La Guerra Civil. La sublevación militar y el estallido de la guerra. El desarrollo del conflicto: etapas y evolución en las dos zonas
Desencadenado el golpe, la imprudente tranquilidad del gobierno de Casares se vería compensada por el desvanecimiento de la confianza mantenida por los golpistas en un triunfo rápido. Si bien consiguieron imponerse en buena parte de la España rural, fracasaron en casi todas las grandes ciudades. En el Norte, Mola, con la ayuda de los voluntarios carlistas, habían controlado toda la zona del Ebro y consolidado el control de Zaragoza.Al otro lado, conmocionado por lo ocurrido, Casares dimitíó el mismo 18 de Julio por la noche. Martínez Barrio tomó el relevo aquella madrugada en la que intentó alcanzar una solución pactada por vía telefónica con Mola y Franco sin éxito. Tras su fracaso, la mañana siguiente fue José Giral quien formó gobierno. El nuevo presidente tomó una decisión fundamental: ordenó armar a los militantes obreros y republicanos. Con ello neutralizó el golpe en muchos lugares pero perdíó el control de un proceso revolucionario que, durante meses, dislocaría el esfuerzo de guerra republicano y daría oportunidad al ejercicio del «terror rojo».La respuesta contra los sublevados que fracasaron fue brutal. En Barcelona, Goded y casi un centenar de jefes y oficiales sublevados fueron ejecutados en los meses posteriores. En estos casos hubo juicio y sentencia pero en otros muchos no.El «terror rojo» pasó a ser como una losa en los esfuerzos de la República por obtener el tan necesario apoyo internacional, mientras que el «terror azul», previo, más cuantioso y en absoluto fruto de ningún descontrol, pasaba desapercibido. En Madrid había periodístas extranjeros pero no (al menos, al principio), en los pueblos de Andalucía o Extremadura. Como Franco ante Berlín y Roma, Giral solicitó ayuda ante el gobierno francés para comprar armas. París puso en marcha un plan de ayuda pero la noticia se filtró e inmeditamente la prensa y los partidos conservadores galos lograron su paralización. Sería la actitud de Londres quien terminó por inclinar la balanza. Presionaron a París y el gobierno francés declaró (25 de Julio) que no intervendría, Era el punto de partida de la farsa de la «No Intervención».
Desde Sevilla, Franco ordenó el avance del ejército de África por Andalucía, para pasar por Extremadura y penetrar en dirección a Madrid por el oeste. Desde principios de Agosto se puso en marcha lo que F. Espinosa ha denominado «columna de la muerte». Los pueblos por los que fue pasando fueron conociendo la catadura del «terror azul A estas alturas del conflicto, en que el golpe había derivado en guerra, la destrucción del adversario cobró prioridad absoluta. La irrupción de lo sagrado no hizo sino incrementar la violencia: la bendijo por un lado y no hizo sino atizar aún más la ira contra el clero por el otro. La represión rebelde tuvo un carácter selectivo: los primeros en caer serían las autoridades políticas y sindicales. Si no se encontraba a las personas en cuestión, la represión se ejercía sobre los familiares.En el otro bando, la represión era un fenómeno mucho más caótico, incontrolado, aunque no siempre. En ocasiones, el frenesí de la violencia republicana se alimentaba del miedo (los rebeldes «avisaban» de sus intenciones para cuando tomaran el lugar). Esto es muy notorio en el caso de Madrid, luego del conocimiento de la conducta obervada por la «columna de la muerte». Es cierto que hubo voces en contra de esta violencia (algo casi inexistente en el bando contrario) pero para algunos las circunstancias resultaban propicias. Ante la evacuación de la capital por el gobierno republicano dada la proximidad del ejército de África, se constituyó una Junta de Defensa encargada de defender Madrid. Madrid empezó a ser bombardeado con una población reclusa entre las cinco y diez mil personas. Se puso en marcha la evacuación de los presos supuestamente por razones de seguridad.La ofensiva