Desamortizaciones: 1.- Introducción
La desamortización es la incautación estatal de bienes raíces de propiedad colectiva, eclesiástica o civil, que, tras la correspondiente nacionalización y posterior venta en subasta, pasan a formar una propiedad nueva, privada, con libertad de uso y disposición. A partir de 1795, con Carlos IV, cuando la política belicista del gobierno y el consiguiente crecimiento brutal de la deuda pública obligaron al ministro a iniciar la desamortización de bienes de institutos eclesiásticos. Durante la Guerra de la Independencia tanto el gobierno bonapartista como las Cortes de Cádiz realizaron una legislación de supresión de conventos y órdenes religiosas y de puesta en venta de sus propiedades, destinando el producto a amortizar la deuda del Estado. En el Trienio volvieron a entrar en vigor las decisiones de las Cortes de Cádiz. Se emprendió la desamortización de bienes de propios y baldíos, vendidos, principalmente, a inversores burgueses a partir de 1833 el proceso desamortizador se precipitó por La guerra obligaba al Estado a obtener recursos, Se difundió en el país un clima anticlerical y Los antiguos compradores de bienes desamortizados en el Trienio, expropiados en 1823, presionaban al gobierno para que les devolviera sus bienes. Por eso los gobiernos liberales fueran poco a poco avanzando hacia la desamortización.
Durante el reinado de Isabel II hubo dos desamortizaciones, primero la de Mendizábal: Juan Álvarez y Mendizábal. Fiel partidario del liberalismo progresista, participó en el levantamiento de Riego (1820). Se tuvo que exiliar en Londres donde hizo una importante fortuna. En 1835 se encarga de la cartera de Hacienda; después es presidente del consejo de Ministros en. Puso en marcha el proceso desamortizador de los bienes del clero. A lo largo de su carrera política tuvo enfrentamientos con miembros de su partido lo que le llevó de nuevo al exilio. La siguiente desamortización vino de la mano de Madoz:
fue el prototipo de político liberal muy vinculado a los intereses industriales catalanes. Durante el Bienio Progresista, de enero a junio de 1855, fue Ministro de Hacienda desde donde realiza la labor desamortizadora civil y eclesiástica. En la etapa de la revolución Gloriosa de 1868 fue gobernador de Madrid, participando en las negociaciones con Amadeo de Saboya, al que se le ofreció la corona de España.
2.- Desarrollo
Por la ley de Mendizábal en 1836 se declaraban en venta todos los bienes pertenecientes al clero regular, los bienes de las comunidades religiosas extinguidas y además se aceleró el proceso de exclaustración.
Los bienes del clero secular se declararon nacionales (no se inicia la venta hasta 1841, regencia de Espartero). Se suprimen las vinculaciones de los señoríos y el diezmo. Se destinaban los fondos obtenidos a la amortización de la deuda pública, que había crecido mucho debido a los intereses tan elevados a los que había de hacer frente, sufragar la guerra contra los carlistas, y crear una masa de propietarios, terratenientes y burgueses campesinos medios que fuesen adeptos al sistema y al nuevo régimen y que trabajaran la tierra para hacerla rentable, aumentando el nivel de la cosecha. con la vuelta de los moderados, cuando se suspendieron las subastas, aunque el gobierno del general Narváez garantizó las ventas ya realizadas. Se había amortizado el 62% de las propiedades de la iglesia. Dado el distinto tamaño de los lotes, eran en teoría asequibles para grupos sociales de bajos ingresos, pero en la práctica los propietarios y los inversores burgueses acapararon las compras, ya que eran los únicos que tenían liquidez, el ministro no buscaba ni un reparto de las tierras ni una reforma agraria, sino beneficiar a quienes, como él mismo, a la elite financiera y comercial.Las consecuencias de la desamortización fueron muy variadas: Desmantelamiento casi completo de la propiedad de la Iglesia y de sus fuentes de riqueza, toda vez que el diezmo fue igualmente suprimido en 1837.
La desamortización no resolvió el problema de la deuda, pero si contribuyó a atenuarlo. La desamortización no produjo un aumento espectacular de la producción agraria. Los nuevos propietarios, no hicieron mejoras, se limitaron a seguir cobrando las rentas y las incrementaron, Muchos de los nuevos propietarios vivían en las ciudades, completamente ajenos a las actividades agrícolas. La desamortización trajo consigo un proceso de deforestación. La desamortización provocó un reforzamiento de la estructura de la propiedad de la tierra, reforzando el latifundismo en Andalucía y Extremadura y el minifundismo en el Norte. Los campesinos no compraron ya que no recibían información de las subastas, o no sabían pujar, o no tenían dinero para hacerlo. En las ciudades ocurrió lo mismo.
La alta burguesía tenia los mejores edificios del centro, excluyendo a las clases medias, que estaban en las viejas viviendas, y dejando para los obreros la periferia. La segunda gran desamortización iniciada con la Ley Madoz de 1855, que formó parte del programa del gobierno progresista del bienio. Establecía la venta en subasta pública de toda clase de propiedades rústicas y urbanas pertenecientes al Estado, a la Iglesia, los propios y baldíos de los Municipios y, en general, todos los bienes que permanecieran amortizados.
La Ley de Madoz se desarrolló a gran velocidad. Las consecuencias de esta segunda desamortización fueron la eliminación de la propiedad comunal y de lo que quedaba de la eclesiástica, lo que provocó, un agravamiento considerable de la situación económica del campesinado, y una ruptura de las relaciones con la Iglesia, ante la violación del concordato. La desamortización de Madoz estuvo en vigor hasta 1895, año en que fue derogada, pero desde 1856 apenas hubo subastas, ya que poco quedaba por vender. El proceso desamortizador contribuyó claramente al cambio hacia una sociedad burguesa. Significó el traspaso de una enorme masa de tierras a los nuevos propietarios y la fusión de la antigua aristocracia feudal con la burguesía urbana para crear la nueva elite terrateniente.
3.- Conclusión
La consecuencia políticas de las desamortizaciones fue que la masa de compradores forman una clase social que apoyará a Isabel II, lo que refuerza el régimen liberal.
Estas medidas propiciaron la entrada de las propiedades de la nobleza y el clero en el circuito comercial al poner en circulación bienes que antes habían estado vinculados. El grupo principal de compradores estuvo en el mundo rural participando tanto el gran propietario como el labrador arrendatario. En las ciudades, capitales de provincia, es la burguesía de los negocios quien adquiere las tierras. Los abogados, funcionarios también compran. Los tradicionales hacendados son los principales beneficiados.
En cuanto a las consecuencias económicas, se consolidó el latifundio (centro y sur de España), se elimina a los pequeños propietarios (al no disponer ya de los bienes comunales), se produjo la emigración hacia zonas industriales. Se produjo un aumento de la conflictividad social y revueltas agrarias. El Estado recaudó mucho dinero con el que poder hacer frente a los gastos de la guerra carlista. Se equilibró los presupuestos del Estado y se produjo un pequeño desarrollo de la agricultura española. En cuanto a las consecuencias urbanas, con los edificios y huertos de los monasterios el Estado habilitó estos edificios para escuelas, edificios de la Administración y crear plazas.