Cultura, Sociedad y Política en la España de los Siglos XVI y XVII: Inquisición, Austrias y Crisis de 1640

Cultura y Mentalidad en la España del Siglo XVI: La Inquisición

El Renacimiento, movimiento artístico y cultural surgido en Italia, entró en España durante el reinado de los Reyes Católicos y se desarrolló a lo largo de todo el siglo XVI. La recuperación de los valores y las formas artísticas de la Antigüedad clásica se fijaron en nuestro país con un sello personal fruto de las particularidades artísticas. El humanismo tuvo importantes representantes como Antonio de Nebrija, autor de la primera Gramática de la lengua castellana, o Luis Vives. Sin embargo, la expansión de la Reforma protestante provocará una reacción de la Iglesia que impedirá cualquier manifestación en defensa de la Contrarreforma católica. Se produjo así mismo un espectacular desarrollo científico. Así alcanzaron gran auge los estudios de geografía, botánica, química, derecho y economía. En el plano literario hay que mencionar nombres como Garcilaso de la Vega o Boscán. Aparece la novela picaresca representada por El Lazarillo de Tormes y la literatura místico-espiritual (Fray Luis de León, San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús).

La Inquisición o Tribunal del Santo Oficio fue creado por los Reyes Católicos en 1478 con autorización del Papa Sixto IV. Su objetivo era velar por la ortodoxia de la fe, y perseguir a los falsos conversos y cualquier tipo de desviación religiosa o moral (protestantismo, brujería, homosexualidad, blasfemia, bigamia…). Su forma de actuar se basaba en las denuncias anónimas, la tortura, la confiscación de bienes, el presidio o la muerte en la hoguera, según el delito cometido, y humillación social para la víctima y su descendencia. Permaneció en vigencia hasta el siglo XIX.

Los Austrias del Siglo XVII: Gobierno de Validos y Conflictos Internos

Los monarcas que reinaron la España del siglo XVII se apoyaron para gobernar en la figura del valido. El duque de Lerma y el de Osuna con Felipe III, el conde-duque de Olivares y don Luis de Haro con Felipe IV, el padre Nithard y Fernando Valenzuela durante la regencia de Mariana de Austria, y don Juan José de Austria, el duque de Medinaceli y el conde de Oropesa con Carlos II son prueba evidente de ello. El valido era un primer ministro con plenitud de poderes que, por dejadez, incompetencia o falta de voluntad, gobernaba en nombre del rey. Este sistema trajo consigo un aumento de la corrupción puesto que los validos aprovecharon su poder para conseguir beneficios, cargos, títulos y mercedes tanto para él como para sus familiares y amigos, produciéndose rivalidades e intrigas entre los que gozaban del favor real y los que no.

A lo largo del siglo XVII la monarquía se vio aquejada por múltiples conflictos internos. Felipe III y su valido el duque de Lerma decretaron la expulsión de los moriscos en 1609. Más de 270.000 personas tuvieron que exiliarse. Las consecuencias fueron un receso demográfico, el despoblamiento y la falta de mano de obra en muchas zonas, especialmente en Valencia.

Durante el reinado de Felipe IV, Olivares propuso que los diferentes reinos colaboraran en el mantenimiento de la monarquía tal y como hacía Castilla. Esto produjo la crisis más grave del siglo XVII, la del año 1640, en la que se produjeron las sublevaciones de Cataluña y Portugal justo en el momento en el que España estaba metida en la Guerra de los Treinta Años. Cataluña volvió a incorporarse a la Corona en 1652, pero Portugal logró su independencia en 1668. Paralelamente se produjeron otros movimientos de carácter independentista en Andalucía, Aragón y Nápoles que fueron sofocados.

La Crisis de 1640

La entrada de España en la Guerra de los Treinta Años y la ruptura de la Tregua de los Doce Años con Holanda acuciaron los problemas económicos de la monarquía. El conde-duque de Olivares propuso la Unión de Armas por la que se crearía un ejército permanente en el que cada reino colaboraría en función de su población. La negativa de los reinos orientales impidió su puesta en práctica. Tras la entrada de Francia en la guerra a partir de 1635, las necesidades fueron mayores por lo que se intentó revitalizar el proyecto dando origen a la crisis de 1640 en la que Cataluña y Portugal fueron los protagonistas pese a que también se produjeron intentos separatistas en Nápoles, Aragón y Andalucía.

El envío de tropas castellanas a la frontera con Francia provocó el estallido de una revuelta entre el campesinado catalán. El virrey fue asesinado y la Generalitat se declaró en rebeldía, no reconociendo como rey a Felipe IV y acatando la soberanía de Luis XIII de Francia, al que declararon conde de Barcelona. Se inició así una guerra que culminaría con la toma de Barcelona y la toma de los rebeldes por la monarquía hispánica. Al mismo tiempo, estalló el conflicto con Portugal, territorio del imperio español desde 1580. La derrota española en Villaviciosa precipitaría que en 1668 Mariana de Austria firmara el Tratado de Lisboa por el que se reconocía la independencia de Portugal y su imperio colonial y a los Braganza como dinastía reinante.

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