El Bienio Progresista y el Retorno al Moderantismo en España (1854-1868)

1. El Bienio Progresista (1854-1856)

1.1. Las Reformas del Bienio Progresista y la Constitución de 1856

Con el fin de la década moderada, se inició el bienio progresista (1854-1856). Los gobiernos de este periodo implementaron diversas medidas: ascensos de generales involucrados en el golpe, cambios en las diputaciones, embajadas y gobernaciones civiles, convocatoria de elecciones a cortes constituyentes, libertad de prensa, y tolerancia religiosa. El objetivo principal fue la creación de una nueva Constitución, que finalmente no se promulgó debido a disputas políticas.

El deseo de reformar la Constitución de 1845 surgió poco después de su promulgación. Este deseo se materializó en un nuevo Proyecto de Constitución, que reflejaba el ideario del partido progresista. Incluía la soberanía nacional, limitaciones al poder de la Corona, prensa sometida a juicio por jurado, restablecimiento de la Milicia Nacional, alcaldes elegidos por los vecinos, un Senado electo, autonomía y primacía de las Cortes sobre el Senado, y tolerancia religiosa.

En cuanto a la política económica, se centró en la desamortización y en leyes para atraer capital extranjero y fomentar el ferrocarril, como la Ley de Ferrocarriles de 1855, la Ley Bancaria de 1856, y la creación del Banco de España en ese mismo año.

1.2. La Desamortización de Madoz de 1855

Pascual Madoz impulsó la Ley de Desamortización General de 1855. Se denominó «general» porque se pusieron a la venta todos los bienes de propiedad colectiva, tanto eclesiásticos como de los pueblos. Esta desamortización se prolongó hasta 1924. El procedimiento de venta fue similar al de Mendizábal, con dos diferencias principales: el destino del dinero obtenido, que en este caso se dedicó a la industrialización del país, especialmente a la expansión del ferrocarril, y la propiedad del dinero, que pertenecía a los ayuntamientos y no al Estado. La burguesía adinerada fue la principal beneficiaria, aunque también participaron pequeños propietarios.

1.3. Las Nuevas Corrientes Políticas

La preocupación por liberalizar los derechos individuales y el sistema electoral permitió el surgimiento de nuevas corrientes políticas. A la izquierda del progresismo se consolidaron las opciones demócrata y republicana, esta última abarcando corrientes como el socialismo y el federalismo. Con la creación de la Unión Liberal, el partido de O’Donnell, se aglutinó a la facción más progresista de los moderados y a la más moderada de los progresistas.

Los orígenes del Partido Demócrata se remontan a la regencia de Espartero. La opinión democrática y republicana se extendía en círculos reducidos del progresismo. Dentro del progresismo surgieron tendencias preocupadas por la «cuestión social».

El movimiento obrero en España surgió con las primeras organizaciones de trabajadores en Cataluña, lideradas por el tejedor Juan Muns, con la Asociación Mutua de Obreros de la Industria Algodonera. Durante la década moderada, el movimiento obrero osciló entre la prohibición y la tolerancia. Con el bienio progresista, crecieron las esperanzas de reconocimiento y libertad de asociación, y el incipiente movimiento obrero experimentó sus primeras acciones.

El carlismo resurgió, y durante estos dos años, los gobiernos progresistas fueron presionados en las Cortes y en los medios de comunicación por la derecha y la izquierda radical. Las protestas obreras y campesinas, junto con los intentos revolucionarios para derrocar a los gobiernos, fueron constantes. La inseguridad y la conflictividad social aumentaron.

2. El Retorno al Moderantismo (1856-1868)

En 1856, O’Donnell lideró un golpe de Estado contra la mayoría parlamentaria, desplazando del poder al general Espartero y al partido progresista. El bienio progresista terminó como había comenzado: con violencia en las calles de Madrid. O’Donnell asumió la presidencia del Gobierno con la Unión Liberal, y planteó sus objetivos políticos: consolidación de la monarquía constitucional, respeto a los derechos y libertades, restablecimiento del orden público, y conciliación de las dos grandes tendencias políticas.

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