El Sexenio Democrático (1868-1874): Revolución, Reinado de Amadeo I y Primera República
A lo largo de la primera mitad del siglo XIX, España experimentó una transición desde un modelo de Antiguo Régimen a uno liberal. Este cambio se desarrolló durante el reinado de Isabel II, monarca de la dinastía Borbónica, quien no logró conciliar las divisiones internas del liberalismo. A finales de la década de 1860, factores como la injerencia de la reina en los gobiernos, la recesión económica, el descontento empresarial y obrero, y las revueltas estudiantiles, prepararon el terreno para la revolución de 1868. Esta revolución derrocó a Isabel II e inauguró el Sexenio Democrático, un período de experimentación política que culminó con la Restauración Borbónica en la figura de Alfonso XII.
Esta revolución, que identificó democracia con sufragio universal masculino, se mostró incapaz de cumplir muchos de sus objetivos. El período de seis años se puede dividir en tres etapas principales:
Revolución y Búsqueda de un Rey (1868-1870)
En agosto de 1866, sectores progresistas y demócratas firmaron el Pacto de Ostende en Bélgica para derrocar a la reina y establecer un nuevo sistema político. Al año siguiente, los unionistas se unieron al acuerdo, aislando a la reina y sus apoyos moderados. Estos fueron los antecedentes de la revolución «Septembrina» o «Gloriosa«, que comenzó en septiembre de 1868 con un pronunciamiento militar liderado por el almirante Topete (unionista) en Cádiz, con el apoyo de los generales Prim (progresista) y Serrano (unionista). Tras obtener el apoyo popular, lograron el exilio de Isabel II a Francia.
El siguiente paso fue organizar la España postrevolucionaria, con una dualidad entre el Gobierno Provisional (progresistas y unionistas) y las Juntas Revolucionarias (demócratas). Entre estos últimos, defensores del sufragio universal y la libertad de prensa, se produjo una escisión entre los cimbrios (colaboradores con el Gobierno Provisional, como Manuel Becerra) y los republicanos federalistas (como Pi y Margall). En 1869, se convocaron elecciones a Cortes Constituyentes, de las que resultó una nueva constitución que reconocía la soberanía nacional y derechos individuales, destacando el establecimiento de una monarquía sin rey. El objetivo fue encontrar un nuevo monarca. Mientras tanto, el general Serrano ejerció una regencia marcada por insurrecciones populares, reclamaciones republicanas y problemas hacendísticos. Finalmente, se eligió a Amadeo de Saboya, quien llegó a España tras el asesinato de Prim, su principal valedor.
Monarquía de Amadeo I (1871-1873)
Desde su llegada, Amadeo I enfrentó numerosos problemas:
- Escasos apoyos tras la muerte de Prim, con la oposición de monárquicos borbónicos (carlistas e isabelinos) y republicanos.
- Inestabilidad gubernamental, con seis cambios de gobierno en dos años.
- Clima político condicionado por rivalidades partidistas (surgimiento del Partido Constitucionalista de Sagasta y el Partido Radical de Ruiz Zorrilla), fraude electoral y clientelismo.
- Traducción social de la situación política, con medidas como la ilegalización de la Asociación Internacional de Trabajadores en España.
- Enfrentamientos entre un Estado con pretensiones laicas y una Iglesia contraria a la confesionalidad estatal.
- Conflictos internacionales como la Guerra de Cuba, la Tercera Guerra Carlista y el debate sobre la abolición de la esclavitud en Puerto Rico y Cuba.
Estos factores llevaron a su temprana abdicación y a la proclamación de la I República, pactada por radicales y republicanos.
I República (1873-1874)
La I República fue proclamada por dos cámaras, algo prohibido por la Constitución de 1869, lo que evidenciaba su carácter transitorio. Inicialmente, el republicano Figueras tomó las riendas, aunque su gobierno tuvo mayoría de radicales. Las diferencias entre ambos grupos llevaron a dos intentos fallidos de golpe por parte de los radicales, resultando en el gobierno en solitario de los republicanos con Pi y Margall, Salmerón y Castelar. Sin embargo, la unidad republicana no fue constante, y su facción más izquierdista (los intransigentes) promovió un modelo federalista desde el verano de 1873. Se organizaron cantones en Levante, Murcia (destacando el de Cartagena) y Andalucía, que el gobierno republicano reprimió militarmente.
La primera experiencia republicana española terminó con dos pronunciamientos militares: el de Pavía, que derivó en una dictadura del general Serrano, y el de Martínez Campos en Sagunto en diciembre de 1874, que inició la Restauración Borbónica con Alfonso XII. Se recuperó así el régimen monárquico en España, con un régimen político oligárquico y caciquil definido por Cánovas del Castillo.