Crisis de la Restauración en España (1874-1923)

Crisis de la Restauración (1874-1923)

Revisionismo y Regeneracionismo

La pérdida de las colonias provocó grandes críticas al gobierno y al ejército. También dio lugar a un movimiento de carácter cultural, «El Regeneracionismo», que pretendía llegar a una nueva fase en el régimen político a partir de un amplio debate interno, para superar la situación de crisis tanto en aspectos sociales como políticos. Se cuestionaba la Restauración, se pedía una verdadera democracia representativa; en la práctica, no se ofrecieron alternativas y lo que supuso fue una acentuación de los nacionalismos, tanto catalán como vasco. También se produjo una reactivación del movimiento obrero y, en menor medida, del republicanismo.

Entre 1902 y 1923 se sucedieron 33 gobiernos diferentes, lo que demuestra la debilidad del sistema, agravada por la muerte de Sagasta y Cánovas y la llegada de un nuevo rey muy joven e inexperto. El conservador Maura y el progresista Canalejas intentaron, sin éxito, estabilizar la situación. Maura inició una política revisionista con un intervencionismo excesivo de la corona y una oligarquía que se negaba a renunciar a sus privilegios. Todo ello se vio agravado por un problema de carácter militar: la Guerra de Marruecos.

La Guerra de Marruecos formaba parte de la política colonial europea surgida tras la Conferencia de Algeciras en 1906. Se firmaron acuerdos secretos que forzaron la intervención española, obteniendo una serie de protectorados en el norte de Marruecos, mientras el resto del país quedaba en poder francés. Estos problemas se originaron porque la ocupación del Rif suscitó movimientos independentistas entre las tribus que allí habitaban.

En 1909, la situación se complicó y Maura envió un ejército que fue derrotado y humillado en el «Barranco del Lobo». Ante la necesidad de crear un nuevo ejército, hubo que llamar a reservistas, lo que, además del injusto sistema de quintas, ocasionó muchísimas protestas que culminaron en el conflicto social más grave de esos años: la «Semana Trágica de Barcelona» en 1909. Este movimiento revolucionario, sin objetivos ni dirección claros, con apoyos sobre todo anarquistas, tuvo como rasgo más característico su acentuado anticlericalismo. Se restableció el orden mediante una dura represión que llevó al fusilamiento de los principales líderes del movimiento. Esta represión hizo perder apoyos al gobierno y provocó una oleada de protestas. Maura se vio obligado a dimitir. El siguiente gobierno, con Canalejas a la cabeza, supuso al principio un alivio y el reinicio de la política reformista.

Fracaso Reformista (1912-1923)

Intentando democratizar el sistema, Canalejas buscó el entendimiento con la izquierda, dando muestras de ello, por ejemplo, con una ley claramente laicista y anticlerical que prohibía la creación de nuevas órdenes religiosas. Buscó también el entendimiento con los catalanistas, facilitado por el temor que la poderosa burguesía catalana tenía a los excesos como los cometidos en la Semana Trágica.

En este contexto se aprobó la «Ley de Mancomunidades» en 1913 y, dentro de ella, la creación de la «Mancomunitat de Catalunya» en 1914, presidida por Prat de la Riba, que concedió cierta autonomía a las provincias catalanas. Se tomaron también ciertas medidas de carácter social para contentar a las clases populares, como una reforma fiscal por la que «los que menos tienen, menos pagan» y una supresión de la redención monetaria frente a las quintas. Sin embargo, en 1912, Canalejas fue asesinado por un anarquista y se paralizó todo este sistema de reformas.

En 1914 estalló la Primera Guerra Mundial, ante la que España se declaró neutral. Sin embargo, fue un conflicto beneficioso, ya que, por primera vez, se tuvo una balanza comercial con superávit, sobre todo en materias primas. Esta situación no benefició a todos por igual, ya que revirtió en la oligarquía financiera y comercial, obteniendo grandes beneficios, mientras las clases populares fueron perjudicadas por la subida de precios que se produjo por el desabastecimiento.

En esta tensa situación socioeconómica y política, en el año 1917 ocurrieron tres hechos de suma importancia, que, por vías diferentes, con objetivos incluso divergentes, manifestaron su descontento ante el orden constitucional canovista. La propuesta común era la convocatoria de unas Cortes Constituyentes:

  1. Juntas de Defensa: asociaciones de tropas para defender sus intereses. Publicaron un manifiesto en el que pedían cambios y mejoras profesionales. En un principio, el gobierno intentó disolverlas, pero ante el descontento generalizado se vio obligado a acceder, lo que sería un hecho de enorme trascendencia: el poder militar se convertiría en un gran grupo de presión para el futuro.
  2. Asamblea de Parlamentarios: reunida en Barcelona a iniciativa de la Lliga, reclamaban un nuevo escenario político que concediera amplia autonomía a las regiones, aunque pedían que prevaleciera el carácter conservador. Esta asamblea fue prohibida, disuelta y ocuparon militarmente Barcelona.
  3. Huelga General Revolucionaria: propuesta por CNT y UGT, y apoyada por socialistas, republicanos y, sobre todo, reformistas, contó con un escaso apoyo social. Fracasó por las diferencias en las reivindicaciones y fue, además, rápidamente reprimida por el ejército y sus principales líderes encarcelados.

