El impacto de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) en España tuvo un efecto decisivo sobre su evolución histórica. Esa España que había permanecido en el marco de las estructuras políticas de la Restauración ahora experimentó un cambio determinante, cuyos motivos deben encontrarse en el crecimiento económico, el desarrollo del sindicalismo obrero, la reivindicación de los nacionalismos, Todos estos elementos empezaron a aparecer en torno al año 1917, La escasa renovación del sistema político tuvo como consecuencia final que éste amenazara con el colapso en el momento en que a todas las dificultades ya dichas se sumó el desastre de Marruecos y, con él, la reaparición del Ejército en la política.
El impacto de la I Guerra Mundial. Al empezar en 1914 la I Guerra Mundial, España adoptó una política oficial de neutralidad, . Sin embargo, eso no significa que la opinión pública española no tuviera sus preferencias por un bando o por otro.La neutralidad libró a los españoles de la mortandad de la guerra y abrió un período de extraordinaria actividad económica para España. Los países beligerantes se convirtieron en un excelente mercado para la venta de todo tipo de productos agrarios e industriales .Los sectores más beneficiados por el aumento en la producción fueron la siderurgia y metalurgia vascas, la minería asturiana y el textil catalán, El aumento de beneficios estimuló también el crecimiento de los grandes bancos y de las compañías navieras. En general, el aumento de las exportaciones favoreció la proliferación de negocios especulativos y enriqueció rápidamente a empresarios e intermediarios, que, sin embargo, no reinvirtieron en el sistema productivo, por lo que esta etapa de esplendor económico terminaría con la guerra, Las consecuencias sociales de la guerra fueron menos positivas. Las clases bajas tuvieron que enfrentarse al desabastecimiento de algunas mercancías, derivadas hacia la exportación, y a la falta de importaciones, lo que provocó un aumento de la demanda que llevó inevitablemente a la inflación. El resultado de este proceso fue la consolidación y radicalización del movimiento obrero, con una oleada creciente de huelgas entre 1916 y 1919. En 1917, aún durante la guerra, la situación política y social era extremadamente delicada. Los partidos dinásticos se habían debilitado después de la muerte de Canalejas en 1912 y la fórmula bipartidista se agotaba. .
La inestabilidad política se generalizó, porque ningún partido era capaz de lograr la mayoría necesaria para gobernar. En este contexto, varios sectores sociales coincidieron en la exigencia de reformas. Estalló entonces una triple crisis (militar, política y social), que provocó la definitiva ruptura del sistema de partidos y tuvo consecuencias fatales para la pervivencia de la monarquía constitucional. La crisis de 1917. En el verano de 1917 (“el año de todas las revoluciones”, según algún historiador) se encadenaron en España tres crisis sucesivas, sin conjunción de intereses, protagonizadas respectivamente por el ejército, la burguesía y el proletariado. 1917 es, por tanto, una fecha simbólica, en la que queda patente la crisis del sistema de la Restauración. La crisis militar: las Juntas de Defensa (junio). Fueron creadas por oficiales y mandos intermedios como una especie de sindicatos militares para conseguir que el Gobierno ofreciera mejoras salariales y profesionales. Sus causas fueron los bajos salarios, disminuidos por la inflación, y una nueva ley que establecía el ascenso por méritos de guerra en vez de por antigüedad, con lo que se beneficiaba al ejército de Marruecos y se discriminaba al peninsular. Las Juntas presionaron al poder civil, que, finalmente, ante el temor de un golpe de Estado militar, las legalizó. El resultado fue una injerencia política del Ejército todavía mayor y el anuncio de la futura división entre militares “peninsulares” y “africanistas”. -La crisis política: la Asamblea de Parlamentarios, el gobierno decretó la censura de prensa y la suspensión de las garantías constitucionales y de las Cortes. Ante esta actitud autoritaria, la Lliga Regionalista, dirigida por Cambó, convocó a una Asamblea de Parlamentarios de toda España en Barcelona (19 de julio), la Asamblea exigió la convocatoria de unas Cortes Constituyentes, la heterogeneidad ideológica y el temor a ser superada por la revolución social acercó su postura al Gobierno, que desarticuló definitivamente el movimiento al ofrecer dos ministerios en el nuevo gabinete de García Prieto a miembros de la Lliga Regionalista. La crisis social: la huelga general revolucionaria.
La tensa situación social, debido al descenso en el nivel de vida, y la creciente importancia de los sindicatos desde 1916 favorecieron la creación de un comité de acción conjunto CNT-UGT, acordaron la convocatoria de una huelga general indefinida, con el objetivo de reivindicar el establecimiento de un gobierno provisional y la celebración de elecciones para Cortes Constituyentes. El gobierno de Dato reprimió a fondo a los huelguistas, contando para ello con el apoyo fundamental del Ejército y, en menor medida, de una burguesía atemorizada que dio marcha atrás. La crisis final de la Restauración. A partir de la crisis de 1917, España entró en una fase de agudización de los problemas: la inestabilidad política, la conflictividad social y la derrota militar en Marruecos hicieron inviable el sistema. Tras trece cambios de gobierno entre 1917 y 1923, resultaba ya imposible mantener los dos supuestos que sustentaban el régimen de la Restauración: la alternancia en el poder de los dos partidos dinásticos y la manipulación electoral para que se produjera la rotación de éstos. El espejismo de la prosperidad económica desapareció y se entró en una etapa de crisis, puesto que a la inflación se unió el cierre de empresas y el aumento del paro. El descontento obrero fue dirigido por los sindicatos, y tanto la CNT como la UGT crecieron espectacularmente en este período, hasta alcanzar los 700.000. En Andalucía, entre 1918 y 1920 (“trienio bolchevique”), los jornaleros anarquistas organizaron numerosas huelgas, ocupaciones de latifundios y destrucción de cosechas en petición de mejoras laborales y salariales. Barcelona fue el principal foco de violencia social entre 1919 y 1922, a causa de la gran fuerza de la CNT. Los empresarios recurrieron al cierre de empresas (lock-out), crearon una milicia privada e incluso contrataron pistoleros a sueldo para enfrentarse a los dirigentes sindicalistas. La etapa del pistolerismo creó un clima de guerra civil que dejó casi 800 muertos de uno y otro signo (la mitad de ellos en Barcelona) sólo en 1920. A los problemas planteados desde 1917 hay que agregar el asunto de la guerra de Marruecos, que adquirió especial relevancia política con el desastre de Annual en 1921.
La ocupación militar del protectorado español en Marruecos estaba resultando una operación difícil y costosa. En 1920, ante los intentos del ejército español de extender su dominio efectivo, se sublevó una de las cabilas (tribus bereberes) de las montañas del Rif, liderada por Abd-el-Krim. La operación acabó con la derrota española en Annual (1921), donde murieron unos 15.000 soldados.La derrota de Annual desencadenó importantes consecuencias políticas: creó un clima de malestar en la opinión pública española, lo que acentuó el descontento hacia el sistema y las críticas de republicanos y socialistas contra los militares, los políticos y el rey. El Gobierno acordó instruir una investigación sobre el asunto (expediente Picasso), para delimitar y exigir responsabilidades por el desastre, y en el que se acusaba de negligencia a varios altos mandos militares y salpicaba incluso a Alfonso XIII. El 13 de septiembre de 1923, mientras el expediente Picasso estaba siendo estudiado por una comisión parlamentaria, el general Miguel Primo de Rivera, con el consentimiento del rey, puso fin al sistema de la Restauración mediante un golpe militar, aunque la monarquía se mantendrá hasta 1931.