del Norte se inició el 31 de Marzo de 1937. La Legión Cóndor (escuadrilla aérea alemana, enviada por Hitler desde otoño de 1936) actuó con intensidad. El mismo día en que comenzó la campaña, bombardeó Elorrio y Durango. Unos días más tarde, el objetivo fue un símbolo vasco, Guernica (26 de Abril). Se habló de dos mil muertos pero las investigaciones más recientes sitúan el número de víctimas mortales entre 250 y 300. Poco después y a través del célebre cuadro de Picasso, Guernica se convirtió en símbolo universal contra la barbarie. Los vascos retrocedieron hasta el llamado «cinturón de hierro» de Bilbao, también bombardeado. El 18 de Junio se decidíó que la defensa era inviable y el 19 se rindió la ciudad. El siguiente objetivo sería Santander. Para tratar de impedirlo y por vez primera, el Ejército 25 Popular varíó su estrategia: en Julio lanzó una ofensiva de distracción con dos intenciones: oxigenar el saturado frente del Norte e intentar aflojar el asedio sobre Madrid. Es la conocida como batalla de Brunete (del 6 al 30 de Julio). Al principio se avanzó ampliamente en las líneas enemigas pero pronto la incursión pudo ser contrarrestada bajo el intenso calor del verano castellano. El Ejército Popular acusaba su escasez de mandos intermedios (esenciales para coordinar ofensivas) aunque quizá la clave deba buscarse en el manifiesto desequilibrio en el aire, con una neta superioridad franquista, de aquí en adelante, como apunta A. Viñas «la clave de la guerra». Acabada la batalla de Brunete, los rebeldes continuaron sus acciones en el Norte, ocupando Santander. El siguiente paso sería Asturias. Pero de nuevo, los republicanos iniciaron otra maniobra de distracción, esta vez la denominada batalla de Belchite. El objetivo era recuperar Zaragoza. No pudo ser: aunque los republicanos tomaron Belchite el precio fue muy elevado. Los rebeldes ni siquieran detuvieron sus acciones en el Norte. En Octubre Asturias quedó ocupada. Todo el peso industrial y minero de la España septentrional obraría ya a favor de Franco. Antes de que los rebeldes volvieran sobre Madrid, la República intentó una tercera ofensiva, la más exitosa, sobre Teruel, iniciada el 15 de Diciembre de 1937. Tras intensos combates bajo la nieve se avanzó hacia la capital, ocupada el 7 de Enero de 1938 (fue la única capital de provincia recuperada por el Ejército Popular durante toda la guerra). Ello alteró profundamente a Franco que puso en marcha el contraataque. La ciudad fue recuperada por los rebeldes el 22 de Febrero. El éxito republicano había resultado efímero. El ministro Indalecio Prieto, muy afectado, presentó su dimisión al presidente Negrín que no la aceptó. Beevor considera a Teruel «el mayor desastre republicano de toda la guerra».El fracaso militar y el derrumbe anímico republicanos facilitaron a Franco la ruptura de la España enemiga en dos cuando sus tropas alcanzaron el Mediterráneo en Vinaroz (15 de Abril de 1938). Entretanto, Cataluña y muy especialmente Barcelona fueron inmisericordemente bombardeadas (las acciones más graves sobre Barcelona se produjeron entre el 16 y el 18 de Marzo con unos mil muertos, victímas de la aviación italiana con base en Mallorca). Acabada la guerra, las autoridades franquistas eliminaron en el Registro Civil los tomos con las partidas de defunción. Era momento propicio para acabar la contienda pero Franco continuaba obcecado con la «purificación» del país y, en paralelo, con su elevación indiscutible. En consecuencia, en vez de lanzar un ataque rápido y decisivo sobre Barcelona, ordenó marchar, para sorpresa general, sobre Valencia. Incluso para la historiografía franquista honesta resulta inexplicable. Resulta notorio y esto lo corrobora que para Franco guerra larga era sinónimo de victoria total. La ofensiva sobre Levante fue un auténtico fiasco militar que pone en entredicho la supuesta competencia militar de Franco. . Se pretendía restaurar la continuidad territorial de la España republicana. El día 13 