El Auge de los Totalitarismos: Fascismo y Nazismo en la Europa de Entreguerras

El Fascismo en Italia

Tras la Primera Guerra Mundial, Italia se vio sumida en una profunda decepción. A pesar de haber luchado en el bando vencedor, no obtuvo los territorios prometidos, lo que generó un sentimiento de humillación nacional. Además, la guerra había dejado un saldo devastador: miles de muertos y una grave crisis económica.

En este contexto de crisis social y política, emerge la figura de Benito Mussolini y su partido, el Partido Nacional Fascista (PNF). El discurso fascista, impregnado de ultranacionalismo, militarismo y culto al líder, supo capitalizar el descontento popular. Mussolini criticaba ferozmente a los políticos tradicionales, a quienes culpaba de la crisis y de la incapacidad para defender los intereses de Italia en las negociaciones de posguerra. Particularmente, se dirigía contra Francia, acusándola de traicionar a Italia tras la Primera Guerra Mundial.

El PNF encontró apoyo en diversos sectores de la sociedad italiana: la burguesía industrial, temerosa del avance del comunismo; la Iglesia Católica, que veía en el fascismo un baluarte contra el laicismo; y amplios sectores conservadores, nostálgicos de un pasado glorioso. El partido fue ganando terreno, especialmente en zonas rurales y ciudades pequeñas, gracias a su organizada estructura paramilitar, los «camisas negras», que protagonizaban violentos enfrentamientos contra sus opositores.

La Marcha sobre Roma y la llegada al poder de Mussolini

En octubre de 1922, Mussolini organizó la llamada «Marcha sobre Roma». Miles de fascistas marcharon hacia la capital exigiendo la renuncia del gobierno y la entrega del poder a Mussolini. Ante la presión y la falta de apoyo, el rey Víctor Manuel III cedió y encargó a Mussolini la formación de un nuevo gobierno.

Medidas del Régimen Fascista

Inicialmente, Mussolini gobernó en coalición con otros partidos de derecha. Sin embargo, tras unas elecciones marcadas por la violencia e irregularidades, el PNF se hizo con el control total del poder. El asesinato del líder socialista Giacomo Matteotti, principal voz crítica contra el fascismo, marcó el inicio de una deriva dictatorial.

Mussolini instauró un régimen totalitario que eliminó libertades individuales y políticas. Entre las medidas más destacadas se encuentran:

  • Prohibición de todos los partidos políticos, excepto el PNF.
  • Supresión de los sindicatos y prohibición del derecho a huelga.
  • Establecimiento de una estricta censura en los medios de comunicación.
  • Creación de la OVRA, policía política encargada de perseguir a la disidencia.
  • Firma del Tratado de Letrán con la Iglesia Católica, reconociendo la independencia del Vaticano a cambio del apoyo de la Iglesia al régimen.
  • Implementación de la «Carta del Lavoro», que reconocía algunos derechos laborales, pero limitaba la libertad sindical.
  • Promoción de una economía capitalista, con un fuerte intervencionismo estatal, especialmente tras la crisis de 1929.
  • Política exterior expansionista en la década de 1930, con la invasión de Abisinia (Etiopía), el establecimiento de un protectorado sobre Albania y el apoyo al bando franquista durante la Guerra Civil Española.

El Nazismo en Alemania

Tras la Primera Guerra Mundial, Alemania se encontraba en una situación similar a la de Italia. La derrota, la humillación del Tratado de Versalles y la grave crisis económica que azotó al país crearon un caldo de cultivo propicio para el auge de ideologías extremistas.

En este contexto surge el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP), liderado por Adolf Hitler. El nazismo, al igual que el fascismo italiano, se caracterizaba por su ultranacionalismo, militarismo, anticomunismo y por la exaltación de la figura del líder. Sin embargo, el nazismo incorporaba un elemento distintivo: el racismo, especialmente el antisemitismo, que se convertiría en uno de los pilares ideológicos del régimen.