La crisis de 1917 puso en evidencia la incapacidad del sistema de la Restauración, que sobrevivía por pura inercia. La represión, la ausencia de reformas y la constante intervención del ejército darían lugar a la crisis de 1921, que daría paso a un nuevo sistema.

Final de la Restauración

Entre 1917 y 1923 se sucedieron hasta 23 gobiernos diferentes, lo que pone de relieve la debilidad de los gobiernos, que ya no controlaban la situación: malestar general y represión generalizada, mientras se hacían continuas concesiones al ejército. Solo la debilidad parlamentaria explica la debilidad del régimen. En estos años se produjo una reactivación del nacionalismo: avance electoral del PNV en el País Vasco, el radicalismo en Cataluña y, en Galicia, se pasó de un regionalismo cultural a un nacionalismo de carácter político. Aparte de todo esto, el final de la Primera Guerra Mundial supuso un brusco final para los negocios de exportación y una fuerte crisis económica. Entre 1918 y 1921 se vivió una auténtica situación de guerra civil en Cataluña. En 1923 se celebraron las últimas elecciones de la Restauración, que proponían: revisión constitucional, medidas de tipo social y una revisión de la última parte de la guerra de Marruecos («Desastre de Annual») pidiendo responsabilidades (el «Expediente Picasso»).

Economía y Sociedad

Entre 1876 y 1923, la situación económica tuvo momentos de cierto auge. Se produjo el despegue industrial; sin embargo, los problemas eran muchos.

Sector Primario

Era una actividad muy poco productiva, aunque ocupaba a dos tercios de la población activa.

  • Agricultura: atrasada, de escasos rendimientos y con un desigual reparto de la tierra. Dentro de ella, había algunos cultivos más dinámicos orientados hacia el exterior, como la vid, el olivo y, sobre todo, los cítricos. También se desarrollaron algunos cultivos nuevos como el tabaco, el plátano en Canarias y la remolacha para suplir la caña de azúcar cubana.
  • Ganadería: retroceso de las cabezas de ganado por el aumento de las superficies cultivadas y comienza la especialización geográfica.

Sector Secundario

  • Minería: algunos minerales experimentaron un fuerte crecimiento para la exportación, la mayoría explotados con capital extranjero: el cobre de Riotinto, el carbón asturiano…
  • Industria: seguía centrándose en Cataluña y su sector textil, y la siderurgia del País Vasco. Ambas poco competitivas debido al proteccionismo de la Restauración.

Sector Terciario

  • Red viaria: radial, articulada desde Madrid, que estructuraba mal el espacio.
  • Red de ferrocarril: con un ancho de vía diferente al de Europa.
  • Ayudas: todas las ayudas para este sector fueron de carácter especulativo en tramos muchas veces innecesarios.
  • Comercio exterior: muy limitado por el proteccionismo, por lo tanto, balanza comercial deficitaria.
  • Sistema financiero: se inicia el sistema moderno con la Ley de Mon de 1856, por la que aparecen las sociedades de crédito y la banca privada. Un nuevo sistema monetario, la peseta, controlada por el Banco de España.

Demografía y Sociedad

Se produjo un crecimiento muy débil; además, se dieron las primeras grandes migraciones de la era moderna, dirigidas hacia América. La tendencia de la población era a concentrarse en la periferia, sobre todo País Vasco y Cataluña, que eran las zonas más industrializadas, frente al interior agrícola y ganadero, que se despoblaba, a excepción de Madrid. En esta etapa comienza el desarrollo urbano: hasta ese momento, el porcentaje de población urbana era inferior al 20% y, hacia 1930, se pasó al 40%.

Grupos Sociales

  • Clase alta: Los que tenían el poder político y económico, formada por la burguesía industrial y comercial, los altos funcionarios y la aristocracia. Durante este periodo, este grupo aumentó ligeramente. Eran conservadores y eran aproximadamente el 4% de la población.
  • Clase media: compuesta por medianos propietarios, pequeños empresarios, profesiones liberales… Tenían escasa conciencia política y se acomodaban al régimen que fuera con facilidad.
  • Clase baja: campesinos y obreros. Estos aumentaron su porcentaje del 15% al 20%. Sufrían condiciones de vida muy duras, paro periódico, desprotección social… Son el germen del movimiento obrero. Los campesinos disminuyeron en este periodo del 70% al 60%. Eran básicamente jornaleros y pequeños propietarios, vivían en el umbral de la pobreza y protagonizaron algunas revueltas reclamando acceso a la tierra.

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