de Febrero Franco hizo pública la Ley de Responsabilidades Políticas que remontaba hasta el 1 de Octubre de 1934. Londres y París se sintieron ya libres para reconocer al nuevo régimen en España y Azaña dimitíó como presidente de la República. Tan sólo unos días después el golpe del coronel Casado (5 de Marzo) puso fin a la resistencia de Madrid. Creía el militar que, entre colegas de armas, podría negociar con Franco unas condiciones honrosas para la rendición y sobre todo minimizar la venganza del vencedor. La suya demostró ser una cándida ingenuidad. Al final, los rebeldes entraron en Madrid el 28 de Marzo. Ya sólo restaba, prácticamente, el último episodio dramático de la guerra : unas quince mil personas se encontraban desesperadas en Alicante esperando un barco que las evacuara. Los barcos, no llegaron pero las tropas italianas sí. Muchos prefirieron suicidarse arrojándose al mar, otros fueron asesinados, la mayoría fue camino de los campos de concentración franquistas. El nuevo gobierno dio solidez e intentó insuflar esperanza a la lucha aunque sabía bien que su única oportunidad pasaba por romper el yugo letal de la «No Intervención». En Octubre de 1937, el gobierno republicano se trasladó de Valencia a Barcelona. En la capital catalana se asistiría a una nueva crisis a raíz del cese de I. Prieto como ministro de Guerra, después de que éste adoptara una postura abiertamente derrotista (derrotismo del que hacia bastante tiempo participaba el propio Azaña, consciente de que la derrota llegaría inexorablemente si no había ayuda francobritánica, como de hecho ocurriría). Negrín, empero, sostuvo su inquebrantable voluntad de resistir. En la remodelación del gabinete, Negrín se ocupó también de Defensa y presentó un programa, los llamados trece puntos, explicando las razones por las que la República sosténía la guerra.
Desencadenado el golpe, la imprudente tranquilidad del gobierno de Casares se vería compensada por el desvanecimiento de la confianza mantenida por los golpistas en un triunfo rápido. Si bien consiguieron imponerse en buena parte de la España rural, fracasaron en casi todas las grandes ciudades. En el Norte, Mola, con la ayuda de los voluntarios carlistas, habían controlado toda la zona del Ebro y consolidado el control de Zaragoza.Al otro lado, conmocionado por lo ocurrido, Casares dimitíó el mismo 18 de Julio por la noche. Martínez Barrio tomó el relevo aquella madrugada en la que intentó alcanzar una solución pactada por vía telefónica con Mola y Franco sin éxito. Tras su fracaso, la mañana siguiente fue José Giral quien formó gobierno. El nuevo presidente tomó una decisión fundamental: ordenó armar a los militantes obreros y republicanos. Con ello neutralizó el golpe en muchos lugares pero perdíó el control de un proceso revolucionario que, durante meses, dislocaría el esfuerzo de guerra republicano y daría oportunidad al ejercicio del «terror rojo».La respuesta contra los sublevados que fracasaron fue brutal. En Barcelona, Goded y casi un centenar de jefes y oficiales sublevados fueron ejecutados en los meses posteriores. En estos casos hubo juicio y sentencia pero en otros muchos no.El «terror rojo» pasó a ser como una losa en los esfuerzos de la República por obtener el tan necesario apoyo internacional, mientras que el «terror azul», previo, más cuantioso y en absoluto fruto de ningún descontrol, pasaba desapercibido. En Madrid había periodístas extranjeros pero no (al menos, al principio), en los pueblos de Andalucía o Extremadura. Como Franco ante Berlín y Roma, Giral solicitó ayuda ante el gobierno francés para comprar armas. París puso en marcha un plan de ayuda pero la noticia se filtró e inmeditamente la prensa y los partidos conservadores galos lograron su paralización. Sería la actitud de Londres quien terminó por inclinar la balanza. Presionaron a París y el gobierno francés declaró (25 de Julio) que no intervendría, Era el punto de partida de la farsa de la «No Intervención».
