Tras la Guerra Civil, España quedó devastada. La producción agrícola e industrial se redujo a niveles anteriores a 1936, impactando negativamente la renta nacional y per cápita. La época se caracterizó por las cartillas de racionamiento y el estraperlo (mercado negro). La recuperación económica fue más lenta que en Europa debido a la política económica autárquica adoptada durante los primeros años del régimen, influenciada por la ideología fascista y el aislamiento internacional.
La Autarquía y el Intervencionismo Estatal
La autarquía, la búsqueda de la autosuficiencia nacional, se vio obstaculizada por la carencia de materias primas (petróleo), tecnología y capitales. Esta política se complementó con un fuerte intervencionismo estatal.
- Servicio Nacional del Trigo (1937): Impuso la entrega de cereal a precios bajos, desincentivando la producción.
- Instituto Nacional de Colonización (1949): Estimuló la conversión de tierras de secano en regadío.
- Ley de Concentración Parcelaria (1952) y Plan Badajoz (1953): Iniciativas para modernizar la agricultura.
El Estado controlaba el mercado interior mediante el racionamiento (hasta 1953), fijaba salarios y controlaba precios, lo que fomentó el mercado negro. En la industria, se reguló la creación de nuevas empresas y se limitaron las inversiones extranjeras, resultando en una industria débil. Se crearon empresas públicas como el INI (Instituto Nacional de Industria en 1941) y RENFE (1940).
El Plan de Estabilización de 1959 y la Liberalización Económica
La crisis económica de finales de los años 50 y las protestas sociales de 1956 impulsaron un cambio en la política económica. En 1957, se incorporaron al gobierno miembros del Opus Dei, los llamados tecnócratas, que promovieron la liberalización de la economía.
En 1958, España se unió a la OECE y al FMI. En 1959, se implementó el Plan de Estabilización, que buscaba:
- Frenar la inflación.
- Liberalizar el sector exterior.
- Devaluar la peseta.
- Reducir el gasto público.
Se tomaron medidas con respecto a la banca (1962) y se subieron algunos impuestos. Los costes de este ajuste incluyeron la reducción de la actividad económica, el aumento del paro y la emigración.
El «Milagro Español» y los Planes de Desarrollo
Entre 1960 y 1973, España experimentó un importante crecimiento económico, el llamado «milagro español», impulsado por capitales extranjeros, tecnología foránea, la emigración y el turismo. Se implementaron Planes de Desarrollo Cuatrienales (1962-1968, 1969-1972 y 1972-1975) dirigidos por la Comisaría del Plan de Desarrollo (López Rodó).
La agricultura se modernizó y se crearon Polos de Desarrollo y de Promoción en zonas industriales. Sectores como el automovilístico (SEAT 600), la industria química, naval y eléctrica crecieron. Sin embargo, persistió la dependencia del exterior en inversión y tecnología, y la balanza de pagos se desequilibró, compensada por el turismo, las inversiones extranjeras y las remesas de los emigrantes.
Transformaciones Sociales
El turismo se benefició del bienestar en Europa Occidental, pero la falta de planificación generó costes sociales (destrucción del paisaje, caos urbanístico). Políticamente, continuó la institucionalización del régimen, con tensiones entre aperturistas e inmovilistas. Se promulgó la Ley de Prensa (1966) y la Ley Orgánica del Estado (1967). En 1969, Juan Carlos fue nombrado heredero de Franco.
Cambios Demográficos y Sociales
Entre 1940 y 1975, España experimentó un gran incremento demográfico, favorecido por políticas de promoción de familias numerosas y mejoras en la alimentación y la sanidad. La emigración al exterior y el éxodo rural transformaron la distribución de la población. La población activa se modificó, con una reducción en la agricultura y un aumento en el sector servicios. Aumentaron las clases medias y el número de obreros. La sociedad de consumo se expandió, aunque con diferencias regionales y entre el medio urbano y rural.