El impacto de la guerra mundial:
Dato y la neutralidad española en la Gran Guerra europea:
Impacto económico de la guerra: oportunidades comerciales
La guerra europea fue un período de grandes beneficios económicos derivados, precisamente, de la neutralidad de España, que se libró de las destrucciones que sufrieron los países beligerantes. Además, las potencias en guerra necesitaban todo tipo de suministros para cubrir las necesidades del ejército y de la retaguardia, y la producción española, incluso la industrial, podía proporcionarlos, con el incentivo de buenos precios, saliendo así de su aislamiento. Por otro lado, la guerra europea supuso el bloqueo del comercio marítimo y la paralización de los intercambios entre países.Con ello se presentó un doble incentivo para la producción: por un lado, los países en guerra estaban dispuestos a pagar a buen precio los productos que no tenían o no podían producir y, por otro lado, al no poderse importar muchos productos elaborados que habían sido tradicionales, hubo que recurrir a fabricar sucedáneos, aun de mala calidad, que el mercado requería.Beneficios industriales mal aprovechados:
El único problema consistía en que esta etapa de bienestar era un momento excepcional que terminaría tan pronto como se acabara la guerra y se recuperara la producción europea. Por ello, no tenía sentido planificar a largo plazo.En estas circunstancias se procuró trabajar a pleno rendimiento, agotar los turnos de las máquinas, sin pensaren nuevas inversiones ni en mejoras técnicas y renovación de utillaje, y sin repercutir directamente el incremento de beneficios en el aumento de salarios.Los sectores más beneficiados fueron el siderúrgico y metalúrgico vasco y el textil catalán, aunque muchos otros experimentaron un gran crecimiento: la nueva siderurgia Sota de Sagunto, la minería asturiana (para sustituir el carbón gales, que ya no llegaba a Bilbao), otros sectores industriales, el comercio y la banca en general. El capital del Banco de España se dobló, así como el de muchos bancos privados. La balanza comercial en su conjunto se saldó con superávit durante la guerra. El Estado pudo saldar la deuda exterior y sanear así su hacienda, y también se pudieron rescatar las inversiones extranjeras en las compañías ferroviarias.El revés de la moneda: encarecimiento y carestía:
Ese crecimiento industrial estuvo acompañado por un incremento extraordinario de los precios y por una enorme inflación. Los salarios aumentaron rápidamente, pero no del mismo modo en todas las regiones; en muchas no alcanzaron el crecimiento de los precios, con lo que obreros y campesinos se vieron seriamente perjudicados. A finales de 1917, el coste de la vida había subido casi en un 70 % respecto a 1914.Ese crecimiento aumentó las diferencias entre los más ricos y los más pobres; es decir, polarizó la sociedad y ocasionó numerosas huelgas y protestas exigiendo un abaratamiento de precios.El malestar popular fue encauzado y coordinado por los dos grandes sindicatos, UGT y CNT, que coordinaron sus actuaciones y llegaron a convocar el 18 de diciembre de 1916 una huelga general, que fue secundada en toda España.La coyuntura había producido también la figura del «nuevo rico», persona con pocos escrúpulos, sin cultura ni compromisos sociales, que recurría a métodos dudosos para mantener su producción y aumentar su fortuna.Trasfondo político: el sistema no funciona:
El sistema político no reaccionó; parecía incapaz de solucionar los problemas pendientes. Los partidos dinásticos estaban divididos; las clases medias urbanas preferían seguir a partidos republicanos, reformistas o regionalistas y cuestionaban la validez del sistema político oficial.En Cataluña la Lliga, regionalista y de derechas, triunfó en las elecciones de 1914, y en las provinciales de 1917 controló la Mancomunitat Catalana o experiencia deautogobierno; existían también partidos nacionalistas republicanos. En el País Vasco continuaba creciendo el Partido Nacionalista Vasco, con influencia notable en Vizcaya.En los años de la guerra surgió en la política y en la prensa una nueva generación, posterior a la del 98, cansada del sistema canovista y del parlamentarismo limitado, y que reclamaba una nueva política. Los jóvenes se adscribían a tendencias socialistas o anarquistas, y también a sectores moderados y de derecha. Para Ortega y Gasset, joven filósofo, era precisa una «nueva política» frente a la «vieja política» desgastada.
Evolución política hasta la caída de la monarquía:
Aun admitiendo que el sistema de Primo de Rivera era una solución transitoria, muchos lo habían aceptado porque, a cambio de la dictadura, se gozaba de un bienestar económico. Por ello, la llegada a España de la crisis de 1929 extenderá la oposición al régimen. La crisis supuso la devaluación de la peseta, la huida de capitales y el déficit de la balanza de pagos, con sus consecuencias para obreros y campesinos.Cuando se celebraron las exposiciones internacionales de Barcelona y de Sevilla en 1929, muchos se preguntaron cuánto tiempo podría mantenerse la dictadura en el poder. Se podía volver, claro está, al sistema constitucional anterior a 1923, pero era preciso renovarlo, dotar al país de una nueva Constitución; ahora bien, ¿monárquica o republicana?, ¿centralista o federalista?