8. La España del S. XVI
8.1. El Imperio de Carlos V. Conflictos internos: Comunidades y Germanías
En 1516 muere Fernando el Católico y, ante la incapacidad de su hija Juana para reinar, le sucede su nieto Carlos I de España y V de Alemania, al recibir la herencia de sus abuelos paternos. Con estas herencias acumuló una gran extensión territorial, pero no heredó el título de emperador ya que éste no era hereditario; por lo que tuvo que convocar Cortes en Castilla, Aragón y Cataluña para obtener recursos y comprar su nombramiento.
Esto provocó en Castilla la rebelión de las Comunidades: los comuneros (burgueses castellanos, plebe urbana y amplios sectores del campesinado) exigían una limitación del poder real, la desaparición de los nobles extranjeros de las Cortes españolas, el respeto a los fueros, la reducción de los impuestos y un mayor poder para las Cortes. La guerra fue dura, pero finalmente los comuneros fueron derrotados en la batalla de Villalar en 1521 y sus líderes (Padilla, Bravo y Maldonado) fueron ejecutados, reafirmándose el poder del rey en Castilla. Fue un movimiento urbano y político.
En Valencia y Mallorca estalló la revuelta de las Germanías (1519-1523) independiente al movimiento comunero. La protagonizaron artesanos, campesinos y miembros del bajo clero que vivían en las ciudades y se alzaron contra los señores feudales y los moriscos; exigían la abolición de los privilegios señoriales y la concesión de mayor liderato a los gremios. El movimiento de carácter social y rural fue sofocado y sus líderes ejecutados. Ante estas victorias, el poder real salió fortalecido pues eliminó la capacidad de intervención municipal y consolidó la alianza entre el monarca y la nobleza.
Pero en el terreno internacional el Imperio no se reforzó debido a las luchas entre cristianos y protestantes en Europa. Ante la dificultad de esta situación y el fracaso de su idea imperial, Carlos I y V abdicó en Bruselas en 1556, dejando Alemania para su hermano Fernando y el resto del Imperio a su hijo Felipe II.
8.2. La monarquía hispánica de Felipe II. La unidad ibérica
Felipe II (1556-1598) heredó de su padre una parte del Imperio y sus objetivos principales fueron: luchar por la hegemonía en Europa; protección de los territorios de su patrimonio y la defensa del catolicismo frente a protestantes y musulmanes. Cambió así la idea de Imperio Universal por la de Monarquía Hispánica, teniendo como centro a Castilla y como fuente de financiación a las Indias.
Su gobierno fue un claro ejemplo de centralización y absolutismo. En política interior llevó a cabo la hispanización de sus reinos e impulsó en España la contrarreforma persiguiendo las minorías y a los luteranos y fortaleciendo la Inquisición. Aumentó el autoritarismo político y religioso que supuso un aumento de las rebeliones, como la de los moriscos en las Alpujarras (1568) o la rebelión foral de Aragón (1590) donde se suprime la institución del Justicia de Aragón.
En política exterior sus principales aspiraciones fueron la hegemonía europea y la defensa del catolicismo; para lograrlas: luchó contra los turcos en la batalla de Lepanto (1571); intervino en la sublevación de los Países Bajos (1568); creó la Armada Invencible y la lanzó contra Inglaterra en 1585 quedando destruida en 1588; y luchó contra Francia en la batalla de S. Quintín (1557). Se anexionó Portugal en 1580 e inicia la exploración del Pacífico.
Esta política aunque resultó fructuosa representó un alto coste económico que perjudicó a las clases sociales medias y bajas. En 1596 se unen las potencias europeas en Greenwich contra Felipe II, cuando éste fallece en 1598 sólo ha firmado la paz de Vervins con Francia, las demás potencias siguen la lucha.
