La Reforma Agraria debía suponer «tierra para el que no tenía, fin del latifundio y castigo del absentismo» y para ello se llevó a cabo:
– La expropiación de las propiedades de la nobleza (Grandes de España)
sin indemnización (65 aristócratas poseían más de 500.000 Ha.)
– La expropiación, con indemnización, de las grandes propiedades o no tan grandes pero mal cultivadas así como las que ocupasen más de la 1/6 parte de un municipio y fuesen de un solo propietario o que éste las tuviese siempre arrendadas.
– El Gobierno publicó un Decreto sobre la intensificación de cultivos que permitía la cesión de tierras no cultivadas durante dos años de labranza.
– Se creó el Instituto de reforma agraria (IRA) para impulsar la reforma. Los medios para llevarla a cabo se obtendrían de un impuesto especial a las grandes propiedades. El IRA debía indemnizar a los propietarios para abonos, semillas, maquinarias etc.
* La reforma avanzaba con lentitud debido a la dificultad de concluir el inventario de tierras y el escaso presupuesto para financiar las explotaciones que ascendía a 50 millones.
Por todo ello, la ley de Bases de la Reforma Agraria se convirtió en letra muerta y en la gran ilusión perdida. A finales de 1933, cuando la derecha llegue al poder paralizaría la reforma, sólo se habían asentado de forma definitiva unas 2500 familias campesinas sobre 24.203 hectáreas. En 1935, el gobierno de derechas va a publicar la Ley de Reforma de la reforma Agraria o Contrarreforma.
– El ambiente de la Europa de entreguerras se caracterizaba por:
* El intento de establecer regímenes democráticos en países que no contaban con una tradición liberal sólida.
* El miedo a la extensión de la revolución bolchevique y de los nacionalismos exaltados.
* La necesidad de dar respuesta a los problemas del momento por medio de regímenes autoritarios.
– La consecuencia del pronunciamiento militar dirigido por el general D. Miguel Primo de Rivera significó el derrocamiento del gobierno constitucional y el acceso al poder del general al frente de un Directorio Militar con representación de altos cargos de los tres ejércitos y una manifiesta sumisión al rey. El mismo día se decretó el estado de sitio y las Cortes quedaron disueltas. De esta manera el ejército ocupó el primer plano de la política española hasta 1924 en que algunos civiles detentaron varios cargos provinciales bajo un Directorio Civil. Primo de Rivera rechazó la calificación de dictatorial para su régimen e incluso llegó a llamarlo dictadura democrática, y se preocupó por mantener un contacto periódico con las masas populares.
Intentó dar soluciones a los problemas más graves. Para sofocar los actos de pistolerismos (Asesinatos y Atracos) el general Primo de Rivera creó una milicia ciudadana, el somatén, como instrumento de control social, que llevó a cabo una dura política represiva. Respecto a la situación económica hasta ahora manejada por inmorales (depreciación de la moneda; sospechosa política arancelaria; millones de gastos reservados etc.) quedó en manos del Estado que se convertiría en el dirigente de la vida económica, favorecido por una situación coyuntural positiva de los años 20 “los felices años 20”, y llevará a cabo obras como la mejora de las carreteras, la ampliación de las escuelas, el nacimiento de la Confederación Hidrográfica para el riego de las tierras de secano, etc., pero a costa de un fuerte incremento de gastos burocráticos sufragados con deuda pública que dejó hipotecado al país durante varios años, sin embargo la vida cotidiana de la sociedad española se modernizó. El problema de Marruecos quedó cerrado con la operación del “Desembarco de Alhucemas” en donde participó personalmente y con éxito el general Primo que había asumido el papel de alto comisario en Marruecos.
Ante la situación de huelgas e indisciplina social dirigida por las centrales sindicales, la dictadura se mostró partidaria de una paz social o laboral, suprimiendo la lucha de clases, para lo que había reprimido el sindicalismo revolucionario de la CNT y la violencia de las huelgas; sin embargo mantuvo a UGT, sindicato colaborador del régimen, como vía de participación obrera.
Por último, la presión de los militares ante “la descarada propaganda separatista” hizo que Primo de Rivera acusara a los regionalismos de querer romper la unidad de España, a pesar de que él contó con el apoyo de la burguesía catalana para su golpe de estado. Se fomentó un nacionalismo de Estado, de carácter unitario, por lo que se disolvieron las Diputaciones provinciales y la Mancomunidad de Cataluña, socavando así las bases institucionales del nacionalismo catalán. Además adoptó una política restrictiva en el empleo de las lenguas propias y en el uso de símbolos de identidad: prohibición de utilizar la bandera y el himno nacional catalán, de impartir enseñanzas en catalán e incluso los bailes regionales como la sardana. Todo ello llevó al desarrollo de partidos nacionalistas revolucionarios.