El Bienio de Centro-Derecha y el Frente Popular en España (1933-1936): Auge de la Tensión Política

El Bienio de Centro-Derecha (1933-1936)

Tras las elecciones, Alejandro Lerroux formó un gabinete conformado exclusivamente por miembros de su partido, y con el apoyo parlamentario de la CEDA de José María Gil Robles (Confederación Española de Derechas Autónomas). La rectificación de las reformas del bienio anterior se concretó en su paralización. Se expulsó de las tierras que habían ocupado a miles de jornaleros. Se designaron para puestos clave del Ejército a militares claramente antirrepublicanos como Francisco Franco, Manuel Goded o Emilio Mola. Y se decretó una amnistía para los participantes en el golpe de José Sanjurjo en 1932. Se promovió la conciliación con la Iglesia Católica paralizando las reformas educativas y anulando la enseñanza mixta. Se frenó el proyecto de Estatuto de Autonomía vasco, presentado por el PNV, y hubo una clara confrontación con la Generalitat catalana, y su presidente Lluís Companys.

La lucha política se radicalizó, polarizándose entre derecha e izquierda. La CEDA de Gil Robles agrupaba a las clases medias y populares católicas. Las Juventudes de Acción Popular (JAP), organización juvenil del partido, tenían ya en aquel momento rasgos claramente fascistas. En Renovación Española, de José Calvo Sotelo, se agrupaban monárquicos con posturas cada vez más extremistas. Finalmente, la Falange Española de José Antonio Primo de Rivera se fusionó en 1934 con las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (JONS) de Ramiro Ledesma. La Izquierda Republicana de Manuel Azaña agrupaba el centro-izquierda que había optado por una política de reformas y de alianzas con el movimiento obrero. El PSOE, el mayor partido obrero, estaba dirigido por un grupo de líderes a menudo enfrentados. Indalecio Prieto y Francisco Largo Caballero representaban el ala más moderada y más radical del partido, respectivamente.

Radicalización y Revolución de Octubre

El PCE buscaba una alianza de la izquierda contra el fascismo y la CNT seguía ligada a la acción revolucionaria. La creciente tensión entre los dos polos políticos culminó con la entrada de tres ministros de la CEDA en el gobierno en octubre de 1934. Esta remodelación del gobierno fue interpretada por la izquierda como el anuncio del triunfo inminente del fascismo en España. La cada vez más radicalizada izquierda llamó a la huelga general contra el gobierno. El seguimiento fue muy desigual. El movimiento fracasó en Madrid. El gobierno acuarteló a las tropas y detuvo a los principales dirigentes socialistas y comunistas. Companys, desde la presidencia de la Generalitat, dirigió una insurrección con claro matiz independentista que acabó con la detención del gobierno catalán. Lo peor ocurrió en Asturias, donde la huelga general triunfó y degeneró en una verdadera revolución organizada por la UGT y la CNT. La persistencia de la insurrección llevó al gobierno a enviar a la Legión, dirigida por el general Franco. El balance de la Revolución de Octubre de 1934 fue de 1300 muertos y miles de heridos y detenidos.

Crisis del Gobierno y Nuevas Elecciones

El gobierno endureció su política: se suspendió el estatuto de autonomía de Cataluña y se redactó una nueva Ley de Reforma Agraria. Pero las disensiones en el seno del gobierno eran crecientes. Las diferencias entre el Partido Radical y la cada vez más extremista CEDA eran evidentes. Por ejemplo, Gil Robles, como nuevo ministro de Defensa, nombró a Franco jefe del Estado Mayor. La crisis definitiva vino con un escándalo de corrupción, el llamado escándalo del Estraperlo, que afectó a altos cargos gubernamentales. Lerroux y el Partido Radical cayeron en un descrédito total. La aparición de nuevos escándalos precipitó el fin de la legislatura y la convocatoria de nuevas elecciones a Cortes en febrero de 1936.

Las Elecciones de 1936 y el Frente Popular

En un ambiente de creciente radicalización, se presentaron las siguientes candidaturas a las elecciones de febrero de 1936:

  • Frente Popular: pacto electoral de izquierdas formado por Izquierda Republicana, PSOE, PCE, POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista) y Esquerra Republicana de Catalunya. La CNT no pidió la abstención y apoyó de forma tácita a la coalición de izquierdas.
  • Coalición de partidos de derecha: formada por la CEDA y Renovación Española, acudió con un programa basado en el miedo a la revolución social.
  • Falange y el PNV se presentaron por su cuenta.

La victoria fue para el Frente Popular, que basó su triunfo en las ciudades y las provincias del sur y la periferia. Mientras, la derecha triunfó en el norte y el interior del país. Tras las elecciones, Manuel Azaña fue nombrado Presidente de la República. Se formó un gobierno presidido por Santiago Casares Quiroga y formado por republicanos de izquierda, sin la participación del PSOE. El nuevo gabinete decretó la amnistía para todos los represaliados tras octubre de 1934, restableció el Estatuto catalán, alejó de Madrid a los generales más sospechosos de golpismo (Franco, Mola y Goded fueron destinados a Canarias, Navarra y Baleares), reanudó la reforma agraria y dio tramitación a nuevos estatutos de autonomía (Galicia y País Vasco).

Aumento de la Tensión Social y Conspiración Militar

El ambiente social era cada vez más tenso. La izquierda obrera había optado por una postura claramente revolucionaria y la derecha buscaba de forma evidente el fin del sistema democrático. Desde el mes de abril se sucedieron los enfrentamientos violentos callejeros entre grupos falangistas y milicias socialistas, comunistas y anarquistas.

Mientras la conspiración militar contra el gobierno del Frente Popular avanzaba, tanto en una trama política como en la militar (Franco, Goded, Juan Yagüe), Emilio Mola, destinado en Pamplona, se convirtió en el jefe de la conspiración, el «director» del golpe. El 12 de julio era asesinado por extremistas de derecha un oficial de la Guardia de Asalto que militaba en el PSOE, el teniente José del Castillo. La respuesta llegó con el asesinato del líder de derechas José Calvo Sotelo. El gobierno de Casares Quiroga, que no había decidido tomar medidas pese a las continuas advertencias de las organizaciones obreras, vio como el 17 de julio de 1936 el ejército de Marruecos iniciaba la rebelión contra el gobierno de la República. El triunfo parcial del golpe desencadenó la Guerra Civil.

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