En cuanto a la Unidad Ibérica, con ella se hace realidad la aspiración de los Reyes Católicos de conseguir la unidad mediante la política matrimonial. El rey de Portugal, D. Sebastián, muere sin descendencia en 1578, por lo que buscaron candidatos al trono: Felipe II, por línea materna, y por línea bastarda D. Antonio (prior de Crato). Las clases populares apoyaron a éste último, mientras que la nobleza apoyó a Felipe II, quien empleó al ejército y la diplomacia para hacerse con el trono. Mandó al Duque de Alba a combatir a sus oponentes a quienes aplastó en la batalla de Alcántara. En 1581 en las Cortes de Thomar, Felipe II fue reconocido como rey de Portugal, a cambio prometió respetar las leyes, costumbres y autonomía además de no imponer el ejército español en Portugal. La adhesión también representó un aumento territorial con las posesiones portuguesas de ultramar: Brasil, territorios en África, en el sudeste asiático y en la India.
8.3. El modelo político de los Austrias. La unión de reinos
El gran conglomerado de reinos y territorios que poseían los Austrias españoles dejó de ser Imperio para pasar a ser monarquía con Felipe II, cuyo único nexo de unión fue el rey. En 1561 se fijó la capital en Madrid, pasándose a ser estable, aquí radica la castellanización de instituciones y reinos.
El gobierno de los reinos se lleva a cabo de forma polisinodal, es decir siguiendo el modelo confederal de la Corona de Aragón y mediante consejos, aunque hubo que crear otros nuevos para poder gobernar:
··Consejo de Estado, único órgano común para todos los reinos, fue creado por Carlos I y podía estar formado por miembros de cualquier territorio. Su misión era aconsejar al rey en todos los asuntos. Felipe II nunca lo convocó y las reuniones estaban presididas por el Secretario de Despacho, que con los Austrias menores se llamaron validos o privado.
·Otros consejos: con funciones territoriales están el Consejo de Castilla, de Aragón, de Italia, de Flandes, de las Indias y de Portugal. También estaba el de la Inquisición, el de Hacienda (sólo en Castilla) y el de las órdenes militares.
·Virreyes y gobernadores: personas que sustituyen al rey en los reinos donde éste no puede estar; los hubo en Aragón, Navarra, Italia y América. En Flandes y Milán fueron sustituidos por un gobernador General.
Los secretarios asistían al rey en la dirección de los asuntos públicos y en la gestión diaria de la monarquía. Con Felipe II cabe destacar a Gonzalo Pérez y a su hijo Antonio. Las Cortes eran asambleas de notables provenientes de la nobleza, el clero y los representantes de las ciudades, que tenían competencias en asuntos tributarios.
Los municipios fueron progresivamente controlados por la nobleza y la élite comercial y gremial. En Castilla el representante del rey en el municipio será el corregidor.
Todo este entramado institucional dependía directamente del monarca, cuyo poder absoluto se consolidó con Carlos I y Felipe II.
8.4. Economía y sociedad en la España del S. XVI
En economía, la agricultura estaba muy anticuada y la mala distribución de la tierra no favoreció la modernización; son importantes los cultivos de secano como la vid y los cereales (sobre todo en Castilla), los de regadío tenían una gran importancia en Andalucía, Aragón, Cataluña y Valencia. En la ganadería destacó la trashumante ovina en Castilla, favorecida por los Reyes Católicos y Carlos I (gran importancia adquirió la Mesta); después decayó por la oposición de los campesinos.
La industria tuvo un notable progreso a comienzos del S.XVI debido al aumento de la población y de los precios, al mercado americano y a la relativa abundancia de materias primas (lana, seda, cuero, hierro). A mitad de siglo empezó a decaer por la exportación de esas materias primas, la presión fiscal, la anticuada estructura de los gremios y el retraso técnico.
Los servicios. La red de transportes en el interior era muy deficiente lo que dificultaba y encarecía el comercio. Por mar se comerciaba con Italia, Flandes, Inglaterra y América.
El empeño de la monarquía por mantener la hegemonía en Europa dilapidó gran cantidad de dinero haciéndose necesario una política de recaudación a través de diferentes vías:
Los impuestos, los establecidos por los Reyes Católicos fueron ampliados según las necesidades.
La plata americana se convirtió en la principal fuente de financiación.
