1. El papel de las reformas agrarias
El largo proceso de la revolución liberal había empezado en 1808. Algunas de las principales normas legales giraron alrededor de la redefinición del nuevo derecho de propiedad.
El régimen liberal no puede entenderse sin el concepto de propiedad privada. Esta, considerada sagrada e inviolable, relacionaba la titularidad individual con la capacidad de disponer libre e ilimitadamente de dicha propiedad./Según la doctrina liberal, los individuos tienen como principal derecho natural el de la existencia feliz; la propiedad está unida a la felicidad porque se convierte en el medio imprescindible para alcanzarla. La propiedad da sentido al interés de cada uno por el trabajo, y se convierte en el elemento motriz de la sociedad y el sustento de la riqueza de las naciones. Por tanto, el Estado liberal tenía dos tareas respecto a la propiedad privada: por una parte, debía garantizar la inviolabilidad de tal derecho y proporcionar la libertad necesaria para ejercerlo y, por otra, debía procurar no limitarlo./ Pero además, la reforma agraria se va a convertir en un elemento imprescindible para llevar a cabo la modernización económica de las sociedades europeas: la actividad agrícola ocupa a la mayoría de la población de los países, que tendrá que abandonar esta actividad y buscar un trabajo en la industria y los servicios a medida que el progreso técnico, la maquinaria, la rotación de cultivos, etc. Consiga elevar la productividad y reducir la mano de obra necesaria. Si la agricultura y la industria se desarrollan a la par, los excedentes humanos y alimenticios encontraran lugar en la sociedad industrial, que proporcionará productos elaborados al mundo rural. En caso contrario, una sociedad campesina atrasada no poseerá la capacidad de consumo para sostener a las nueve industrias, o estas no serán capaces de hacerse cargo de las masas de desempleados./Por tanto, los objetivos iniciales de la desamortización serian crear una clase de propietarios plenos de su tierra que podría ahora introducir formas modernas de cultivo para obtener mayor productividad de sus fincas.
2. La herencia del Antiguo Régimen
Hasta hace pocas décadas, la agricultura fue la actividad económica más importante en España, tanto por la población activa empleada como por la riqueza generada. Sin embargo, durante el S.XIX soportó una permanente situación de atraso como consecuencia de las estructuras agrarias heredadas del antiguo régimen. /La propiedad de la tierra estaba en manos de la nobleza y la iglesia. Tanto una como otra habían establecido instituciones como el mayorazgo o la vinculación que impedían el libre comercio de la tierra. También los ayuntamientos poseían tierras comunales. El resultado era que la cantidad de tierra que se podía comprar había ido disminuyendo y encareciéndose. Contradictoriamente, las tierras de los privilegiados estaban mal trabajadas a causa de la despreocupación o la falta de motivación económica. /Además, el rendimiento era muy bajo a causa del atraso técnico, las escasas inversiones y expectativas de enriquecimiento personal./A esto se une una peculiaridad económica española, y es el poder de los sectores ganaderos trashumantes que defienden prácticas, como la prohibición de vallar o roturar las tierras, que perjudicaban a la agricultura./ La vida campesina resultaba muy dura, debido al excesivo trabajo y al escaso rendimiento, la dependencia total del clima, y a veces, el hambre.
