1.4 La Dictadura de Primo de Rivera: El Camino hacia la Dictadura
Dato, jefe del Partido Conservador y jefe de Gobierno, resultó asesinado en 1921 por tres anarquistas. Las filas conservadoras quedaron divididas en tres fracciones: el maurismo, y los grupos tutelados por Cierva y Sánchez Guerra. La división en el campo conservador se repitió en el partido liberal, donde destacaban los grupos de Romanones, García Prieto y Alba.
En Europa, una situación de crisis generalizada creó inseguridad y temor entre las clases conservadoras e intensificó las tendencias autoritarias en sus grupos dirigentes. Estos cambios dieron lugar a la aparición de la derecha autoritaria. Sus orígenes ideológicos se encuentran en el rechazo de la tradición intelectual del liberalismo, que comenzó a verse perfectible en la última década del siglo XIX, siendo en Alemania, Italia y Francia donde con más fuerza se rompió con la filosofía racionalista.
En los años previos a la Primera Guerra Mundial, el proceso de modernización había avanzado en España muy lentamente. Esta situación facilitó el mantenimiento del modelo del liberalismo elitista y antidemocrático. Dentro del bloque dominante se produjeron intentos de reforma parcial del sistema político, con el propósito de integrar a los sectores más modernos de la burguesía. Sin embargo, la alta conflictividad condujo al fracaso de los proyectos reformistas, y la ausencia de reformas empujó a políticos liberales e intelectuales hacia una oposición abierta al sistema político y al rechazo a la monarquía.
El descrédito de los partidos del bloque de poder, el avance de las fuerzas republicanas y el nuevo desastre militar en Marruecos crearon una situación favorable para que un gobierno dictatorial tratara de resolver la crisis con el consentimiento de un sector de la sociedad y la neutralidad de otros. En marzo de 1922 se produjo la caída del último gobierno de Maura, formado tras el desastre militar de Annual. Le sustituyó Sánchez Guerra. En diciembre, los debates en el Parlamento sobre las responsabilidades de Annual forzaron la sustitución de Sánchez Guerra por García Prieto.
El Golpe de Estado
En septiembre de 1923, el general Miguel Primo de Rivera protagonizó un pronunciamiento militar con el beneplácito de otros generales. El pronunciamiento, que no buscaba un cambio de gobierno sino de régimen, triunfó debido a la falta de oposición significativa y a la negativa de Alfonso XIII a respaldar al Gobierno y defender el orden constitucional. Primo de Rivera anunció la formación de un Directorio Militar para el gobierno de España con carácter provisional, y el Rey le encomendó formar gobierno.
Primo de Rivera suspendió la Constitución de 1876, sin dotar al régimen de un nuevo texto constitucional, y gobernó por decreto, disolviendo el Congreso y el Senado. El dictador contó con diversos apoyos civiles: el catolicismo social y político impulsado desde la CNV, el conservadurismo maurista, el regionalismo catalanista y un sector del tradicionalismo. Primo de Rivera actuó como jefe de las Fuerzas Armadas, lo que disminuyó la capacidad de mando y comunicación del Rey con el Ejército.
La Institucionalización de la Dictadura
En septiembre de 1924, Primo de Rivera presentó la Unión Patriótica como sustituto de los partidos políticos. La primera etapa de la Dictadura se extendió desde septiembre de 1923 hasta diciembre de 1925. Ese mes, el Directorio Militar fue sustituido por un gobierno presidido por Primo de Rivera con participación de civiles representantes de la derecha autoritaria. Este régimen amplió el campo de participación política y trajo una considerable renovación de la clase política dirigente. Tanto en el Directorio Militar como en el Civil, militares y burócratas ocuparon casi todos los puestos importantes.
El dictador y sus consejeros tuvieron un claro afán de modernizar la economía y favorecer el crecimiento. El régimen realizó una labor importante en obras públicas (carreteras, puertos y ferrocarriles) y en comercio exterior. Creó monopolios como CAMPSA y Telefónica.
La Victoria de Marruecos
El dictador rectificó su postura inicial de abandonar Marruecos y pasó a la ofensiva gracias a una operación militar conjunta franco-española que se inició con el desembarco de Alhucemas en 1925, cercando a Abd el-Krim por la retaguardia. Dos años después terminaba una guerra que había costado a España más de 25.000 muertos y más de 5.000 millones de pesetas. La conclusión del conflicto fue el mayor éxito de la Dictadura.
La Emergencia del Corporativismo
A finales de 1926, el dictador decidió institucionalizar su régimen. Se inició una segunda fase de ruptura con la legalidad anterior al golpe de Estado, planeando la instauración de un régimen autoritario permanente. El dictador anunció la creación de una Asamblea Nacional Consultiva, conformada por representación corporativa, con la misión de redactar una nueva Constitución y dotar al régimen de un cuerpo ideológico basado en el corporativismo. El proyecto no fue aprobado y sus apoyos se redujeron considerablemente.
1.5 El Final de la Dictadura y de la Monarquía
La crisis del régimen dictatorial, que había pretendido institucionalizarse sin éxito, arrastró en su caída a la monarquía. El Rey se dio cuenta de la necesidad de deshacerse de un dictador cuya caída podía arrastrar a la Corona. Habían fracasado proyectos clave para la reorganización del bloque económico: la Unión Patriótica, la Asamblea Nacional Consultiva (que no logró aplicar el proyecto de Constitución con Cortes corporativas) y la Organización Corporativa del Trabajo.
A partir del otoño de 1929, aumentaron las presiones sobre el dictador para que abandonara el poder, pero Primo de Rivera se resistió hasta finales de enero de 1930. Se exilió en París, donde falleció unos meses después. Los partidos republicanos se reunieron en agosto de 1930 y firmaron el Pacto de San Sebastián, comprometiéndose a instaurar la República mediante una insurrección. Crearon un comité revolucionario, un gobierno provisional clandestino presidido por Alcalá Zamora. En octubre, se unieron al Pacto el PSOE y la UGT. Algunos militares protagonizaron una sublevación en Jaca en diciembre de 1930, que fracasó. La República no llegó a través de un pronunciamiento militar, sino de una convocatoria electoral que se interpretó como un plebiscito. Los firmantes del Pacto de San Sebastián formaron una coalición electoral que resultó victoriosa. El rey, falto de apoyos, partió al exilio.