Dictadura de Primo de Rivera: Causas, Evolución y Caída (1923-1930)

La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)

Agudización de los Problemas Sociales (1917-1923) y Causas del Golpe

Entre 1917 y 1923, España vivió una profunda crisis política y social que marcó el declive del sistema canovista. La combinación de inflación, crisis industrial y fuerte conflictividad laboral llevó a numerosas huelgas, como la de Correos y Telégrafos en 1918 y la de “La Canadiense” en 1919, esta última afectando gravemente la producción eléctrica y, en consecuencia, otros sectores económicos. En el campo, la situación también era tensa, con revueltas campesinas en Andalucía durante el llamado «Trienio Bolchevique» (1918-1921).

El auge del sindicalismo llevó a una mayor afiliación a la CNT, consiguiéndose avances como la jornada laboral de ocho horas. Sin embargo, el enfrentamiento entre trabajadores y empresarios provocó el cierre de muchas empresas, especialmente en Barcelona. La revolución bolchevique en Rusia influyó en la radicalización del movimiento obrero, aunque ni la CNT ni la UGT se sumaron a la Tercera Internacional, lo que llevó a la escisión de un grupo socialista que fundó el Partido Comunista Obrero de España en 1921.

El conflicto social se agravó con el fenómeno del pistolerismo, donde anarquistas y patronos protagonizaron atentados en Barcelona. La represión, liderada por el gobernador Martínez Anido con medidas como la «ley de fugas», aumentó la violencia. A esto se sumó el asesinato del presidente Eduardo Dato en 1921 por anarquistas.

Paralelamente, la Guerra de Marruecos también generó descontento. El desastre de Annual en 1921, con miles de soldados españoles muertos, provocó un escándalo político que llevó a la investigación del “Expediente Picasso”. La falta de respuesta clara del Gobierno aumentó la indignación pública y la desconfianza hacia el ejército, provocando incluso motines de soldados negándose a embarcar hacia Melilla.

Ante este clima de crisis, los militares africanistas comenzaron a conspirar contra el Gobierno, al que acusaban de inacción en Marruecos y de permitir la amenaza del radicalismo catalán. El rey Alfonso XIII, en lugar de defender el sistema parlamentario, respaldó la postura militar, debilitando aún más el régimen. En este contexto, el general Miguel Primo de Rivera lideró un golpe de Estado el 13 de septiembre de 1923 desde Barcelona, con el apoyo de varias guarniciones militares. A pesar de las dudas de algunos generales, el rey Alfonso XIII aceptó el golpe y encargó a Primo de Rivera la formación de un nuevo gobierno, instaurando así una dictadura con su consentimiento.

Evolución y Significado de la Dictadura de Primo de Rivera

El golpe de Estado de Primo de Rivera en 1923 fue prácticamente incontestado, debido a la desorganización del sistema político y la debilidad de los actores económicos y sociales. El gobierno de García-Prieto dimitió después de que el rey se negara a sancionar a los militares golpistas. Primo de Rivera instauró un régimen autoritario, eliminando el sistema parlamentario y la Constitución de 1876, disolviendo las Cortes y poniendo fin al sistema político de la Restauración.

El golpe fue justificado como una solución necesaria ante el bloqueo y desprestigio del régimen constitucional y el riesgo de una revolución social. Su discurso fue regeneracionista y moralista, criticando la “vieja política” e intentando ganarse el apoyo popular.

A pesar de ser una dictadura, fue bien recibida inicialmente, con el apoyo de la clase media, el ejército y el pueblo. Incluso algunos sectores del sistema político como la burguesía catalana y algunos socialistas moderados vieron la dictadura como un mal necesario y transitorio. Sin embargo, intelectuales como Azaña, Madariaga, Unamuno y Valle-Inclán se opusieron al régimen.

Fases de la Dictadura

Directorio Militar (1923-1925)

Durante esta fase, el gobierno estuvo compuesto únicamente por militares (ocho generales y un contraalmirante), presentándose como un régimen interino con la intención de solucionar los problemas de la época. Se establecieron cinco objetivos iniciales: restaurar el orden público, erradicar el caciquismo, atender el problema social, resolver el regionalismo y acabar con la guerra de Marruecos.