3. Evolución del proceso desamortizador
Las reformas agrarias, aunque consideradas hoy como medidas propias del pensamiento liberal, ya habían empezado a plantearse en el S.XVIII./ Varios proyectos ilustrados incluían medidas de modernización que liberaran la tierra de manos de los grupos privilegiados y crearan nuevas clases sociales propietarias. El más famoso el ‘Informe sobre la Ley agraria’ de Jovellanos. Como muchas otras propuestas reformistas, cayó en saco roto, pero dejó en el aire la necesidad de afrontar una reforma en el campo./A partir de entonces, todos los proyectos se plantearan un nuevo objetivo: la venta de tierras inmovilizadas se puede convertir en un mecanismo para obtener recursos para el Estado. Así ocurrirá con la de Godoy, ministro de Carlos IV (1798); la de las Cortes de Cádiz (1811-1813); la del trienio liberal (1820-1823); la de Mendizábal (1836-1851), y la de Pascual Madoz (1855-1924)/Sera Godoy el primero que retome la idea desamortizadora con el objetivo de pagar los gastos de la guerra contra Inglaterra, vendiendo propiedades de la iglesia: se vendieron tierras de los jesuitas, orden expulsada de España, la de las órdenes militares, y edificios auxiliares de las órdenes. Sirvió para aliviar las cuentas del Estado, pero no fue la solución definitiva a ningún problema ni económico ni financiero./Serán después las Cortes de Cádiz las que acabarán con el feudalismo agrario, los mayorazgos y plantearan la posibilidad de secularizar las tierras de las órdenes religiosas. La vuelta de Fernando VII acabo con el proceso. Y el Trienio Liberal planteó la Desamortización de los bienes de órdenes monacales, pero no tuvo tiempo para desarrollarla.ç
4. La desamortización en el periodo isabelino
El definitivo impulso desamortizador llegara con el triunfo de la opción liberal en la persona de Isabel II. Durante la Regencia de Mª Cristina se inicia la tarea de convertir en libre la propiedad del Antiguo Régimen. El proceso no finalizaría hasta 1856. El conjunto de la tarea tendrá cuatro aspectos fundamentales:
A) Desaparición del régimen señorial de raíz feudal:
la abolición de los señoríos significaba, por un lado, acabar con una serie de relaciones de dominio que los señores habían tenido, gracias a los privilegios concedidos por los reyes, sobre los habitantes de unos determinados territorios y, por otro, convertir en propiedad particular y libre aquellas tierras. El proceso se inició en Cádiz y concluyó en 1837. Fue lento y problemático, y eso que, en contraste con la desamortización, no supuso un cambio de propietario, sino la transformación de los señores antiguos en propietarios liberales, con una titularidad plena y libre sobre dichos bienes.
B) Desaparición de las vinculaciones nobiliarias y la institución de los mayorazgos:
La primera tarea fue desvincular bienes de la nobleza y desamortizar bienes eclesiásticos y municipales. Ambas acciones pretendían lo mismo: sacar el mercado libre, para que fueran objeto de compra y venta, bienes que el Antiguo Régimen había dejado al margen del mismo. La palabra desvinculación se aplicaba a los bienes de los seglares, y la de desamortización a los bienes de los eclesiásticos
/La segunda medida fue la supresión de los mayorazgos: estos habían sido la formula por la que las casas nobiliarais en los siglos anteriores habían podido mantener una gran parte de sus propiedades; el primogénito de la casa recibía por herencia un bloque de bienes del que no era propietario, sino usufructuario, y que podía aumentar con compras, pero nunca vender, manteniendo el deber de transmitirlo a su heredero. La abolición suponía que estos bienes eran declarados libres y que podían ser vendidos por sus titulares.
C) Desaparición de la propiedad amortizada de la iglesia:
Se trata del mismo concepto de vinculación explicado arriba, pero aplicado a bienes de la iglesia.
D) Desaparición de la propiedad colectiva (bienes propios y comunales):
Los municipios poseían tierras que podían ser aprovechadas por todos los vecinos para recoger leña, miel o pastar los rebaños: son los llamados bienes comunales. También estaban bajo control municipal los llamados ‘bienes de propios’ que se alquilaban a particulares a cambio de una renta. Estos bienes serán el objetivo fundamental de la desamortización de Madoz./La desamortización, primero de los bienes eclesiásticos, y luego de los pueblos, fue la medida práctica de mayor trascendencia tomada por los gobiernos liberales, y se desarrolló durante todo el siglo XIX, entrando incluso en el XX.
La desamortización suponía dos momentos bien diferenciados: primero, la incautación por parte del Estado de esos bienes, por lo que dejaban de ser de ‘manos muertas’ para convertirse en ‘bienes nacionales’; y segundo, la puesta en venta, mediante pública subasta, de los mismos. El pago se podía hacer en metálico o se podía hacer frente a la mayor parte del precio presentando bonos de deuda publica emitidos por el Estado años atrás y a los que el Estado no había podido hacer frente. De esta manera, solo las clases sociales que tenían dinero o habían invertido desde hace tiempo en deuda pública pudieron hacerse con estos bienes. El dinero obtenido lo aplicaría el Estado a sus necesidades.