Los prestamistas fueron los banqueros alemanes con Carlos I, aunque a partir de 1528 perdieron posiciones frente a los genoveses.
Pese a los considerables ingresos, el sistema era insostenible, sobre todo cuando las remesas de metal americano comenzaron a escasear, por lo que a lo largo del siglo se sucedieron varias bancarrotas.La sociedad del S.XVI era estamental, es decir, tenía una estructura piramidal basada en los privilegios y articulada sobre los estamentos:El estado llano estaba formado por el grueso de la población y debía pagar tributos.
La nobleza estaba integrada por los miembros más destacados de la aristocracia palaciega, poseían enormes patrimonios y tenían privilegios. La baja nobleza la constituían los hidalgos sin fortuna.
El clero estaba compuesto por el alto clero, formado por las altas jerarquías eclesiásticas equiparables a la nobleza y con privilegios. El bajo clero era mucho más modesto.En cuanto a la población a lo largo del S. XVI se registró un crecimiento moderado, pero la epidemia de peste ocurrida entre 1598 y 1602 marcó el fin del crecimiento.
8.5. Cultura y mentalidades. La Inquisición
Durante el reinado de Carlos I proliferó el pensamiento reformista de signo erasmista, como expresión del humanismo cristiano surgido del Renacimiento. Esto se reflejó en las universidades, en especial en la de Alcalá de Henares, fundada por el Cardenal Cisneros en 1508 quien también realizó la Biblia políglota. Humanistas destacados: Juan Luis Vives, Antonio de Nebrija, Francisco de Vitoria, entre otros.
En el campo de las ciencias destacó Miguel Servet con sus trabajos sobre la circulación de la sangre y en botánica Francisco Hernández por sus estudios de la flora americana en su aplicación en medicina.
En economía la escuela de Salamanca se erigió como la más importante de Europa como impulsora del mercantilismo y del arbitrismo.
El espíritu de la Contrarreforma terminó por sepultar las posturas erasmistas durante el reinado de Felipe II. En filosofía se impuso la doctrina neoescolástica de la universidad de Salamanca representada por Francisco Suárez.
La inquisición. Tanto Carlos I como Felipe II apoyaron sin reservas a la Inquisición y sofocaron, sin ninguna contemplación, los focos protestantes; también persiguieron a los judaizantes y musulmanes. La Inquisición española se destacó más que por su crueldad por la intromisión policial en todos los ámbitos y de ella no se libró ni los eclesiásticos, como el arzobispo de Toledo, ni los religiosos destacados como la misma Santa Teresa de Jesús. El Inquisidor General solía tener mucho poder y era temido por todos, de ahí la lucha entre algunas órdenes religiosas por controlar la institución. Las denuncias eran anónimas y los denunciados eran considerados desde el principio como culpables, siendo problemática su defensa por las torturas y castigos que se infringía a los presos, de ahí la importancia de la pureza de sangre que era difícil de demostrar pero necesaria para no caer en sospecha.
9. La España del S. XVII
9.1. Los Austrias del S. XVII. Gobiernos de validos y conflictos internos
Tanto con Carlos I como con Felipe II los secretarios nunca rebasaron la condición de asistentes del rey, pero a partir de Felipe III los secretarios o validos asumieron la práctica totalidad de los asuntos gubernativos.
Felipe III (1598-1621) su primer valido, el Duque de Lerma, carecía de formación política y honradez; siendo despilfarrador vendió y compró favores y derechos. Al ser depuesto consiguió ser nombrado cardenal para evitar la horca. Su sucesor e hijo el Duque de Uceda, fue más honrado y se preocupó por la hacienda. Durante su reinado la disminución de las guerras no evitó que los impuestos subieran, sucediéndose varias bancarrotas que intentó paliar con la acuñación de moneda de vellón y con la expulsión de los moriscos en 1609, pero este hecho fue muy mal acogido socialmente en Valencia y en Aragón, causando problemas económicos y demográficos.
