La Continuidad del Antiguo Régimen
La España del siglo XVIII estaba inmersa en el Antiguo Régimen. Las estructuras sociales apenas habían cambiado y seguían divididas en nobleza, clero y pueblo llano, cada uno con distintos privilegios. La nobleza y el clero tenían muchos privilegios (no pagaban impuestos, accedían a los mejores cargos, etc.), mientras que los no privilegiados sí debían pagar. Además, seguían sujetos a un régimen señorial. Era una sociedad con escasa movilidad social (desigualdad de origen).
La forma de gobierno era el absolutismo monárquico. Nunca se cuestionaba la legitimidad de la monarquía absoluta.
La base económica del Antiguo Régimen seguía siendo la producción agraria (sobre el 80%). La mayor parte de las tierras estaban en manos de la nobleza, similar a una situación feudal. La situación se complicaba debido a la amortización de la propiedad de las tierras, que impedía venderlas por estar sujetas a la familia. Esto dificultaba la venta y las inversiones en agricultura.
Los rasgos fundamentales del Antiguo Régimen se encontraban en plena vigencia durante el siglo XVIII, sin que el despotismo ilustrado hubiese modificado sus estructuras. Sin embargo, se habían diagnosticado los problemas y se habían creado dinámicas que en un futuro lo harían cambiar.
El Cuestionamiento del Antiguo Régimen
A pesar de la pervivencia del Antiguo Régimen, se produjeron cambios que comenzaron a transformar paulatinamente sus bases. Los elementos más transformadores fueron:
- La importancia de la propiedad privada libre.
- La paulatina liberalización de las actividades económicas.
- El ascenso de la burguesía impulsado por el desarrollo comercial.
- Las críticas del pensamiento ilustrado que erosionaron la legitimidad de la monarquía absoluta.
Estos factores modificaron el viejo orden y abrieron las puertas para un cambio hacia otro modelo social: el que, ya en el siglo XIX, instauraran las revoluciones liberales y el desarrollo del capitalismo.
Carlos IV: Los Inicios de la Crisis del Antiguo Régimen
En el reinado de Carlos IV (1788-1808) confluyen tres coyunturas críticas:
La Crisis Económica
El crecimiento económico sostenido mostraba sus limitaciones. Hubo graves problemas en la agricultura, lo que rompió el equilibrio entre población y recursos. Los precios subieron, provocando malestar social en toda España. No existía un mercado nacional integrado ni un buen suministro, lo que elevó los precios. El sector manufacturero también se vio afectado. La economía empeoró con la fiebre amarilla, que ocasionó mortalidad y migraciones.
Las Consecuencias de la Revolución Francesa
Este hecho conmocionó a la monarquía y tuvo grandes consecuencias.
A nivel interno: Freno a la política ilustrada de reformas, censura para atajar la difusión de ideas revolucionarias y activación de la Inquisición.
A nivel internacional: Cambio de alianzas (enfrentamiento con Francia y alianza con Reino Unido) hasta 1795, y luego al revés. Se inició un ciclo que llevó a la Guerra de la Independencia, con dos etapas:
- La guerra contra Francia (1793-1795): Las principales monarquías europeas (España, Portugal, Prusia, Reino Unido) se aliaron contra Francia.
- Las guerras contra el Reino Unido (1796-1808): La armada española provocó el bloqueo marítimo inglés y la paralización del comercio exterior. La Paz de Amiens (1802) puso fin al conflicto, que resurgió en 1804. En este contexto, tuvo lugar la batalla de Trafalgar (1805), donde España fue derrotada.
Las consecuencias de este ciclo bélico fueron catastróficas: grandes pérdidas demográficas, destrucciones en la frontera, paralización del comercio interior y un gran déficit presupuestario.
La Crisis Política Interna
Carlos IV no era como su padre, y desde 1792 el reino fue dirigido por Manuel Godoy. Ambos afrontaron una crisis total, y su prestigio se resintió. La política de Godoy suscitó mucha oposición, sobre todo de los privilegiados. Godoy, al no ser noble, era considerado un advenedizo. La oposición se vio reforzada por dos factores:
- El intervencionismo de Napoleón, al que el valido se sometió.
- El antagonismo del príncipe Fernando, apoyado por la aristocracia.
El enfrentamiento del monarca y Godoy llevó a la crisis de la monarquía de Carlos IV y, con ella, a la del Antiguo Régimen.