5. La desamortización de Mendizábal
Es la más importante de todas ellas, porque la puesta en práctica de su decreto trajo la ruptura de las relaciones diplomáticas con Roma y removió y dividió la opinión publica de tal forma, que ha quedado en la historia contemporánea como ‘la desamortización’ por antonomasia. Cuando su autor llegó en 1835 desde Londres para presidir el Gobierno, lo que le preocupaba era garantizar la continuidad en el trono de Isabel II, esto era, la del nuevo Estado liberal. Para ello era necesario ganar la guerra carlista; pero este objetivo no podría realizarse sin dinero o sin crédito. A su vez, para poder fortalecer la credibilidad del Estado ante futuras peticiones de crédito a instituciones extranjeras, era preciso eliminar, o por lo menos disminuir, la deuda pública hasta entonces contraída. Ante la mala situación de Hacienda, Mendizabal juzgó que había que recurrir a nuevas fuentes de financiación y estas no eran otras que los bienes eclesiásticos.
El decreto desamortizador, publicado en 1836, en medio de la guerra civil con los carlistas, contenía varios aspectos: – Elaboraba una Ley de Desvinculación de los patrimonios de la nobleza y un nuevo estatuto de la propiedad agraria (1836), que consagraba el pleno derecho de los propietarios sobre sus tierras. Jornales, arrendamientos, precios, etc. Se regularían ahora por medio de la ley de la oferta y la demanda. Los nobles perdían sus derechos señoriales sobre las tierras y los campesinos (administrar justicia, cobrar impuestos, etc.) Lo que la ley no decía claramente era quien era el legítimo propietario de las tieras, si los campesinos trabajadores o los dueños tradicionales de las tierras. El gobierno se inhibió ante este debate y dejó que fueran los tribunales de justicia, (que normalmente fallaron a favor de los señores), los que decidían en aquellos casos en que los campesinos no estaban de acuerdo con esa interpretación. – Se suprimieron las órdenes religiosas y se pusieron en venta todos sus bienes. De esta forma quedaron en manos del Estado y se subastaron tierras, casas, monasterios y conventos con todos sus enseres (incluida las obras de artes y los libros). Al año siguiente, 1837, otra ley amplio la acción, al declararse bienes nacionales los del clero secular, que se sacaron a la venta (catedrales e iglesias en general) aunque la ejecución de esta última se llevó a cabo unos años más tarde, en 1841, durante la regencia de Espartero./Mendizabal pretendía con este decreto lograr varios objetivos a la vez:
Economicos:
Obtener los recursos necesarios para ganar la guerra carlista. – Eliminar la deuda pública, al ofrecer a los compradores de bienes la posibilidad de que los pagaran con títulos emitidos por el Estado. – Podemos solicitar nueves prestamos, al gozar ahora Hacienda de credibilidad tanto en el interior como en el exterior.
Sociales:
Crear una clase media de propietarios agrícolas inexistente en España hasta el momento.
Políticos:
Atraerse a las filas liberales a los principales beneficiarios de la desamortización que componían la incipiente burguesía con dinero. – Cambiar la estructura de la propiedad eclesiástica, que de ser amortizada y colectiva pasaría a ser libre e individual. – La Iglesia sería reformada y transformada en una institución del Nuevo Régimen comprometiéndose el Estado a mantener a los clérigos y a subvencionar el correspondiente culto, cosa que ocurriría con el Concordato de 1851.
Esta ley encontró las primeras críticas, incluso dentro del partido progresista: Flórez Estrada se manifestó de acuerdo con el proceso, pero no con la forma adoptada por Hacienda. Su propuesta era de carácter social y conectaba con las preocupaciones ilustradas, es decir, crear una clase de pequeños y medianos propietarios agrícolas, permitiendo el acceso a la propiedad de aquellos campesinos que llevaban trabajando la tierra desde tiempo inmemorable. Para ello proponía, por ejemplo, la firma de contratos por 50 años, con los que el Estado se reservaba la propiedad, pero cedía la tierra por unos 50 años a familias que pagarían anualmente una cantidad como arrendamiento, antes de obtener la propiedad definitiva. Esta propuesta de reforma agraria no fue aceptada, y la propiedad tendió a concentrarse aún más.