Felipe IV (1621-1665) su principal valido fue el Conde Duque de Olivares, quien intentó reformar la administración y marcó un claro proteccionismo comercial que arruinó la aparición de la industria. Pretendió abolir las exenciones fiscales de los reinos peninsulares. Creó la Unión de Armas para toda la monarquía, con participación obligatoria de todos los reinos, pero resultó un fracaso por la oposición popular. Su sucesor fue Luis de Haro, más equilibrado y realista. Debido a la guerra mantenida con Flandes y con Francia, el Conde Duque intentó una reforma de la hacienda a la que se opuso la clase privilegiada. A esto hay que añadir otras malas gestiones que trajeron la pérdida de la unidad moral peninsular, hecho que produjo diversos amotinamientos y el estallido de la crisis de 1640.
Carlos II (1665-1700) el primer valido fue el padre Nithard y luego Fernando de Valenzuela (confesor el 1º y querido el 2º, de la reina madre). Posteriormente se nombró a D. Juan José de Austria, que impulsó el foralismo. Más tarde ocuparon el puesto el duque de Medinacelli y el Conde de Oropesa, que llevaron a cabo reformas económicas que colapsaron el comercio pero fueron beneficiosas a la larga. Por último la camarilla ( grupo de personas ineptas e ignorantes) que, junto con la Planta de Gobierno, gobernó hasta que en 1696 la reina Mª de Neoburgo ejerció el poder abiertamente hasta 1700. En su reinado la crisis interna fue fundamentalmente económica, por el mal funcionamiento de la hacienda y por la incompetencia de los validos; así como política por la mala gestión y la irresponsabilidad física y mental del rey para gobernar.
9.2. Crisis de 1640
En 1640 surgieron simultáneamente sublevaciones contra la Monarquía en: Cataluña, Portugal, Andalucía, Navarra, Nápoles y Sicilia.
Cataluña: el pueblo estaba disgustado por el impuesto extraordinario exigido por el rey a la Diputación General que ésta se negó a pagar, por lo que el Conde Duque entró en Cataluña para atacar a Francia por el sur, y solicitó tropas catalanas para la empresa. Como no fueron suficientes, el valido completó el ejército con tropas italianas que cometieron abusos entre la población; ante esta situación, los campesinos y la burguesía se sublevaron el día del Corpus y proclamaron la república bajo la protección de Luis XIII de Francia. En 1652 regresaron a España.
Portugal: el 1 de diciembre se sublevaron las tropas portuguesas al mando del Duque de Braganza, que fue declarado rey (Juan IV). Las causas de la sublevación fueron los perjuicios ocasionados a sus colonias por Holanda durante la Tregua de los Doce Años, y las tendencias centralizadoras del Conde Duque. La sublevación se impuso al no haber prácticamente tropas españolas en Portugal.
Otros intentos: en Andalucía en 1641 el Duque de Medina Sidonia pretendió formar un reino independiente, pero fracasó. En Aragón se intentó proclamar al Duque de Hijar rey, pero fracasó también. En Navarra, Nápoles y Sicilia hubo intentos secesionistas, pero fueron sofocados.
9.3. El ocaso del Imperio español en Europa
Felipe III: heredó la guerra con las potencias del Tratado de Greenwich: Inglaterra, con la que firmó la paz de Londres con Jacobo I en 1604; con Holanda se firmó la Tregua de los Doce Años y con Francia, que ya se había firmado la paz en 1598, se acordaron varios matrimonios, Felipe IV con Isabel de Francia y el de la infanta Mª Teresa con Luis XIV. Su política exterior manifiesta el pacifismo al que llegó, aunque en 1618 se rompió esta paz cuando los españoles ayudaron a los Habsburgo en la guerra de los Treinta Años.
Felipe IV: en 1621 finalizó la Tregua de los Doce Años y Holanda, con el apoyo de Suecia y Dinamarca, declaró la guerra a España, hasta que en 1648 se firma la paz de Westfalia, donde se reconoció la independencia de Holanda, aunque Flandes siguió fiel. La Guerra de los Treinta Años fue favorable a los Habsburgo hasta 1635, que Francia se unió a los protestantes. Este hecho provocó la pérdida de la hegemonía española en favor de Francia y forzó la firma de la paz de Westfalia con los protestantes, aunque la guerra con Francia no concluyó hasta la paz de los Pirineos (1659), a cambio Francia se anexionó el Rosellón, la Cerdaña y parte de los Países Bajos.
