EL BIENIO PROGRESISTA Y LA VUELTA AL MODERNISMO
1. LA VICALVARADA Y EL MANIFIESTO DE MANZANARES
– Pronunciamiento militar de generales moderados: Dirigidos por O’Donnell, buscaban un cambio de gobierno.
– Revolución urbana y apoyo de las Juntas revolucionarias: Apoyadas por progresistas y demócratas (nuevo partido), más radical del partido progresista, que defendía el sufragio universal masculino, la Soberanía Nacional, la descentralización y el carácter laico del Estado, así como mayores libertades.
La Vicalvarada tuvo lugar en Vicálvaro. El programa político progresista quedó recogido en el Manifiesto de Manzanares, elaborado por Antonio Cánovas del Castillo, que exigía cumplir los principios constitucionales, la reforma de la ley electoral, la reducción de impuestos y el restablecimiento de la Milicia Nacional. Narváez dimitió y se formó un gobierno progresista liderado por O’Donnell (liberal) y Espartero (progresista puro).
2. EL GOBIERNO DEL BIENIO PROGRESISTA
Se centraron en elaborar una nueva Constitución (non nata de 1856), la desamortización de los bienes de los ayuntamientos, la Ley de Sociedades Bancarias y Crediticias y la Ley General de Ferrocarriles.
Principios: Soberanía Nacional, ampliación de los derechos y libertades individuales, tolerancia religiosa hacia los no católicos, poder legislativo de las Cortes (no del rey) y restablecimiento de la Milicia Nacional y la autonomía municipal.
La otra gran iniciativa fue la desamortización general (5 de mayo de 1855) desarrollada por Pascual Madoz, que decretó la desamortización de los bienes civiles de los ayuntamientos. Afectó a los bienes propios (ayuntamiento) y comunes (vecinos).
Esto benefició a la burguesía y la aristocracia, pero perjudicó a los ayuntamientos y campesinos. Dos leyes más a destacar son la Ley de Sociedades Bancarias y Crediticias (que buscaba dinamizar la economía con un sistema financiero moderno) y la Ley General de Ferrocarriles (para atraer capital extranjero y conceder ayudas públicas para la construcción de ferrocarriles).
Hubo mucha inestabilidad política que enfrentó a moderados y progresistas, además de demócratas, y también protestas obreras y campesinas (subidas de precios, impuestos, sistema de quintas). La inestabilidad provocó una revuelta campesina (Castilla y León) y levantamientos obreros en ciudades.
O’Donnell rodeó el Congreso con tropas y disolvió el parlamento, lo que llevó a la dimisión de Espartero. O’Donnell formó un nuevo gobierno con moderados.
3. UNIÓN LIBERAL Y CRISIS DEL MODERANTISMO (1856-1868)
La Unión Liberal fue un partido político creado por O’Donnell y formado por los más liberales del partido moderado y los más conservadores del partido progresista; un punto intermedio entre moderados y progresistas, como partido de centro. O’Donnell desmanteló parte de la labor política y legislativa progresista, pero mantuvo leyes como la de imprenta, desamortización y ayuntamientos, lo que motivó a la reina a destituirlo y nombrar al moderado Narváez.
Se realizaron la Ley reguladora de la Enseñanza (Ley Moyano), impulsada por Claudio Moyano para mejorar la educación, la financiación de obras públicas (Canal de Isabel II), el censo de población y el desarrollo de las comunicaciones.
En 1856, una grave crisis de subsistencias provocó motines y revueltas. Narváez dimitió y la reina pidió a O’Donnell que gobernara. Este se distanció de los extremos políticos. La Unión Liberal contó con el apoyo de la burguesía y los terratenientes. Fue un período de estabilidad política y crecimiento económico, con el desarrollo de la industria algodonera, la banca, la minería y la construcción de ferrocarriles.
Respecto a la política exterior, se desarrolló una política imperialista, con el objetivo de reforzar la imagen de España y dar prestigio al gobierno. Destacan las expediciones militares en Marruecos, las intervenciones en México, Conchinchina y Perú, y la reincorporación de Santo Domingo. Este gobierno se volvió cada vez más conservador, hasta el punto de que demócratas y republicanos no tenían representación en las Cortes. Los conflictos sociales se agravaron, especialmente en Andalucía, donde los campesinos (más de 20.000 personas armadas en la provincia de Granada) se levantaron por la desamortización de los bienes comunes de la Ley de Narváez. La Unión Liberal fracasó en su intento de solucionar los problemas sociales y económicos.
Los progresistas se retrajeron y, tras varios gobiernos inestables, la reina llamó a Narváez para formar gobierno. Con este panorama político y la crisis social, el régimen isabelino comenzó a descomponerse. Los problemas que enfrentaba eran:
- El apoyo de Isabel II al Papa en lugar del rey italiano.
- El descontento universitario, que desembocó en protestas armadas. El detonante fue la prohibición del ministro de difundir cualquier idea contraria a la religión católica o la monarquía hereditaria. Catedráticos como Nicolás Salmerón protestaron y fueron expulsados de sus cátedras, lo que creó enfrentamientos entre estudiantes y las fuerzas de orden público (la Noche de San Daniel). Narváez fue sustituido por O’Donnell.
- La sublevación contra el gobierno liderada por el general Prim.
- El pronunciamiento militar con apoyo de grupos civiles. Narváez murió y O’Donnell lo sustituyó.
Progresistas y demócratas elaboraron el Pacto de Ostende (Bélgica), en el que establecieron como programa político el final del régimen moderado y de la monarquía de Isabel II.