El pensamiento y las letras
Al-Ándalus mantuvo un estrecho contacto con el resto del mundo musulmán, sobre todo a partir del siglo IX, lo que le permitíó participar en la amplia recopilación de textos literarios, filosóficos y científicos que los los estudiosos islámicos fueron recogiendo, tanto del mundo griego como del persa y del indio.
La primacía religiosa del Islam marcó toda la cultura andalusí. Esto no impidió que surgieran algunos disidentes, entre los que destacó el cordobés Ibn Masarra.
La creación literaria alcanzó un gran desarrollo, sobre todo en el transcurso del Siglo X, tanto en verso como en prosa. Ibn Hazem (994-1063) es uno de los poetas más conocidos de Al-Ándalus, especialmente por su obra El collar de la paloma. Ibn Jaldun (1332-1406) fue un importante historiador. Su obra es muy importante, siendo especialmente conocida su Introducción a la Historia Universal (Al-Muqaddimah).
En filosofía destaca Ibn Rusd (Averroes)
(1126-1198), conocido ante todo por sus comentarios a la obra de Aristóteles. Averroes fue el autor clave para que la obra aristotélica llegara a la cultura de Europa Occidental.
Pero, sin duda, la cultura andalusí destacó sobre todo en el terreno científico. El contraste con el panorama que ofrecía en esas fechas la ciencia en el mundo cristiano es abrumador. Un ejemplo, Al-Ándalus fue la vía a través de la cual se difundíó hacia el resto de la cristiandad europea el sistema de numeración de origen indio que terminó sustituyendo a la numeración romana.
En el ámbito de las disciplinas científicas sobresalieron las matemáticas y la medicina, donde alcanzó gran fama Abulcasis (936-1013) , autor de una excepcional encidopedia médica y quirúrgica que posteriormente sería traducida al latín.
La arquitectura musulmana en España: palacios y mezquitas
Aunque la arquitectura andalusí se asentó sobre la tradición romano-visigoda y aportó los elementos más típicos del mundo islámico: arcos, cubiertas y la rica ornamentación basada en motivos geométricos, vegetales y epigráficos.
La gran mezquita de Córdoba es la obra emblemática de al-Ándalus. Su construcción comenzó a mediados del siglo VIII, en tiempos del emir Abd-al-Rahman I, y más tarde sería objeto de sucesivas ampliaciones. Las partes más brillantes datan del Siglo X, sobre todo de tiempos del califa al-Hakam II, en cuya época se construyó el espectacular mihrab, caracterizado por la riqueza de los materiales empleados (en particular, los mármoles), por la original solución constructiva de las originales bóvedas de nervios y, finalmente, por la impresionante fantasía decorativa que lo acompaña.
Muy importante fue, asimismo, la impresionante ciudad-palacio de Madinat al-Zahra, edificada en tiempos de Abd-al-Rahman III. Para su construcción se trajeron materiales de diversos lugares, como el norte de África, de donde procedía el mármol. Madinat al-Zahra albergaba, en su parte superior, una serie de palacios; en la zona media, jardines y vergeles, y en la parte inferior, la mezquita mayor y las viviendas de los servidores de palacio. Desafortunadamente, durante la Guerra Civil que precedíó a la desaparición del califato, Madinat al-Zahra fue destruida.
También hay buenos ejemplos del arte musulmán fuera de Córdoba, como la mezquita toledana de Bib al-Mardom, posteriormente convertida en la iglesia del Cristo de la Luz.
Otros ejemplos esenciales de la arquitectura en Al-Ándalus son el Palacio de la Alfajería en Zaragoza, del período almorávide, la torre de la Giralda en Sevilla, de tiempos almohades, y sobre todo, el palacio granadino de la Alhambra, obra cumbre de los nazaríes. Exponente de la potencia económica y el brillo cultural del reino nazarí es un recinto fortificado que reúne en un mismo conjunto, un palacio oficial con funciones administrativas, un palacio privado, la residencia del monarca y amplias zonas de ocio. La Alhambra sobresale por su fantasía ornamental así como la conjunción entre arquitectura y entorno natural.
La organización económica y social
La Economía
La España musulmana supuso importantes cambios en el terreno económico. En la agricultura los musulmanes impulsaron la práctica del regadío, con novedades tan significativas como la noria, al tiempo que difundieron cultivos como los cítricos, el arroz, el algodón o el azafrán.
No obstante, los cultivos principales de las tierras hispanas siguieron siendo los mismos que en la época romano-visigoda: los cereales, la vid y el olivo.
En la ganadería, el descenso de la cabaña porcina por la prohibición coránica, se compensó con el desarrollo del ganado ovino o equino. La apicultura vivíó un desarrollo espectacular.
En la minería sobresalíó la extracción de plomo, cobre, cinabrio y oro, que se obténía del lavado de diversos cursos fluviales.
La producción de manufacturas se desarrolló fuertemente, en especial la producción textil, en la que destacaron los brocados cordobeses o los tejidos de Zaragoza. La cerámica, las armas, la fabricación de papel y de vidrio, y el trabajo de las pieles y los metales preciosos tuvieron presencia en las ciudades de Al-Ándalus
En cuanto al comercio, actividad muy elogiada en los propios textos coránicos, se vio favorecido por la acuñación de dos tipos de monedas, el dinar de oro y el dírhem de plata, y por la densa red viaria heredada de tiempos romanos. El comercio interior se efectuaba en el zoco de las ciudades, donde ocupaban un puesto privilegiado los bazares, centros en los que se vendían productos de gran calidad. En los zocos también había alhóndigas, centros que servían para almacenar mercancías, así como para alojar a los comerciantes que venían de fuera.
Al-Ándalus mantuvo también un intenso comercio exterior, tanto con los restantes países islámicos como con la Europa cristiana. Exportaba, ante todo, productos agrícolas (aceite, azúcar, higos, uvas), minerales y tejidos, e importaba especias y productos de lujo del Próximo Oriente; pieles, metales, armas y esclavos de la Europa cristiana; y oro y esclavos negros procedentes del territorio africano de Sudán.
La Sociedad
Aunque la mayor parte de la población de Al-Ándalus vivía en el medio rural, las ciudades tuvieron una gran importancia, algo que contrastaba fuertemente con el panorama de la España cristiana durante los siglos VIII al XI.
Las ciudades andalusíes se desarrollaron en su gran mayoría a partir de las existentes en los tiempos romano-visigodos. Pero los musulmanes también crearon ciudades nuevas, como Almería, Madrid o Calatayud.
Córdoba, que en la época califal, llegó a contar con más de 100.000 habitantes, cantidad muy considerable en aquella época.
En la cúspide de la sociedad andalusí estaba la aristocracia (jassa)
, en su mayor parte integrados por familias de origen árabe, aunque también figuraban en ella algunos linajes de ascendencia visigoda. Este grupo social poseía grandes dominios territoriales y la ocupaba los altos puestos en la administración. En el otro extremo de la sociedad se hallaban las clases populares (amma)
, formadas por artesanos modestos y labriegos.
También existíó lo que podríamos denominar una clase media, formada esencialmente por los mercaderes.
En Al-Ándalus había esclavos procedentes de Europa oriental y del centro de África. Hay que destacar, por último, la evidente situación de inferioridad que padecían las mujeres en con respecto a los hombres.