Carlos II: Firmó la paz de Lisboa en 1668 por la que Portugal consiguió su independencia. El acoso de Francia a España continuó en el norte de Europa, de esta forma Luis XIV conquistó el Franco Condado y parte de Flandes tras la paz de Aquisgrán (1668) y la de Nimega (1678). Al aparecer el posible problema sucesorio tras la muerte de Carlos II, Luis XIV entregó a España, por la paz de Ryswick (1697) Luxemburgo, para inclinar la balanza hacia Felipe D´Anjou.
9.4. Evolución económica y social
En economía se distinguen tres sectores: a) primario, la producción agrícola descendió debido a la escasez de mano de obra, la mala utilización del suelo, etc., lo que provocó el encarecimiento de los productos básicos y el empobrecimiento del campesinado. b) Secundario, la política aduanera y la falta de inversiones provocaron el retraso del artesanado y la decadencia del sector textil y la metalurgia. c) Terciario, los servicios eran escasos (los hospicios, asilos y escuelas perdieron calidad) y el proteccionismo favoreció el contrabando.
La balanza comercial tenía un déficit crónico y para paliarlo se concedieron ventajas fiscales a otros países.
En el aspecto social, en cuanto a la población, hubo un notable descenso demográfico debido a: varias epidemias de peste, expulsión de los moriscos, guerras, emigración a América, etc., que coincidió con las crisis económicas. La alta nobleza aumentó en número y en poder y la baja se arruinó; el clero creció en número y siguió ejerciendo gran influencia; la burguesía tendió a emparentarse con la baja nobleza; el campesinado y los artesanos estaban agobiados por los impuestos, por lo que se marcharon a las ciudades donde ejercieron la pillería y el bandolerismo.
9.5. Esplendor cultural. El Sigo de Oro
Desde finales del S.XVI fueron numerosos los individuos que percibieron la amenaza de la decadencia española si no se remediaban los males que aquejaban a la monarquía; y mientras ésta se consumía en cuestiones económicas, políticas y militares, en la cultura se produce el Siglo de Oro.
En cuanto a la mentalidad, la religiosidad lo abarcaba todo como fruto de la Contrarreforma, es más importante lo externo que lo interno, lo colectivo que lo individual. El honor y la honra eran propios del comportamiento moral y fundamentaban la forma de ganarse la vida: los oficios manuales eran considerados viles e incapacitaban para la obtención de la hidalguía (máximo honor de cualquier español de la época).
Culturalmente hablando, se puede definir el Barroco como la expresión cultural del S. XVII europeo, en especial en el ámbito de los territorios católicos. Sus manifestaciones reflejan la visión del mundo propia de una época conflictiva, en un escenario de crisis general que contrastaba con el optimismo renacentista.
Durante la primera mitad del S. XVII continuó la brillante producción literaria del siglo anterior y es propio del Siglo de Oro español. A estos años pertenecen Cervantes, Tirso de Molina, Góngora, Lope de Vega y Quevedo; todos ellos fallecieron antes de 1650 y pertenecen al mundo barroco que busca nuevas formas o nuevos conceptos (culteranismo y conceptismo) para llegar mejor al pueblo llano. En este sentido puede decirse que la literatura barroca es plenamente popular y satisface los anhelos y gustos del pueblo.
En la segunda mitad del siglo, Pedro Calderón de la Barca es el máximo exponente del concepto del honor. A partir de él, la literatura, entra en decadencia: la novela picaresca y de caballerías, prácticamente desaparecen debido en gran parte al cambio de mentalidad producido en la sociedad. Pero lo que si aumentó notablemente en el S. XVII fue la literatura política; además de los arbitristas (personajes que proponían soluciones a las crisis planteadas en ese momento), destacaron el padre Mariana, Quevedo, Gracián y Saavedra Fajardo.
