La crisis de 1917
La crisis de 1917, aunque originada fuera de España, tuvo profundas repercusiones internas, manifestándose en tres ámbitos: el ejército, las clases trabajadoras y el problema catalán.
Crisis en el Ejército
El ejército español se había convertido en un ente burocrático sobredimensionado. Existían dos sectores diferenciados: los africanistas, militares que ascendían por méritos en las campañas de África, y los oficiales de la península, que progresaban por antigüedad. Las juntas de defensa, organizadas por estos últimos, reclamaban una reforma del sistema de ascensos y mejoras económicas.
A mediados de 1917, la crisis alcanzó su punto álgido bajo el gobierno de Dato. Incapaz de resolver el conflicto, el gobierno terminó reconociendo a las juntas como interlocutores válidos y aprobó una reforma militar que satisfacía algunas de sus demandas, priorizando la antigüedad en los ascensos.
El problema catalán
En el verano de 1918, Cambó, líder de la Lliga Regionalista, convocó una Asamblea de Parlamentarios Catalanes, invitando a diputados de toda España. Su objetivo era la regeneración política del país. Sin embargo, solo asistieron 71 parlamentarios (catalanistas, reformistas y socialistas). Posteriormente, se convocó una segunda asamblea en Madrid. Finalmente, Cambó se entrevistó con el rey Alfonso XIII, logrando la entrada de la Lliga en el gobierno. Esto tuvo dos consecuencias significativas: se rompió el turnismo bipartidista característico de la Restauración y la Lliga se consolidó como representante del sector catalán no autonomista.
Crisis social y movimiento obrero
Durante estos años, las organizaciones obreras experimentaron un notable crecimiento. El Partido Socialista aumentó su influencia, destacando figuras como Indalecio Prieto, Julián Besteiro y Largo Caballero. La CNT (anarcosindicalista) también experimentó una expansión significativa.
En 1917, ambos sindicatos exigieron al gobierno medidas para paliar el paro y la subida de precios, amenazando con una huelga general. La huelga, marcada por graves incidentes, fue reprimida con dureza por el gobierno, especialmente en Barcelona, Bilbao, Andalucía y Asturias. En las cuencas mineras asturianas, el general Burguete llevó a cabo una represión brutal. Tras quince días, la huelga finalizó en toda España, excepto en Asturias y León. La Revolución Rusa de 1917 tuvo un impacto significativo en la clase obrera europea, incluyendo la española.
En 1919, Barcelona fue escenario de una nueva huelga que derivó en acciones más radicales. Socialistas y anarquistas dejaron la ciudad sin suministro eléctrico, forzando al gobierno a ceder ante algunas reivindicaciones. La patronal catalana, alarmada por el auge sindical, respondió contratando pistoleros para asesinar a sindicalistas. Entre 1919 y 1923, la CNT fue desarticulada en Barcelona, culminando con el asesinato de Salvador Seguí. En 1921, siguiendo las directrices de la Tercera Internacional, un grupo de socialistas fundó el Partido Comunista de España, aunque su relevancia sería limitada hasta la Guerra Civil.
El problema de Marruecos
Tras la pérdida de sus colonias en 1898, España mantuvo su presencia en el norte de África. Marruecos, especialmente la región del Rif, se convirtió en una zona conflictiva. Finalizada la Primera Guerra Mundial, España intentó consolidar su control sobre el territorio. Abd el-Krim lideró la resistencia marroquí, iniciando la Guerra del Rif.
El plan español consistía en avanzar desde Ceuta y Melilla hacia el Rif. El general Berenguer conquistó Xauen, siendo relevado por el general Silvestre, quien se propuso ocupar la bahía de Alhucemas. Silvestre tomó el fuerte de Annual desobedeciendo las órdenes y sin evaluar correctamente la estrategia de Abd el-Krim. La posterior derrota española en Annual se saldó con la masacre de más de 6000 soldados. El general Berenguer intentó recuperar el territorio sin éxito. Este desastre provocó una grave crisis política en España que desembocaría en la dictadura.
En 1924, Abd el-Krim intentó reconquistar Xauen. Francia, ante el peligro que suponía para sus posesiones en Marruecos, intervino junto a España, realizando el desembarco de Alhucemas. Abd el-Krim se rindió y los generales africanistas recuperaron su prestigio.
LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA (1923-1931)
La quiebra de la monarquía parlamentaria y golpe de estado
La crisis de 1917 generó una profunda inestabilidad política, con frecuentes cambios de gobierno. Este periodo se conoce como Gobierno de concentración. El desastre de Annual en 1921 agravó la crisis. A la inestabilidad política se sumaba una creciente conflictividad social, con el fortalecimiento del movimiento obrero y la aparición del Partido Comunista.
A principios de 1923, la monarquía parlamentaria estaba en crisis en toda Europa, con el auge de los fascismos. En España, la idea de una solución autoritaria ganaba adeptos. Miguel Primo de Rivera, militar con experiencia en conflictos coloniales, lideró el golpe de Estado. Se acusó al rey Alfonso XIII de complicidad.
Con el pretexto de embarcar tropas hacia Marruecos desde Málaga, Primo de Rivera decretó el estado de guerra en Cataluña y el estado de sitio en el resto del país, suspendiendo las garantías constitucionales y disolviendo las Cortes. Se formó un gobierno militar presidido por él mismo e integrado por ocho generales.