Desde Sevilla, Franco ordenó el avance del ejército de África por Andalucía, para pasar por Extremadura y penetrar en dirección a Madrid por el oeste. Desde principios de Agosto se puso en marcha lo que F. Espinosa ha denominado «columna de la muerte». Los pueblos por los que fue pasando fueron conociendo la catadura del «terror azul A estas alturas del conflicto, en que el golpe había derivado en guerra, la destrucción del adversario cobró prioridad absoluta. La irrupción de lo sagrado no hizo sino incrementar la violencia: la bendijo por un lado y no hizo sino atizar aún más la ira contra el clero por el otro. La represión rebelde tuvo un carácter selectivo: los primeros en caer serían las autoridades políticas y sindicales. Si no se encontraba a las personas en cuestión, la represión se ejercía sobre los familiares.En el otro bando, la represión era un fenómeno mucho más caótico, incontrolado, aunque no siempre. En ocasiones, el frenesí de la violencia republicana se alimentaba del miedo (los rebeldes «avisaban» de sus intenciones para cuando tomaran el lugar). Esto es muy notorio en el caso de Madrid, luego del conocimiento de la conducta obervada por la «columna de la muerte». Es cierto que hubo voces en contra de esta violencia (algo casi inexistente en el bando contrario) pero para algunos las circunstancias resultaban propicias. Ante la evacuación de la capital por el gobierno republicano dada la proximidad del ejército de África, se constituyó una Junta de Defensa encargada de defender Madrid. Madrid empezó a ser bombardeado con una población reclusa entre las cinco y diez mil personas. Se puso en marcha la evacuación de los presos supuestamente por razones de seguridad.La ofensiva del Norte se inició el 31 de Marzo de 1937. La Legión Cóndor (escuadrilla aérea alemana, enviada por Hitler desde otoño de 1936) actuó con intensidad. El mismo día en que comenzó la campaña, bombardeó Elorrio y Durango. Unos días más tarde, el objetivo fue un símbolo vasco, Guernica (26 de Abril). Se habló de dos mil muertos pero las investigaciones más recientes sitúan el número de víctimas mortales entre 250 y 300. Poco después y a través del célebre cuadro de Picasso, Guernica se convirtió en símbolo universal contra la barbarie. Los vascos retrocedieron hasta el llamado «cinturón de hierro» de Bilbao, también bombardeado. El 18 de Junio se decidíó que la defensa era inviable y el 19 se rindió la ciudad. El siguiente objetivo sería Santander. Para tratar de impedirlo y por vez primera, el Ejército 25 Popular varíó su estrategia: en Julio lanzó una ofensiva de distracción con dos intenciones: oxigenar el saturado frente del Norte e intentar aflojar el asedio sobre Madrid. Es la conocida como batalla de Brunete (del 6 al 30 de Julio). Al principio se avanzó ampliamente en las líneas enemigas pero pronto la incursión pudo ser contrarrestada bajo el intenso calor del verano castellano. El Ejército Popular acusaba su escasez de mandos intermedios (esenciales para coordinar ofensivas) aunque quizá la clave deba buscarse en el manifiesto desequilibrio en el aire, con una neta superioridad franquista, de aquí en adelante, como apunta A. Viñas «la clave de la guerra». Acabada la batalla de Brunete, los rebeldes continuaron sus acciones en el Norte, ocupando Santander. El siguiente paso sería Asturias. Pero de nuevo, los republicanos iniciaron otra maniobra de distracción, esta vez la denominada batalla de Belchite. El objetivo era recuperar Zaragoza. No pudo ser: aunque los republicanos tomaron Belchite el precio fue muy elevado. Los rebeldes ni siquieran detuvieron sus acciones en el Norte. En Octubre Asturias quedó ocupada. Todo el peso industrial y minero de la España septentrional obraría ya a favor de Franco. Antes de que los