Ascenso del Partido Nazi

En sus inicios, el NSDAP era un partido minoritario. Tras el fracaso del Putsch de Múnich en 1923, un intento fallido de golpe de Estado, Hitler fue encarcelado. Durante su estancia en prisión escribió «Mein Kampf» («Mi Lucha»), libro en el que exponía sus ideas políticas, incluyendo su ideario racista y antisemita.

La crisis económica de 1929 supuso un punto de inflexión. El desempleo masivo, la pobreza y la desesperación social impulsaron el crecimiento del NSDAP. El partido supo capitalizar el descontento popular, presentándose como la única alternativa capaz de devolver a Alemania su grandeza perdida. El apoyo al partido nazi provenía de diversos sectores: trabajadores descontentos con el movimiento obrero tradicional, pequeños comerciantes y artesanos arruinados por la crisis, y también grandes empresarios que veían en Hitler un aliado contra el comunismo.

La violencia callejera, protagonizada por las SA (Sturmabteilung), organización paramilitar del partido nazi, contribuyó a crear un clima de miedo e inestabilidad que benefició al NSDAP. En las elecciones de 1932, el partido nazi se convirtió en la primera fuerza política del país.

Establecimiento del Régimen Nazi

En enero de 1933, Hitler fue nombrado canciller de Alemania. A partir de ese momento, el NSDAP se movió con rapidez para establecer un régimen totalitario. El incendio del Reichstag (Parlamento), del que se acusó a los comunistas, sirvió de pretexto para iniciar una brutal persecución contra la oposición. Los partidos políticos fueron prohibidos, los sindicatos disueltos y la libertad de prensa abolida. Alemania se convertía en una dictadura de partido único.

Medidas del Régimen Nazi

El régimen nazi implementó una serie de medidas para controlar todos los ámbitos de la sociedad alemana:

  • Creación de un Estado policial, con la Gestapo (policía secreta) y las SS (Schutzstaffel) como instrumentos de represión.
  • Eliminación de la división de poderes y control total del poder judicial.
  • Propaganda masiva para adoctrinar a la población y exaltar la figura de Hitler como líder supremo.
  • Persecución sistemática de judíos, gitanos, homosexuales, discapacitados y cualquier grupo considerado «inferior» o «enemigo del Estado».
  • Implementación de un programa de rearme a gran escala, violando el Tratado de Versalles.
  • Política exterior expansionista basada en la idea del «espacio vital», que condujo a la invasión de Austria, Checoslovaquia y finalmente al estallido de la Segunda Guerra Mundial.

Consecuencias de la Segunda Guerra Mundial

La Segunda Guerra Mundial, iniciada por la Alemania nazi en 1939, tuvo consecuencias devastadoras para el mundo entero. Entre las más importantes destacan:

Demográficas

  • Entre 50 y 85 millones de muertos, la mayoría civiles.
  • Millones de desplazados y refugiados.
  • Genocidio perpetrado por el régimen nazi, que acabó con la vida de seis millones de judíos.

Económicas

  • Devastación económica en Europa y Asia.
  • Escasez de alimentos y materias primas.
  • Implementación del Plan Marshall para la reconstrucción de Europa Occidental.

Políticas

  • División de Alemania en dos Estados: República Federal Alemana (RFA) y República Democrática Alemana (RDA).
  • Inicio de la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética.
  • Creación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Morales

  • Profunda crisis moral en el mundo occidental tras los horrores de la guerra.
  • Toma de conciencia sobre la necesidad de proteger los derechos humanos.
  • Juicios de Núremberg contra los crímenes de guerra nazis.

Conclusiones

El fascismo italiano y el nazismo alemán fueron dos de las expresiones más extremas del totalitarismo que asolaron Europa en el periodo de entreguerras. Ambos regímenes se caracterizaron por la supresión de las libertades individuales, la persecución de la disidencia, el militarismo y el expansionismo. La Segunda Guerra Mundial, provocada por la Alemania nazi, puso fin a estos regímenes, pero a un costo humano y material incalculable. Las consecuencias de este conflicto bélico marcaron profundamente el curso del siglo XX.

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