6. La desamortización general de Madoz
El 1 de mayo de 1855 el ministro de Hacienda Pascual Madoz, también progresitsta y amigo de Mendizábal, sacó a la luz su Ley de Desamortización General. Se llamaba general porque se ponían en venta todos los bienes de propiedad colectiva y los de los eclesiásticos que no habían sido vendidos en la etapa anterior y los bienes propios y de comunales de los pueblos. La desamortización de bienes de propios y comunes se prolongó hasta 1924./El procedimiento utilizado para las ventas fue una copia del de Mendizábal. Sin embargo, había dos diferencias claras: Una se refería al destino del dinero, que desaparecidas las presiones de Hacienda, fue dedicado a la industrialización del país, concretamente, a la expansión del ferrocarril. La otra diferencia estaba en la propiedad de dicho dinero, que pertenecía mayoritariamente a los ayuntamientos, y podían utilizarlos para el bien de los municipios.
7. Resultado de la desamortización
Desde el punto de vista político: –
La creación de una clase social, noble y burguesa, afín al régimen liberal, y satisfecha por la modificación de un régimen de propiedad ya anticuado.
Desde el punto de vista social: –
La aparición de un proletariado agrícola, más de dos millones de campesinos sin tierra, jornaleros sometidos a duras condiciones de vida y trabajo estacional. Por otra parte, la enajenación de propiedades municipales trajo consigo el empeoramineto de las condiciones de vida del pequeño campesinado, privado del uso y disfrute de los antiguos bienes del Consejo. – La conformación de una burguesía terrateniente que con la adquisición ventajosa de tierras y propiedades pretendía emular a la vieja aristocracia. Esta tampoco perdió su poder económico, y ambas se acabaron convirtiendo en una gran clase propietaria, absentista, que renunció a la modernización de la agricultura y se conformó con los subarriendos y el cobro de rentas. – El clero fue la clase perjudicada, ya que fue desposeída y vio reducido su número y poder económico.
Desde el punto de vista económico:–
En cuanto a la estructura de la propiedad, apenas vario la situación desequilibrada de predomino del latifundismo en el centro y el sur de la Peninsula y el minifundio en extensas áreas del norte y noroeste. – Se obtuvo dinero para sostener los gastos del Estado. – A medio y largo plazo si contribuyó a aumentar el volumen general del producto agrícola, al trabajar los nuevos propietarios tierras que no habían sido labradas. Es decir, sí trajo consigo una expansión de la superficie cultivada y una agricultura algo mas productiva. Otros factores económicos paralelos ayudaron a ello: la abolición del diezmo, la supresión de la Mesta, el crecimiento de la población, la mejora de las condiciones de transporte y comunicación, o las políticas proteccionistas en favor del cultivo de cereales a partir de 1820.
Desde el punto de vista cultural y artístico:–
La desaparición de las órdenes religiosas supuso la destrucción de buena parte de patrimonio artístico que estas custodiaban: muchos conventos acabaron convertidos en cuarteles, fábricas o edificios públicos o simplemente derribados, y su patrimonio mueble, retablos, orfebrería, libros y documentos se perdió o dispersó.
La liquidación del régimen feudal beneficio a la clase nobiliar y a la nueva burguesía que invierte en la compra de tierras, y se hizo en el marco de un régimen liberal que había nacido con la pretensión de integrar sin problemas a estas dos clases poderosas, la del régimen anterior, y la de la nueva estructura política, que convivirán a partir de este momento. El sistema político mismo, rechazando el absolutismo carlista, se construirá para que ambas clases ocupen también el papel predominante. Los intereses de los campesinos fueron sacrificados y verán como el antiguo régimen feudal paternalista y protector desaparece para dar paso a las frías relaciones capitalistas.