las elecciones, se formó un gobierno encabezado por Manuel Azaña, que aplicó los puntos del programa del Frente Popular: un ejecutivo exclusivo de republicanos de izquierda (sin socialistas ni comunistas), la amnistía para los revolucionarios de 1934 y para Lluís Companys, la restitución total del estatuto catalán, el alejamiento de los militares más peligrosos (Franco a Canarias, por ejemplo) y la vuelta a las expropiaciones y repartos de tierras del primer bienio. Estas medidas provocaron el descontento de los más conservadores y de los fascistas de la Falange, que organizaron manifestaciones violentas. Estos ataques eran respondidos por izquierdistas y revolucionarios que veían que era la ocasión para implantar un régimen comunista. Niceto Alcalá-Zamora fue destituido como presidente de la República en Mayo de 1936, cargo que pasó a ocupar Manuel Azaña. Entonces se constituyó un Gobierno dirigido por el socialista Santiago Casares Quiroga y formado sólo por republicanos. En el campo, hubo asentamientos ilegales de campesinos en las provincias latifundistas, lo que causó duros enfrentamientos con la Guardia Civil. Por otro lado, la derecha se radicalizó y apostaba por la insurrección armada. De hecho, miles de jóvenes se afiliaron a las Juventudes de Acción Popular (JAP, de carácter violento) de la CEDA, y a la Falange, que repartíó armas entre sus miembros y a entrenarlos. Por eso fue encarcelado su líder, José Antonio Primo de Rivera. Pero las juventudes izquierdistas hacían lo mismo y eran frecuentes los incidentes callejeros entre jóvenes de un bando y de otro, incluso con asesinatos. El ambiente también se complicó en el PSOE, que sufríó un duro enfrentamiento entre los moderados de Indalecio Prieto y los revolucionarios de Francisco Largo Caballero, apodado ahora el “Lenin español”. 2.7. La sublevación militar y el Golpe de Estado. Desde el triunfo del Frente Popular, un sector del ejército planeó un Golpe de Estado contra la República. El general Emilio Mola, jefe del ejército en Navarra, fue el director de la conspiración, elaboró los planes militares y contactó con otros altos mandos, como los generales Franco, Cabanellas, Fanjul o Queipo de Llano. El general José Sanjurjo, exiliado en Portugal, tendría el mando supremo de la sublevación. Mola también consiguió que los monárquicos, la CEDA y el Partido Radical aceptaran la rebelión. El Golpe de Estado tendría el apoyo financiero del empresario balear Juan March. El 12 de Julio de 1936 unos pistoleros falangistas asesinaron al teniente José Castillo de la Guardia de Asalto, quien además era instructor de las milicias socialistas. Como venganza, al día siguiente los compañeros de Castillo mataron a José Calvo Sotelo, líder de Renovación Española. Así, los preparativos para la insurrección se aceleraron, lo que culminó en el Golpe de Estado del 18 de Julio.