El Bienio Conservador:
Las Elecciones de 1933: El Gobierno de Derechas
Las elecciones generales se celebraron el 18 de noviembre. Fueron las primeras en España en las que votaron las mujeres, con una alta abstención. La izquierda se presentó a los comicios desunida: los republicanos y los socialistas, enfrentados por los conflictos sociales de la etapa anterior, presentaron candidaturas separadas. Importantes masas obreras optaron por la abstención a petición de la CNT, que defendía su tradicional apoliticismo revolucionario. La derecha se presentó única y organizada en muchas circunscripciones. El resultado fue la victoria de los partidos de centro-derecha, lo cual inauguró dos años de gobierno conservador, conocido como el Bienio Negro. Dos fuerzas políticas obtuvieron los mejores resultados: el Partido Radical de Lerroux y la CEDA de Gil Robles. El presidente de la República, Alcalá Zamora, poco partidario de la CEDA y antirepublicano, confió la formación de gobierno al Partido Radical, que conformó un gabinete monocolor, contando con el apoyo de la CEDA, bajo la promesa de una inmediata rectificación de las reformas del bienio de izquierdas.
La Paralización de las Reformas
El nuevo gobierno, presidido por Lerroux, inició su mandato paralizando una buena parte del proyecto reformista anterior. En el campo, se frenó la reforma agraria: se fijó la devolución de tierras a la nobleza, se anuló la cesión de tierras mal cultivadas a los campesinos y se concedió total libertad de contratación, lo que supuso una tendencia a la baja en los salarios de los jornaleros. Los propietarios mostraron su voluntad de desquitarse de las reformas anteriores y los campesinos respondieron con huelgas. La cuestión agrícola enfrentó al gobierno central con la Generalitat de Cataluña, a raíz de la promulgación de la ley de contratos de cultivo. Esta ley permitía a los campesinos arrendatarios de las viñas acceder a la propiedad de las tierras que trabajaban, pagando a los propietarios unos precios tasados. Los propietarios catalanes, organizados alrededor de la Lliga Catalana, buscaron el apoyo de la mayoría conservadora en las Cortes. Enviaron la ley al Tribunal de Garantías Constitucionales, que determinó su inconstitucionalidad y anuló sus efectos. El gobierno de la Generalitat no aceptó la anulación y aprobó una nueva ley prácticamente idéntica. El gobierno central también se enemistó con los nacionalistas vascos al paralizar la discusión del proyecto del Estatuto Vasco impulsado por el PNV. Además, el gobierno intentó contrarrestar la reforma religiosa aprobando un presupuesto de culto y clero e iniciando negociaciones para firmar un concordato con la Santa Sede. Al ejército no se anuló la reforma, pero se aprobó una amnistía para los sublevados con Sanjurjo en 1932. El viraje conservador y la obstrucción de las reformas impulsadas en el bienio de izquierdas tuvieron como consecuencia una radicalización del PSOE y de la UGT.
La Revolución de Octubre de 1934
La izquierda interpretó la entrada de la CEDA en el gobierno como una deriva hacia el fascismo. Al día siguiente de la formación del nuevo gobierno, por iniciativa de la UGT y con escasa participación de la CNT, se produjeron huelgas y manifestaciones en algunas grandes ciudades para defender las reformas sociales. El movimiento fracasó a nivel nacional por la falta de coordinación y la contundente respuesta del gobierno, que decretó el estado de guerra, pero los acontecimientos fueron graves en Asturias y Cataluña. En Asturias, los mineros protagonizaron una revolución social, fruto del acuerdo previo entre anarquistas, socialistas y comunistas. Mineros armados ocuparon los pueblos de la cuenca, tomaron gran parte de los cuarteles de la Guardia Civil y sitiaron Oviedo, dispuestos a defender la revolución y enfrentándose con las fuerzas del orden. El gobierno envió desde África a la Legión, al mando de Franco. La represión fue durísima. En Cataluña, la revuelta tuvo un carácter más político que en Asturias. Contó con el respaldo del presidente de la Generalitat, Lluís Companys, sucesor de Macià. Pretendía evitar la entrada de la CEDA en el gobierno, dado el carácter antiautonómico de este partido. Proclamó la República Catalana dentro de la República Federal Española, al mismo tiempo que una alianza de partidos y sindicatos de izquierda organizaba una huelga general. La negativa de la CNT a participar en la huelga y el escaso apoyo ciudadano hicieron fracasar la insurrección. Se declaró el estado de guerra y el ejército, al mando de Batet, ocupó el Palacio de la Generalitat.
La Crisis del Segundo Bienio
Las consecuencias de la revolución de octubre fueron notables. La CEDA aumentó su influencia en el gobierno y se mostró partidaria de aplicar las condenas con rigor y de proceder a una reorientación más dura de la política del gobierno. Se suspendió el estatuto de autonomía de Cataluña, se anuló la ley de contratos de cultivo y los campesinos fueron obligados a pagar la totalidad de las rentas. Se nombró a Gil Robles ministro de la Guerra y a Franco, jefe del Estado Mayor. La CEDA presentó un anteproyecto para modificar la Constitución que recogía una revisión muy restrictiva de las autonomías, la abolición del divorcio y la negación de la posibilidad de expropiación de tierras. Una fuerte crisis de gobierno estalló en 1935. El Partido Radical se vio afectado por una serie de escándalos de corrupción, como el caso del estraperlo y los casos de malversación de fondos por parte de varios políticos radicales.