El Auge del Nacionalismo y las Unificaciones de Italia y Alemania en el Siglo XIX

El Nacionalismo: Origen y Corrientes

El nacionalismo surge a finales del siglo XVIII por la influencia de las revoluciones americana y francesa. De este modo, surgió la idea de nación contemporánea (primera corriente), en contraposición con la del Antiguo Régimen y al carácter estamental de la sociedad: la lealtad de los individuos (soberanía nacional) y la legitimidad del Estado pasaron a depender del contrato social detallado en leyes en la constitución. La segunda corriente está influida por el Romanticismo (Von Herder), que, según su teoría, los individuos formaban parte de la nación inconsciente e involuntariamente por su pertenencia al pueblo. La consolidación del nacionalismo como ideología se produjo en el siglo XIX y, desde entonces, presentó dos corrientes contrapuestas y paralelas: el nacionalismo liberal (voluntad del ciudadano, defendida por los revolucionarios franceses) y el nacionalismo orgánico (o conservador, que entendía que las naciones tenían su existencia como realidades superiores). El nacionalismo se convirtió en una fuerza política que actuó en una doble vertiente: centrífuga (disgregadora en Estados plurinacionales) y centrípeta (aglutinadora en territorios con un pueblo homogéneo, pero dividido en múltiples estados).

Las Revoluciones del Siglo XIX

Revolución de 1820

En España, los liberales, mediante el pronunciamiento del comandante Riego, obligaron a Fernando VII a aceptar la Constitución de 1812, comenzando el Trienio Liberal. Fracasó en Rusia el movimiento decembrista (1825), que pretendía implantar una monarquía constitucional; solo Grecia alcanzó su independencia frente al Imperio otomano (1830).

Revolución de 1830

El proceso comenzó en Francia, donde la política conservadora de Carlos X provocó un levantamiento popular en París que lo derrocó. Fue coronado como monarca constitucional Luis Felipe de Orleans, representante de los ideales del liberalismo doctrinario burgués. El ejemplo de Francia se extendió por Bélgica (independencia de Holanda), Polonia (sublevación contra los rusos), el norte de Italia (fracaso en la rebelión contra los austriacos) y algunos estados alemanes (Hannover, Sajonia y Brunswick).

Revolución de 1848

Nueva oleada revolucionaria en Europa, caracterizada por un mayor carácter democrático y social, y motivada por diversas causas: crisis económica de 1847, actividad de los círculos liberales y nacionalistas, y aspiraciones de la pequeña burguesía y de los trabajadores. La revolución se extendió por Europa con un componente nacionalista: en Italia hubo revueltas contra Austria, Lombardía, Parma y Módena; el Imperio austriaco provocó la destitución de Metternich y la abdicación de Fernando I; en los estados alemanes, la sublevación en Berlín obligó a Federico Guillermo IV a prometer reformas aperturistas que provocaron una asamblea parlamentaria en Fráncfort.

Unificación de Italia

Hacia mediados del siglo XIX, Italia se encontraba dividida en múltiples estados, pero crecían las aspiraciones nacionalistas, fundamentadas en el Risorgimiento y en los intereses industriales y comerciantes. Durante las revoluciones de 1830, pero más en las de 1848, hubo fuertes sentimientos de resistencia conjunta a Austria y se habían creado sociedades secretas de carácter nacionalista. Existían tres modelos para llevar a cabo la unificación: proclamación de una república, defendida por Mazzini; confederación de estados bajo el Papado (Gioberti); y la unificación monárquica en torno a Piamonte-Cerdeña, que terminó por imponerse. Tuvo tres etapas:

  • Incorporación de Lombardía en 1859.
  • Incorporaciones de 1860 y 1861 (en 1861 se convocó el primer parlamento nacional en Turín).
  • Últimas anexiones (Venecia en 1866 y Roma proclamada nueva capital de estado).

Consecuencias: enemistad de la Iglesia católica por despojar a los papas y desequilibrio entre un norte industrializado y un sur agrario, afectado por un sistema liberal de «caciquismo».

Unificación de Alemania

Como en Italia, se parte de la existencia de «La Alemania» (cultura, idioma e historia). Los factores que favorecieron esta unificación fueron: el Congreso de Viena (Prusia sale fortalecida y se convierte a su vez en un estado fuerte y domina gran parte de la Alemania natural, en rivalidad con Austria) y los factores económicos (se industrializó rápido por las cuencas del Rin y del Ruhr y se creó el Zollverein, una unión aduanera de 1834 que creaba las bases para un futuro estado alemán). Había dos vías para la unificación: la Gran Alemania, liderada por Austria, y la Pequeña Alemania, liderada por Prusia. Hubo tres fases para la unificación:

  • Guerra de los Ducados contra Dinamarca (1863).
  • Victoria sobre Austria (1866), se funda la Confederación Alemana del Norte.
  • Guerra contra Francia (1870).

En 1871 se produce el II Reich Alemán, gobernado por Guillermo I y Bismarck.

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