10. La España del S. XVIII
10.1. La Guerra de sucesión y el Sistema de Utrech
La muerte en 1700 de Carlos II sin descendencia provocó en España y en Europa una guerra entre los partidarios de Felipe D´Anjou (proclamado heredero por Carlos II) y los del archiduque Carlos de Habsburgo. En febrero de 1701 llegó a Madrid Felipe V: en Castilla, se le acogió con ganas pensando que el centralismo de los borbones repartiría los esfuerzos fiscales por igual en todos los territorios; en cambio en Aragón, sobre todo en Cataluña, había un fuerte sentimiento antifrancés y se temía que el nuevo rey debilitara los derechos forales, por lo que apoyaron al archiduque Carlos. En 1705 se inicia una guerra civil entre los dos bandos que pronto se inclinó a favor de Felipe, pero éste no logró vencer hasta ya acabada la guerra en Europa cuando cayó Cataluña en 1714 y un año después Baleares.
En Europa, la posible unión de España y Francia, era inaceptable para Inglaterra, Austria y otras potencias, por lo que en septiembre de 1701 se constituyó en la Haya la Gran Alianza contra Luis XIV (abuelo de Felipe V). Desde un inicio la balanza fue favorable a la Alianza (a la que se sumaron otros estados); pero en 1711 falleció el emperador de Austria, José I, y fue sucedido por el archiduque Carlos. Esto hizo que británicos y holandeses quisieran firmar la paz iniciándose las negociaciones. En 1713 se firmó la Paz en Utrech, que alteró el mapa europeo:
Felipe V renunció a la Corona de Francia y perdió los dominios en Italia, Países Bajos y parte de la frontera con Brasil en América.
Gran Bretaña retuvo Gibraltar y Menorca (perdidas durante esta guerra); además obtuvo el navío de permiso, por el que penetraba comercialmente en la América hispana, y el asiento de negros, es decir, el monopolio del comercio esclavista. Fue la más beneficiada.
Austria se quedó con Nápoles y Cerdeña, Saboya con Sicilia y Portugal con la colonia de Sacramento.
La gran perdedora fue España, por lo que Felipe V no parará hasta modificar esta situación.
10.2. Cambio dinástico. Los primeros Borbones
Con Felipe V se implantó el absolutismo en España, el rey se identificaba con el Estado y su origen era divino, concentrando en su persona todos los poderes. Los monarcas de la dinastía Borbón ejercieron un poder absoluto e ilimitado, con la ayuda de personas de su confianza que asumieron importantes funciones de gobierno desde los puestos más elevados del Estado. La nueva idea de Estado suponía el fortalecimiento del poder monárquico y exigía la reforma de las instituciones de la monarquía española, para que la autoridad del rey llegara a todos los rincones y todos los súbditos, implantando la uniformidad legal e institucional en todos los territorios de la Corona. Así se puso en marcha un programa que pretendía modernizar el reino y mejorar el gobierno, la economía y la cultura de todos los súbditos, sin transformar la estructura social del Antiguo Régimen.
En 1746 moría Felipe V y le sucedió su hijo Fernando VI (1746-1759), su reinado se caracteriza por la acción de dos políticos españoles competentes, formados en el reinado de su padre: el Marqués de la Ensenada y José de Carvajal. Su política, en el exterior fue de neutralidad, y ésta fue llevada a la práctica en el interior por el Marqués de la Ensenada, que intentó hacer prosperar a España mediante una buena administración de las Indias; para eso se planteó reconstruir la marina, el ejército y la Hacienda. La reconstrucción de la marina era necesaria para contrarrestar la hegemonía de la armada inglesa que entorpecía la navegación a América. España volvió a ser una potencia marítima, lo que permitió mantener su imperio colonial y desarrollar el comercio americano, tan necesario para la recuperación económica interior. En cuanto al ejército, era necesaria su reconstrucción para mantener la independencia frente a Francia. Y en lo relativo a la Hacienda, era necesario establecer una organización fiscal más racional, justa y eficaz. Las mejoras en la organización de la Hacienda lograron elevar los ingresos anuales de la Corona (mediante la aplicación del catastro a Castilla).