En términos de políticas, se suspendió el sistema parlamentario y la Constitución de 1876, se cerraron las Cortes y se instauró la censura. También se introdujo el Somatén, un cuerpo armado leal a la dictadura para defenderla y combatir el terrorismo anarquista. En lo social, aunque se prestó atención al paro y a los salarios, no se estableció una política laboral seria hasta la fase del Directorio Civil. En el campo del regionalismo, aunque se propusieron leyes para la administración local, se dejaron de lado los intereses catalanes, lo que aumentó las tensiones en la región.

Directorio Civil (1925-1930)

Tras el éxito en Marruecos, Primo de Rivera decidió mantener la dictadura y formó un gobierno con políticos civiles, creando el Directorio Civil. A pesar de contar con figuras como José Calvo Sotelo y Eduardo Aunós, el gobierno careció de la experiencia necesaria para establecer un sistema duradero. Se intentó institucionalizar el régimen mediante la creación de una Asamblea Nacional Consultiva en 1927 y un plebiscito en 1926, pero fracasaron en su objetivo de redactar una nueva Constitución.

Las políticas de bienestar social, como la creación de la Organización Nacional Corporativa del Trabajo, fueron logros importantes, aunque también se enfrentaron a la resistencia de la CNT. Además, la dictadura adoptó medidas económicas intervencionistas, como el aumento de los aranceles y el apoyo a la producción nacional. Se crearon monopolios como CAMPSA y CTNE, y se promovió una amplia red de infraestructuras, pero el crack de 1929 y la caída de la economía mundial provocaron la crisis del régimen.

Realizaciones durante el Directorio Civil
  • Sociales: La dictadura promovió la creación de comités paritarios entre patronos y trabajadores para regular las condiciones laborales, lo que fue apoyado por el PSOE y la UGT, pero rechazado por la CNT. También se llevaron a cabo políticas de bienestar social, como seguros sociales, viviendas económicas y un sistema de defensa frente al patrono, lo que mejoró las condiciones de los trabajadores cualificados. Aunque la situación de los obreros no mejoró mucho en términos salariales, la estabilidad en el empleo y los medios asistenciales contribuyeron a una mejora en su calidad de vida.
  • Económicas: En respuesta a la crisis económica global, el régimen adoptó una política de protección arancelaria y apoyo a la producción nacional. Se crearon monopolios como CAMPSA (en el sector del petróleo) y CTNE (en telecomunicaciones), y se promovió una política de obras públicas, mejorando las infraestructuras del país, como las carreteras y los ferrocarriles. También se abordó la cuestión agrícola con un programa de repoblación forestal y apoyo al pequeño labrador. Sin embargo, el gasto público en estas obras, sumado al derroche en eventos como la Exposición Universal de Barcelona, generó un déficit y un aumento de la deuda pública.
  • Políticas: En el ámbito político, se intentó establecer un partido único, la Unión Patriótica, que tenía una clara influencia fascista. Además, se intentó crear una nueva Constitución a través de la Asamblea Nacional Consultiva, pero este proyecto fracasó. El régimen también fomentó la creación de una élite política y económica, pero la falta de una estructura sólida y la creciente oposición, junto con la crisis económica, hicieron que el sistema fuera insostenible.
Causas de la Dimisión

La dimisión de Primo de Rivera en 1930 fue precipitada por la crisis económica del crack de 1929, aunque muchos consideran que las causas fundamentales fueron políticas. La falta de un soporte ideológico, el carácter autoritario del régimen, y la frustración de amplios sectores sociales y políticos con la falta de democracia, hicieron que el régimen llegara a su fin. A pesar de los logros en bienestar social y la economía, la dictadura no logró institucionalizar un sistema viable y democrático.