rebeldes volvieran sobre Madrid, la República intentó una tercera ofensiva, la más exitosa, sobre Teruel, iniciada el 15 de Diciembre de 1937. Tras intensos combates bajo la nieve se avanzó hacia la capital, ocupada el 7 de Enero de 1938 (fue la única capital de provincia recuperada por el Ejército Popular durante toda la guerra). Ello alteró profundamente a Franco que puso en marcha el contraataque. La ciudad fue recuperada por los rebeldes el 22 de Febrero. El éxito republicano había resultado efímero. El ministro Indalecio Prieto, muy afectado, presentó su dimisión al presidente Negrín que no la aceptó. Beevor considera a Teruel «el mayor desastre republicano de toda la guerra».El fracaso militar y el derrumbe anímico republicanos facilitaron a Franco la ruptura de la España enemiga en dos cuando sus tropas alcanzaron el Mediterráneo en Vinaroz (15 de Abril de 1938). Entretanto, Cataluña y muy especialmente Barcelona fueron inmisericordemente bombardeadas (las acciones más graves sobre Barcelona se produjeron entre el 16 y el 18 de Marzo con unos mil muertos, victímas de la aviación italiana con base en Mallorca). Acabada la guerra, las autoridades franquistas eliminaron en el Registro Civil los tomos con las partidas de defunción. Era momento propicio para acabar la contienda pero Franco continuaba obcecado con la «purificación» del país y, en paralelo, con su elevación indiscutible. En consecuencia, en vez de lanzar un ataque rápido y decisivo sobre Barcelona, ordenó marchar, para sorpresa general, sobre Valencia. Incluso para la historiografía franquista honesta resulta inexplicable. Resulta notorio y esto lo corrobora que para Franco guerra larga era sinónimo de victoria total. La ofensiva sobre Levante fue un auténtico fiasco militar que pone en entredicho la supuesta competencia militar de Franco. . Se pretendía restaurar la continuidad territorial de la España republicana. El día 13 de Febrero Franco hizo pública la Ley de Responsabilidades Políticas que remontaba hasta el 1 de Octubre de 1934. Londres y París se sintieron ya libres para reconocer al nuevo régimen en España y Azaña dimitíó como presidente de la República. Tan sólo unos días después el golpe del coronel Casado (5 de Marzo) puso fin a la resistencia de Madrid. Creía el militar que, entre colegas de armas, podría negociar con Franco unas condiciones honrosas para la rendición y sobre todo minimizar la venganza del vencedor. La suya demostró ser una cándida ingenuidad. Al final, los rebeldes entraron en Madrid el 28 de Marzo. Ya sólo restaba, prácticamente, el último episodio dramático de la guerra : unas quince mil personas se encontraban desesperadas en Alicante esperando un barco que las evacuara. Los barcos, no llegaron pero las tropas italianas sí. Muchos prefirieron suicidarse arrojándose al mar, otros fueron asesinados, la mayoría fue camino de los campos de concentración franquistas. El nuevo gobierno dio solidez e intentó insuflar esperanza a la lucha aunque sabía bien que su única oportunidad pasaba por romper el yugo letal de la «No Intervención». En Octubre de 1937, el gobierno republicano se trasladó de Valencia a Barcelona. En la capital catalana se asistiría a una nueva crisis a raíz del cese de I. Prieto como ministro de Guerra, después de que éste adoptara una postura abiertamente derrotista (derrotismo del que hacia bastante tiempo participaba el propio Azaña, consciente de que la derrota llegaría inexorablemente si no había ayuda francobritánica, como de hecho ocurriría). Negrín, empero, sostuvo su inquebrantable voluntad de resistir. En la remodelación del gabinete, Negrín se ocupó también de Defensa y presentó un programa, los llamados trece puntos, explicando las razones por las que la República sosténía la guerra.