10.3. Reformas en la organización del Estado. La monarquía centralista
La ocasión para comenzar la reforma del Estado fue propiciada por la Guerra de Sucesión, ya que debido a la adhesión de la Corona de Aragón al archiduque Carlos, Felipe V eliminó sus instituciones políticas y administrativas con los Decretos de Nueva Planta, con los que iniciaron la unificación institucional del Estado. Los Decretos de Nueva Planta fueron aplicados en Aragón y Valencia (1707), en Mallorca (1715) y en Cataluña (1716); con ellos se anulaba el antiguo régimen foral de la Corona de Aragón, aunque conservaron su propio derecho privado, excepto Valencia. También se suprimieron los privilegios fiscales y se implantó un nuevo impuesto más moderno cuya suma global era fijada por el rey y distribuida por el intendente real entre los corregimientos, las ciudades y los pueblos. El nuevo impuesto equiparaba la contribución a la Hacienda pública de estos territorios a la de Castilla. También se anularon los privilegios militares y fueron abolidas las Cortes propias y la Generalitat.
Estos Decretos fomentaron la asimilación de los antiguos reinos de la Corona de Aragón al Estado, favoreciendo la unificación administrativa y la centralización del poder. La centralización se aplicó en todos los ámbitos:
El régimen fiscal se instauró con un sistema de contribución única siguiendo el modelo de Castilla.
El sistema jurídico quedó organizado en torno a las audiencias; también se implantó el cuerpo legislativo de Castilla, y el castellano como lengua en el ámbito de la justicia.
En el poder político se crearon las capitanías generales (con atribuciones militares y políticas) y de la figura del intendente (que relacionaba el poder municipal con el rey). Además, los miembros del Consejo de Aragón se integraron en el de Castilla. Esto redujo las desigualdades jurídicas, propiciando la uniformidad legal y política.
En cuanto a las Reformas políticas no sólo ayudaron a la centralización sino que se racionalizaron: la reforma más importante fue la pérdida de poder de los consejos creándose las secretarías de despacho en 1721 (posteriormente será el Consejo de Ministros). También se introdujo intendencias (con amplias atribuciones) para el reforzamiento del poder real.
En cuanto al Ejército y la Armada, se siguió el modelo francés de reforma, la Armada se convirtió en un instrumento en política exterior y de protección del comercio con América.
En educación se crearon las Academias, motor de renovación cultural.
10.4. La práctica del Despotismo Ilustrado: Carlos III
El Despotismo Ilustrado fue la concepción teórica y práctica gubernamental que adoptó la monarquía absoluta durante el S.XVIII; se basaba en la soberanía absoluta del monarca que buscaba el bien material del pueblo. En España se aprecia en Carlos III (1759-1788). Sus reformas tenían como objetivo robustecer el poder del Estado, la modernización de la política y el mantenimiento del imperio transoceánico. Entre sus reformas:
En economía liberalizó el comercio, recortó los privilegios gremiales y promulgó el Reglamento de Libre Comercio, que terminó con el monopolio de Cádiz y Sevilla en el comercio americano. Buscó nuevos procedimientos para ingresar dinero, como los vales reales y la lotería. También creó las Reales Fábricas y la Real Cédula (honorabilidad de todos los oficios en 1783).
En la administración aumentó el centralismo, creó la Junta Suprema del Estado y reformó la administración municipal.
En infraestructuras emprendió la construcción de una red vial con formato radial y con centro en Madrid.
Reformó Correos transformándolo en servicio público, construyendo la nueva Casa del Correo en la Puerta del Sol.
Además construyó pantanos y canales con el fin de mejorar el abastecimiento de aguas, extender el regadío y favorecer el transporte fluvial.
En política religiosa aumentó el regalismo.