La Caída de la Dictadura

El cambio de la coyuntura económica, iniciado con la Depresión de 1929, afectó a la economía española de forma negativa. Pronto empezaron a cerrar las empresas, apareció el paro y todo se tornó en críticas, de forma que fueron adquiriendo protagonismo, cosa que no ocurrió al inicio de la dictadura, los detractores del sistema, que airearon su descontento: disgusto de los catalanistas por la política antirregionalista, plasmada en la supresión de la Mancomunidad; odio de los antiguos políticos postergados; antipatías de los intelectuales y protestas estudiantiles; descontento de los militares por las reformas en el arma de Artillería; oposición de republicanos, anarquistas, socialistas y comunistas; y reticencias del propio rey, Alfonso XIII, receloso del particularismo del dictador y conocedor del cambio de opinión.

La circular a los Capitanes Generales sobre la actitud del ejército sobre la Dictadura tuvo una respuesta tibia o ambigua y esto determinó su decisión de dimitir. Mucho pesó también en el ánimo del monarca el fracaso en la elaboración de una nueva constitución, así como la imposibilidad de establecer un nuevo turnismo en el que entrara el partido socialista, como había ocurrido ya en Gran Bretaña con los laboristas. Y es que mientras Francisco Largo Caballero era partidario de esta idea, Indalecio Prieto la rechazó de plano.

Primo de Rivera se encontró, pues, solo ante la crisis y, desmoralizado, presentó la dimisión a Alfonso XIII el 30 de enero de 1930, y se exilió en París, ciudad en la que moriría mes y medio más tarde. Ante esta situación, el Rey encargó al viejo militar Dámaso Berenguer la formación de un nuevo gobierno.

El Desarrollo de la Oposición al Régimen y el Hundimiento de la Monarquía

La caída de la dictadura de Primo de Rivera en enero de 1930 condujo al final de la monarquía y a la proclamación de la Segunda República el 14 de abril de 1931. La monarquía quedó debilitada por el respaldo de Alfonso XIII a Primo de Rivera, quien violó la Constitución de 1876 al disolver las Cortes y no convocar nuevas elecciones. Además, se sumaron factores como el desprestigio de los partidos dinásticos, el rechazo de republicanos y socialistas, la creciente oposición de intelectuales y el agravamiento de problemas como el problema catalán y el movimiento obrero.

El Gobierno de Berenguer y el Desarrollo de la Oposición

Tras la dimisión de Primo de Rivera, Alfonso XIII encargó la formación de un nuevo gobierno a Dámaso Berenguer, con la intención de restaurar la normalidad constitucional sin poner en peligro la monarquía. Sin embargo, Berenguer gobernó por decreto y retrasó la convocatoria de elecciones. Esto, junto con el creciente malestar popular, hizo que muchos políticos y republicanos comenzaran a ver la necesidad de instaurar una república. El Pacto de San Sebastián, firmado en 1930 por republicanos, socialistas y regionalistas, se constituyó como una fuerza unitaria para acabar con la monarquía. Además, se organizó la Asociación Republicana Militar y muchos intelectuales apoyaron la causa republicana. La Sublevación de Jaca en diciembre de 1930 fue un intento fallido de derrocar la monarquía, pero el fusilamiento de los capitanes sublevados fortaleció la causa republicana. Ante la creciente oposición, Berenguer dimitió en febrero de 1931.

El Gobierno de Aznar y la Caída de la Monarquía

Tras la dimisión de Berenguer, Alfonso XIII encargó al almirante Aznar formar gobierno y convocar elecciones municipales en abril de 1931. Los resultados favorecieron a los republicanos, especialmente en las grandes ciudades. Esto se interpretó como una victoria republicana, pues los monárquicos solo ganaron en las zonas rurales. Las ciudades como Eibar y Barcelona proclamaron la República. El malestar contra la Monarquía y el sistema político canovista facilitó la expansión del sentimiento republicano. Este cambio fue apoyado no solo por los partidos de izquierda y los nacionalistas, sino también por sectores del ejército y la intelectualidad. Con el creciente apoyo popular, Alfonso XIII renunció y se exilió, dando paso a la Segunda República, que fue recibida con esperanza por aquellos que buscaban la regeneración y modernización de España.

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