Todas las reformas fueron llevadas a cabo por los ministros españoles ilustrados: Floridablanca, Campomanes y el Conde de Aranda. Pero no todos entendieron las reformas, parte de la aristocracia se opuso a los ministros de Carlos III, un ejemplo es el Motín de Esquilache en 1766 que se saldó con la destitución del ministro Esquilache, el abaratamiento del pan y la expulsión de los jesuitas (1767) acusados de instigadores del motín.
10.5. Evolución de la política exterior en Europa
Se produce un cambio radical: Francia pasa a ser la gran aliada y Gran Bretaña se convierte en el enemigo. Felipe V (1700-1746) orientó su política a recuperar los territorios perdidos en Utrech Revisionismo de Utrech, por ello firmó dos Pactos de Familia con Francia (1733 y 1743) logrando el reino de Nápoles y Sicilia para su hijo Carlos y los Ducados de Parma, Plasencia y Guastalla para su hijo Felipe (hijos de su matrimonio con Isabel de Farnesio).
Con Fernando VI (1746-1759) se alcanzó la neutralidad en los conflictos europeos y se restauró la Armada, hasta convertirse en la 3ª flota continental. Las relaciones exteriores fueron competencia de José de Carvajal, secretario de Estado, que sentía debilidad por Inglaterra, lo que era equilibrado por Ensenada de tendencias francófona. En 1756 había comenzado la Guerra de los Siete Años entre Francia e Inglaterra, Fernando VI mantuvo la neutralidad española hasta su muerte en 1759.
Con Carlos III (1759-1788) se firmó el Tercer Pacto de Familia (1761) y España intervino en la Guerra de los Siete Años y en la de Independencia de Estados Unidos donde por la Paz de Versalles (1783) se recuperaron Menorca y Florida.
El reinado de Carlos IV (1788-1808) coincidió con la Revolución Francesa por lo que hasta 1795 con la Paz de Basilea, la política es de confrontación con Francia. A partir de entonces, la política es de apoyo a la Francia republicana, y en 1796 y 1800 se firman el Primero y Segundo Tratado de San Ildefonso respectivamente.
10.6. La política borbónica en América
En lo que a población y sociedad se refiere, la colonización española produjo en América una nueva configuración étnica, resultado de la convivencia y de la mezcla de la población indígena, la hispánica y la africana, produciéndose una síntesis racial y cultural. Además se produjo un fuerte crecimiento de la población llegando a tener unos 16 millones de habitantes con una distribución irregular: mayor concentración en las zonas costeras y despoblamiento en el interior.
En cuanto a la administración, se produjo modificaciones: se amplió el sistema de virreinatos, se crearon capitanías generales (como la de Venezuela) y audiencias. Además se fundaron intendencias con amplios poderes para los intendentes. El Consejo de Indias y la Casa de Contratación fueron sustituidos por Secretarias.
Se creó un ejército regular (1760) para defenderse mejor de los ataques de otras potencias y para evitar rebeliones internas (a finales del S. XVIII la mayoría de los soldados eran americanos y los oficiales criollos).
En cuanto a la economía colonial, Cádiz sustituyó a Sevilla en el control del comercio con América.
10.7. La Ilustración en España
La Ilustración fue la corriente de pensamiento que se difundió por Europa en el S.XVIII y que constituyó, en el caso de España, la base intelectual de las reformas. Sus principales inspiradores fueron Locke, Hume, Rousseau, Montesquieu y Voltaire; estos influyeron en las cortes europeas. Las características de la Ilustración son:
El hombre y la felicidad ocupan el centro del pensamiento.
El objeto de conocimiento es el desarrollo de la razón.
El Estado es considerado como el medio para conservar la vida y los bienes del hombre.
En España, las nuevas doctrinas ilustradas tuvieron el impulso y el control de la Corona y para lograrlo salvan la influencia de la Iglesia en la educación (expulsión de los jesuitas en 1767). Se renovaron las universidades y se desarrolló la investigación científica. La Inquisición se limitó a la censura de los libros y se crearon Academias y Sociedades Económicas del País. Los principales intelectuales ilustrados españoles fueron: Jovellanos, Cadalso, Meléndez Valdés, Moratín, Jorge Juan y Feijoo.